Internacional

Cisma en la OTAN

Alfredo García

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Mientras en América Latina y el Caribe la atención se centra en el exabrupto antidemocrático de la ultraderecha en Bolivia y la digna respuesta del gobierno de México, en Washington el presidente Donald Trump trató de restar importancia a la crisis surgida en la OTAN con el presidente turco, Recept Tayyip Erdogan y el secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, por las declaraciones del presidente francés, Emmanuel Macron.

En reciente entrevista con el semanario The Economist, Macron declaró: “Actualmente estamos experimentando la muerte cerebral de la OTAN. El presidente de EU no comparte nuestra idea del proyecto europeo y muestra signos de darnos la espalda, especialmente al retirar inesperadamente sus tropas fuera del norte de Siria”…

Según trascendió, los miembros de la Alianza no fueron avisados previamente del repliegue norteamericano.

“No hay ningún tipo de coordinación en la toma de decisiones de Estados Unidos y de sus aliados en la OTAN” (…) “Existe un riesgo considerable de que a la larga desaparezcamos geopolíticamente o al menos que ya no tengamos control sobre nuestro destino”, agregó Macron, tras sugerir a los 29 miembros de la Alianza, reevaluar “la realidad de lo que es la OTAN a la luz del compromiso con Estados Unidos”. La declaración causó conmoción en Europa a solo 3 semanas de la reunión cumbre del bloque militar, el próximo 3-4 de diciembre en Londres.

La entrevista de Trump con Erdogan, en medio de un estira y afloja sin precedentes desde hace varios meses sobre el conflicto sirio, quiso dar la impresión de un estrecho vínculo entre ambos países, cuyas estrategias en el Medio Oriente se contradicen.

Con su histriónico estilo, Trump declaró ser “un gran fanático” de Erdogan y restó importancia a las diferencias, calificando la reunión de “maravillosa y productiva”.

Sin embargo, no hubo avance en el principal contencioso entre ambos mandatarios, la compra de armamento ruso por parte de Turquía, que ha creado un incómodo precedente logístico dentro de la OTAN, así como la resistencia de Erdogan a las presiones, amenazas y sobornos por parte de Trump.

Al final del encuentro, Trump dijo que confiaba en que el “asunto de los S-400 (sistema de defensa antiaérea rusa) se resolvería en el futuro”, mientras Erdogan afirmó que solo se podrían “superar los desafíos a través del diálogo”, en alusión a las amenazas de sanciones por parte de Trump.

Al día siguiente, Trump recibió a Stoltenberg, según la Casa Blanca para examinar “el progreso de los aliados de la OTAN en aumentar el gasto de defensa y garantizar una distribución más equitativa de la carga”.

Lograr un 2% del PIB de todos los países miembros en el gasto de la OTAN, obsesiona al empresario presidente desde que asumió el cargo. Sin embargo, no fue un secreto, la pretensión de calmar las inquietudes europeas provocadas por las declaraciones de Macron.

El publicitario esfuerzo de Trump por amortiguar el cisma en la OTAN, contrastó con el indetenible proceso de juicio político que los demócratas siguen al presidente en la Cámara de Representantes.

La maniobra de Trump estableciendo un espurio canal “diplomático” con el gobierno ucraniano paralelo al Departamento de Estado con su abogado personal, Rudy Giuliani, fue revelada en detalles por la exembajadora de EU en Ucrania, Marie Yovanovich, durante la segunda jornada de audiencias públicas en el Congreso.

La veterana embajadora relató la presión de Giuliani al gobierno ucraniano, usando la ayuda militar a cambio de investigar al exvicepresidente, Joe Biden, y su hijo durante actividades empresariales en Ucrania. El rechazo a la ilegal manipulación “diplomática” de Giuliani, fue la causa de la destitución de Yovanovich el pasado mes de mayo.