Internacional

¿De qué me hablas, viejo?

Zheger Hay Harb

Así respondió el presidente de Colombia al periodista que le preguntó por el bombardeo del ejército en el que murieron más de quince niños reclutados de manera forzosa por una disidencia de las FARC.

El 16 de agosto pasado el ejército anunció que en una operación militar había dado de baja a alias Cucho, disidente de esa guerrilla y uno de los hombres más buscados del país y a 10 bandidos más que se encontraban en el campamento. De inmediato el sub presidente Duque (ya nadie duda de que el verdadero presidente es el ahora senador Alvaro Uribe) se apresuró a cobrar el triunfo: “Autoricé al Comando Conjunto de Operaciones Especiales (CCOES) adelantar una operación ofensiva contra esta cuadrilla de delincuentes narcoterroristas…Pues anoche, gracias a esa labor estratégica, meticulosa, impecable, con todo el rigor, cayó ‘Gildardo Cucho’, cabecilla de esa organización…Quiero felicitar a los héroes de nuestro país. Gracias por responderle a Colombia. Y vamos a derrotar a todos los que pretendan amenazar con las armas a Colombia”.

Pronto tuvo que pasar de la euforia a la derrota porque ese supuesto triunfo le significó la caída del ministro de Defensa luego de que se demostró que había ocultado al país que en esa “meticulosa e impecable” operación murieron varios niños. Al principio se habló de ocho y ahora se conoce que pudieron ser muchos más. Noticias Uno citó a un campesino que afirma que fueron 18, que entre ellos hay tres niños que fueron rematados por el ejército cuando trataban de huir y que al parecer una adolescente logró sobrevivir aunque perdió un brazo. Para ahondar la gravedad y el horror de estos hechos, el noticiero CM& informó que los campesinos de la zona declararon a su reportero que muchos de los niños que cayeron en esa operación habían llegado al campamento ese mismo día.

Citado a un debate de control político en el Congreso, en un comienzo el ministro dijo que no sabía que en el campamento hubiera niños, pero el personero del municipio aseguró que él mismo había informado al ejército que allí había menores. El alcalde de San Vicente del Caguán, municipio cercano, había dicho en un consejo comunitario, en presencia de funcionarios de Fiscalía, Procuraduría, ejército y gobernación departamental, que alias Cucho estaba recorriendo escuelas y veredas en plan de reclutamiento y el gobernador informó que cinco menores del área rural habían sido reclutados. Hace meses organizaciones sociales y organismos internacionales han venido denunciando el reclutamiento forzado de menores. El comandante militar de la zona, en el parte de una operación militar anterior que consideró exitosa señaló como uno de sus beneficios que “dos menores de edad son recuperados del conflicto”. Es decir, el ejército conocía esa realidad.

La madre de una de las menores declaró que esa banda se la había llevado a la fuerza de su casa en una zona rural y que ella logró llegar hasta el campamento y vio allí a su niña, pero ella le dijo que se fuera porque podían matarla si la veían. Todo parece indicar que el tal Cucho y sus facinerosos usaban a los niños como objetos sexuales.

La Fiscalía General informó que los menores muertos eran 8 y el Instituto de Medicina Legal confirmó que entre los muertos había 8 menores de entre 12 y 17 años y dos cuerpos aún sin identificar, con lo cual podría aumentar esa cifra. El ejército los presentó como “delincuentes muertos en desarrollo de operaciones militares”.

La muerte de los menores se conoció dos meses después por la denuncia del senador que citó el debate, que luego se convirtió en moción de censura, contra el ministro de Defensa por haber ocultado al país el abatimiento de los menores, lo cual culmina una cadena de errores de ese funcionario que se ha caracterizado por negar, contra toda evidencia, las muertes de líderes sociales y el asesinato de uno de ellos cuando estaba en poder de las fuerzas del orden.

El debate se centró en conocer si el ejército lanzó el operativo sobre un campamento en el que se sabía que había menores; si no lo sabía, entonces habría que determinar la falla de la inteligencia militar. Y una vez conocidos los hechos, por qué el ministro de Defensa ocultó esa realidad y por qué el presidente, comandante general de las fuerzas armadas, le mintió al país diciendo que esa había sido una operación “impecable y meticulosa”.

Una vez descubierta la realidad que habían tratado de encubrir, el ex presidente Alvaro Uribe justificó la acción diciendo: “Si hay unos niños que están en el campamento de un terrorista, ¿qué supone uno? ¿Llegarían allá por su curiosidad a jugar fútbol o fueron reclutados por el terrorista?” Imposible no recordar su respuesta cuando se conocieron los falsos positivos en 2002: “esos muchachos (asesinados por el ejército que los presentó como guerrilleros dados de baja en combate) seguro no estaban recogiendo café. Otros miembros del Centro Democrático (partido de gobierno) justificaron con mayor cinismo aún la acción.

En medio del escándalo, cuando ya había certeza sobre el ocultamiento de la muerte de los menores en el bombardeo y se había citado el debate al ministro de Defensa, un periodista le preguntó al presidente Duque qué opinaba sobre el caso. Fue cuando éste respondió: ¿De qué me hablas, viejo? En Colombia los bombardeos deben ser aprobados por el presidente de la República; los últimos tres lo han hecho y los han reconocido. En este caso ¿está el presidente tan falto de autoridad frente al ejército que le ocultan información, o tenía conocimiento y es cómplice del encubrimiento?

El ministro presentó su renuncia cuando ya era evidente que el Congreso aprobaría su destitución pero la justicia seguirá su curso hasta identificar y sancionar a los responsables. Esperamos que por lo menos en ese momento el presidente se entere de qué le hablaba el periodista.