Manuel E. Yepe
“Estamos debilitando nuestro propio perfil diplomático en todo el mundo y fortaleciendo el de China”, declaró Thomas Christensen, exsubsecretario de Estado Adjunto para Asuntos de Asia Oriental y el Pacífico, citado esta semana por The New York Times.
La tan reiterada y eufemística consigna política de Trump de “America First”, parece estar siendo trocada por Trump por la de “América última”.
Nuevamente, Estados Unidos se autoimpuso el aislamiento del consenso internacional en la reunión anual de la Asamblea Mundial de la Salud, el foro más alto de la Organización Mundial de la Salud, celebrada por teleconferencia desde Ginebra, hubo un rechazo casi unánime a la demanda de la administración Trump de una investigación de tipo inquisitivo sobre la pandemia de coronavirus.
La premisa de que partía la demanda de la Casa Blanca contra China y la OMS es que ambas son culpables del impacto mundial que está teniendo de la pandemia que hoy azota a la humanidad como una sola.
Trump ha acusado impúdicamente a China y a la OMS, sin argumento alguno que lo justifique, de ser causante de “matanzas masivas” por la supuesta mala gestión de la pandemia.
Estados Unidos, con servil apoyo de Australia, pedía que se hiciera una investigación “independiente” con investigadores ajenos a la iniciativa de Beijing o de la OMS para evaluar el brote de la enfermedad en la ciudad de Wuhan en diciembre. Se trataba de una propuesta del tipo de las que se realizan por equipos de inspectores de armas –tan a menudo manipulados por Washington– que han servido para incriminar a otros países por objetivos políticos.
En esta ocasión, sin embargo, prevaleció el consenso de los 194 países miembros de la OMS –el principal organismo afiliado a la ONU para la política de salud internacional– y se aprobó una resolución para una revisión exhaustiva de la respuesta mundial a la pandemia de COVID-19.
Hasta esa semana, cinco millones de personas infectadas en todo el mundo habían dejado más de 330,000 muertes. Se acordó también que el próximo estudio sobre este tema se realizará después de que la pandemia se haya sofocado, que se hará bajo los auspicios de la OMS y que no se basará en un enfoque específico sobre China. La resolución fue apoyada por China, Rusia y la Unión Europea, entre otros.
Fue así en repudio al llamamiento sin precedentes del presidente Trump para que se realizara una investigación unilateral sobre el manejo del brote de la enfermedad por parte de China.
Las epidemias mundiales del pasado, como el SARS y el ébola, siempre han sido examinadas por la OMS como una cuestión científica y médica, sin un programa acusatorio partidista. La politización del problema por parte de Trump también es contraproducente con el propósito de encontrar soluciones para prevenir futuras pandemias y para mitigar eficazmente la actual crisis mundial. El rechazo de la agria propuesta de Trump ha sido digno de beneplácito porque la politización de la pandemia en la forma en que su administración se ha esforzado por hacerlo no haría más que provocar peligrosas tensiones internacionales.
El cinismo de la administración Trump es tan evidente como audaz. Con la vista puesta en su reelección en noviembre, Trump está convocando el apoyo de los votantes al tratar de demonizar a China y a la OMS como causa de los estragos económicos y sociales que causan la pandemia. Con 38.5 millones de estadounidenses desempleados desde marzo, Trump busca chivos expiatorios para rehuir la responsabilidad ante el electorado estadounidense por la pésima respuesta de su administración, no obstante haber recibido amplias advertencias sobre la enfermedad dadas por China y la OMS en enero. Los comentarios burdos y arrogantes de Trump ponen de manifiesto la responsabilidad de su administración por el incumplimiento del deber de proteger la salud pública de los estadounidenses por el número de fallecidos.
La comunidad internacional se reunió esta semana de la manera adecuada para insistir en la acción colectiva contra la pandemia y para mostrar su solidaridad con las naciones más pobres. Por el contrario, Trump amenazó en una carta plagada de falsedades y distorsiones con cortar la contribución de Estados Unidos a la OMS. En medio de una crisis mundial, un ultimátum tan petulante es criminal.
Resultó que el presidente de China, Xi Jinping, anunció a la Asamblea Mundial de la Salud que Beijing se comprometía a destinar 2,000 millones de dólares para financiar a la OMS, suficiente para neutralizar la amenaza de Trump de cortar la contribución estadounidense.
La administración Trump ha tratado de cortar nación a nación, incluidos supuestos aliados suyos europeos, los aportes de innumerables acuerdos multilaterales, sobre todo los relacionados con controles de armas cruciales; y ha puesto su cara contra el consenso internacional básico y la diplomacia, como el rechazo a las sanciones que Estados Unidos ha impuesto unilateralmente a los países que luchan contra la pandemia del coronavirus.
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