México

Cientos de camiones cargan huachicol a la vista

PUEBLA, Puebla, 20 de noviembre (Periódico Central /SinEmbargo).- A las 9:00 de la noche en Xonacatepec, una de las juntas auxiliares de Puebla, inicia el comercio ilegal y clandestino de Gas LP. Cientos de unidades de transporte público llegan a través del bulevar principal para llenar sus tanques con la oferta de 6.50 pesos el litro, 4.50 pesos menos que su precio comercial más alto. Rutas de todas partes del estado llegan y eligen a alguno de los proveedores que se hospedan con sus pipas en terrenos baldíos, en estacionamientos de casas o en zonas despobladas.

La operación es al descubierto. Podría ser una de las zonas más grandes de México en donde se comercia con gas LP robado de los ductos de Petróleos Mexicanos (PEMEX). Las calles están plagadas de niños y jóvenes que trabajan como halcones, como se identifica a los que hacen labores de vigilancia para el crimen organizado. Beben cerveza mientras sus motocicletas están estacionadas, a la espera de cualquier indicación. Si ven a alguien ajeno a la comunidad, lo reportan; nadie puede entrar en autos particulares “extraños”, mucho menos tomar fotos o videos.

Todas las noches ingresan uno por uno más de 500 autobuses y vans de diferentes zonas de Puebla, hasta del estado vecino de Tlaxcala. Se dirigen con su proveedor de confianza, uno de los 20 que se encargan de la comercialización.

Al llegar al punto de abastecimiento, más niños están pendientes de algún operativo. Mientras todo siga en calma dirigen el tránsito para agilizar la carga de combustible. El operador sigue sus indicaciones. Entra al terreno donde está una pipa de Gas LP, se estaciona y apaga el autobús. Cinco personas operan el servicio. Con total naturalidad, uno de ellos jala la manguera y la conecta al vehículo.

En ocho minutos el tanque está lleno. Alguien más se acerca a cobrar y otros suben a la unidad, como si se tratara de una medida de seguridad.

Menos de 15 minutos tardan los choferes en entrar a Xonacatepec, cargar sus unidades y retirarse. Así, todos los días, decenas de unidades de las rutas Bulevar CU, los Rápidos de San Antonio, la 44 Verde, las rutas 27, 55, 3, 41 y 52, van y vienen sobre el puente, el acceso principal.

También se pueden ver unidades de Flecha Azul y la S19, que conectan a Puebla con municipios de Tlaxcala.

Compra y venta

El mercado negro del Gas LP es bastante redituable, tanto para los vendedores del producto como para los transportistas. Los concesionarios y choferes aseguran que gracias a esta actividad no han subido el pasaje; y la tarifa se mantiene en 6 pesos.

El precio del gas en empresas legalmente establecidas oscila entre los 9 y 11 pesos, dependiendo de cada expendedora. En Xonacatepec, el “precio oficial” es de 6.50 pesos. Hasta hace un par de semanas era de 6, pero un operativo de la Procuraduría General de la República (PGR), en el que perdieron pipas, los obligó a subir el costo para volver a capitalizarse.

El ahorro es significativo para cualquiera que viva de recorrer distancias: de pagar alrededor de mil 100 pesos para llenar un microbús, en esta junta auxiliar pagan 650 pesos.

Cadena de delincuencia

Este negocio no sería posible sin las bandas dedicadas al robo de gasolina y gas. Porque, claro, antes de vender el Gas LP en Xonacatepec, las pipas deben ser llenadas con el combustible barato.

Las zonas de carga son Villa Frontera, el Periférico Ecológico y la autopista Puebla-Orizaba. Y en algunos casos, en Acajete. Allí están las tomas clandestinas, de acuerdo con distintas fuentes. Y allí se llenan las pipas.

El precio que se paga a los huachicoleros es de 3 pesos por litro. Los intermediarios ganan un poco más de 50 por ciento al vendérselos a los transportistas.

Evolución del negocio

La venta clandestina de Gas LP no es nueva en Xonacatepec. Pero en la actualidad han mejorado el servicio. Hace una década era común observar a pipas que en algunas calles sin viviendas alrededor se paraban y citaban a los choferes para que les cargaran el combustible.

En ese entonces no era tan redituable y era un negocio de pocos. Sin embargo, paulatinamente fue mejorando. Algunas personas decidieron habilitar sus estacionamientos. Metieron una pipa y cuando llegan las unidades, cerraban los portones para evitar que los vecinos se dieran cuenta. Solamente entraba un vehículo.

El negocio se revolucionó a tal grado que hasta hace unas semanas operó un mega-estacionamiento, en el que entraban al menos cinco microbuses para ser abastecidos.