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Inteligencia Artificial, nueva guerra armamentista

La carrera para dominar la Inteligencia Artificial es, de hecho, una carrera armamentista. Como señaló el líder ruso Vladimir Putin, “el futuro pertenece a la inteligencia artificial” y quien la domine primero, gobernará el mundo

* La inteligencia artificial es, en el sentido amplio de la palabra, un arma; y, como todas las armas, puede ser usada para defendernos, pero también podemos ser atacados por ella. Así que reformulemos la anterior pregunta: ¿cómo de vulnerable es la inteligencia artificial a un ataque realizado recurriendo a la propia inteligencia artificial?

* La Inteligencia Artificial, es decir, el estudio de las máquinas que pueden imitar la inteligencia humana está, sin duda, revolucionando nuestro mundo, transformando la forma en que aprendemos, compramos, nos entretenemos, y más

* Se calcula que cinco millones de puestos de trabajo serán reemplazados por la tecnología para el año 2020 y, según el Foro Económico Mundial de Davos, el 50 por ciento de las actividades de la fuerza laboral actual estarán automatizadas para el año 2055.

PEKIN, China, 25 de agosto (Agencias).- Hasta ahora, el mundo digital estaba capitalizado por Estados Unidos, donde nació Internet y donde se han desarrollado las principales compañías tecnológicas del planeta. Solo Japón ejercía contrapeso gracias a sus avances en robótica. Pero a nadie le inquieta que el país del sol naciente lidere algunos aspectos del futuro, ya que sus lazos con Estados Unidos permitirán crear sinergias con Occidente para modelar las nuevas tecnologías según sus intereses. Ahora, sin embargo, hay un tercero en discordia y una disruptiva tecnología en juego. Ese país es China. Esa tecnología es la Inteligencia Artificial (IA). Y las dudas y el temor vienen de su mano.

Se calcula que cinco millones de puestos de trabajo serán reemplazados por la tecnología para el año 2020 y, según el Foro Económico Mundial de Davos, el 50 por ciento de las actividades de la fuerza laboral actual estarán automatizadas para el año 2055. La Inteligencia Artificial (IA), es decir, el estudio de las máquinas que pueden imitar la inteligencia humana está, sin duda, revolucionando nuestro mundo, transformando la forma en que aprendemos, compramos, nos entretenemos, y más.

Seamos claros: la carrera para dominar la Inteligencia Artificial es, de hecho, una carrera armamentista. La negación china sería risible si no fuera tan amenazante. Como señaló el líder ruso Vladimir Putin en el 2017, “el futuro pertenece a la inteligencia artificial” y quien la domine primero, gobernará el mundo.

La Inteligencia Artificial está cada vez más presente en nuestro día a día: a medida que aumenta su ámbito de uso, tanto nosotros como las grandes empresas o los gobiernos pasamos a depender más de esta tecnología. Y, a medida que esto ocurre, nos vemos obligados a valorar no sólo su funcionalidad, sino también su seguridad: ¿Qué probabilidad existe de que la Inteligencia Artificial falle o, peor aún, de que sea vulnerable a un ataque?

La inteligencia artificial es, en el sentido amplio de la palabra, un arma; y, como todas las armas, puede ser usada para defendernos, pero también podemos ser atacados por ella. Así que reformulemos la anterior pregunta: ¿cómo de vulnerable es la inteligencia artificial a un ataque realizado recurriendo a la propia inteligencia artificial?

El gigante asiático ya es el primer productor mundial de trabajos de investigación sobre Inteligencia Artificial y uno de los mayores registradores de patentes relacionadas con el tema. Sus empresas atraen cada año centenares de millones de dólares de capital de riesgo, de manera que están emergiendo gigantes como Alibaba, Baidu o Tencent, capaces de mirar a los ojos a sus equivalentes estadounidenses (a saber, Amazon, Google y Apple).

Sin embargo, el miedo estadounidense no se limita a lo económico, sino que se vislumbran por detrás asuntos meramente políticos: si las empresas chinas lideran la Inteligencia Artificial, la influencia del gobierno sobre estas compañías permitirá que se beneficie de su tecnología, lo que supondría reforzar el papel global del país asiático. Resulta curioso que en Estados Unidos se echen a temblar ante la posibilidad de que China consiga más poder mundial gracias a la Inteligencia Artificial precisamente ahora que le han puesto la alfombra roja al país a causa de las políticas nacionalistas de Donald Trump, que han permitido que China adquiera un papel aún más relevante en la escena internacional.

Con la Inteligencia Artificial, sin embargo, subyace un riesgo que supera a lo económico, a lo político y a lo estratégico: el connatural a la propia tecnología. Muchos esperan con ansia la llegada de la ‘singularidad’, el momento en el que las máquinas serán más inteligentes que los humanos. Otros han transformado esas ansias en verdadero pánico: que una máquina supere a los humanos podría resultar peligroso. Silicon Valley apuesta por esta segunda vía, y por eso está diseñando un marco ético que permita desde desconectar estos sistemas si se aprecia algún tipo de riesgo, hasta prohibir la creación de armas autónomas.

El problema es que China no entra, al menos de momento, en estos planes y sigue desarrollando esta tecnología por su cuenta. Por eso, algunos analistas internacionales observan con recelo que el gigante asiático lidere una tecnología que determinará en gran parte el futuro de la propia Humanidad. Y a quien tienen miedo es al Estado, influyente como nadie en lo que respecta a libertades públicas. Si se hace con algoritmos capaces de crear predicciones acertadas, muchos activistas piensan que el verdadero perjudicado no será Estados Unidos, sino los ciudadanos, que podrán ser controlados con mucha mayor facilidad que hasta ahora.

La posición de estos expertos puede resultar hipócrita de primeras, dado que las empresas y gobiernos occidentales no son mucho más benévolos a la hora de utilizar estas tecnologías. Sin embargo, el imperio de la ley y la posibilidad que tienen los ciudadanos de denunciar los abusos permiten que exista cierto equilibrio en este asunto. Algo que no ocurre de igual modo en China, un país donde 700 millones de personas utilizan un smartphone y dejan un rastro de datos allá por donde van, y donde el Estado siempre tiene la última palabra.

La meta de China no es solo ser competitiva en todo el mundo, más bien ya alcanzó ese objetivo. Tampoco se trata de hacer artefactos geniales. El PCCh aspira a la dominación global, buscando nada menos que la hegemonía global, lo que incluye dejar fuera del negocio a países como Alemania, Japón e incluso los Estados Unidos. Estas áreas tecnológicas incluyen robótica, vehículos autónomos y eléctricos, biotecnología, aviación e Inteligencia Artificial.

Todas estas tecnologías van a ser importantes, por supuesto, pero la Inteligencia Artificial tendrá un rol especial en el dominio global planeado por China en un futuro no muy lejano. Claro, en el reciente Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, el liderazgo del PCCh recalcó que quiere hacer crecer la economía china de una manera que sea “complementaria” al orden mundial existente. Algo difícil de creer.

Seamos claros: la carrera para dominar la IA es, de hecho, una carrera armamentista. La negación china sería risible si no fuera tan amenazante. Como señaló el líder ruso Vladimir Putin en 2017, “el futuro pertenece a la inteligencia artificial” y quien la domine primero, gobernará el mundo.

Aplicaciones ilimitadas de la Inteligencia Artificial

En realidad, este es precisamente el caso. Las aplicaciones de la Inteligencia Artificial en el sector militar y de defensa son prácticamente ilimitadas, desde máquinas de guerra autónomas del tipo “Terminator” hasta ordenadores autodeterminados que podrían decidir lanzar un ataque nuclear sin supervisión humana. Pero estas desagradables aplicaciones militares son solo el principio.

Las aplicaciones de la Inteligencia Artificial en otras y todas las áreas de la vida son prácticamente infinitas. Para tener una idea de cómo la Inteligencia Artificial impactará en nuestro mundo, piense en cómo el internet en los objetos ha cambiado la forma en que cada dispositivo electrónico está conectado digitalmente y puede ser controlado remotamente vía internet. Literalmente no hay techo para la Inteligencia Artificial.

¿La desventaja? Este nuevo nivel de sofisticación ofrece niveles de vigilancia sin precedentes en poblaciones enteras. En resumen, la Inteligencia Artificial ofrece a las autoridades la tentación del control totalitario sobre su pueblo como nunca antes. Como cualquier tecnología nueva, lo que importa es cómo se usa.

Por supuesto, China conoce las posibles aplicaciones totalitarias de la Inteligencia Artificial tan bien como cualquiera. Emplea aspectos de la Inteligencia Artificial y otras tecnologías en su sistema de “Crédito Social”. Su aplicación de la Inteligencia Artificial y otras tecnologías “inteligentes” permiten a las autoridades chinas controlar los datos personales de los ciudadanos, su historial de comportamiento, sus preferencias personales y sus hábitos, desde rasgos personales como el consumo de alcohol y las condiciones médicas, hasta el número de multas de aparcamiento no pagadas que puedan tener y, por supuesto, las opiniones contrarrevolucionarias que puedan haber expresado.

Advertencia para el mundo

Expresar preocupaciones sobre las capacidades e intenciones potenciales de China no es alarmista, ni siquiera anti-china. Es simplemente un reconocimiento de los hechos y un reconocimiento de la historia, el temperamento y los objetivos declarados del brutal régimen actual de China. George Soros, difícilmente conservador, está de acuerdo.

Como potencia económica y militar mundial de primer orden, si China domina la Inteligencia Artificial en sus aplicaciones militares y logra una posición de superioridad sobre Occidente -y en particular sobre Estados Unidos- amenazaría todo el sistema mundial de comercio, finanzas y libertad. La era clásica del comercio liberal en el mundo probablemente dejaría de existir.