Opinión

La Guerra y el Tren de Santa Cruz

Carlos Francisco Chablé Mendoza*

La enorme información vertida en las redes sociales acerca del llamado “Tren Maya” hizo que recuerde la reserva que tenemos también de información sobre un tren militar que enlazó Vigía Chico, el primer puerto del territorio federal de Quintana Roo, con Santa Cruz, lo que es hoy Felipe Carrillo Puerto. Casi siempre hago una breve mención de antecedentes al abordar temas como este, y en este caso la Guerra de Castas es el antecedente a la construcción del mencionado ferrocarril. De esta manera la guerra, el trenecito militar de triste memoria, los intentos de enlazar a esta parte de México (en donde el sol sale primero) a la red ferroviaria del país desde la época de la dictadura porfirista hasta épocas más recientes, pueden considerarse también como antecedentes de la construcción del proyecto de Tren Maya que, de concretarse, sería cuando menos hasta el año 2020.

De esta manera, haciendo referencias previas al tren militar les diré que aunque ya ocurrían levantamientos desde varios años antes, en la historia oficial se considera el 30 de julio de 1847 como la fecha de inicio, en Tepich, de lo que se conoce como la Guerra de Castas. Luego de tres años de lucha sostenida por proteger y recuperar su territorio, los mayas rebeldes se replegaron estratégicamente al sur oriente de la Península de Yucatán, se consolidaron nuevamente como dueños de este inmenso territorio que hoy es Quintana Roo y fundaron su capital sagrada: Santa Cruz X-Baalam Naj, hoy Felipe Carrillo Puerto, el 15 de octubre de 1850.

Lejos del gobierno central vivieron medio siglo de autonomía recreando su cultura y practicando una nueva religión en torno a la Santísima Cruz. En ese mismo lapso, por supuesto que existieron contradicciones entre ellos y hubo también una reina, sacerdotisa y líder militar que impuso el orden en esos momentos críticos, se llamó María Uicab.

En 1897, pese a que el gobierno del dictador Porfirio Díaz no lograba aún el control de esta región otorgó una concesión a la Compañía Ferrocarriles Sudorientales de Yucatán para construir una vía férrea de Peto a la bahía del Espíritu Santo, otra vía de Valladolid a Tihosuco u otro lugar que entroncara con la línea Peto-bahía de la Ascensión, además de otra que enlazara Tihosuco con la bahía del Espíritu Santo. El 19 de diciembre de 1898, luego de más de cuatro décadas en las que los mayas rebeldes gozaron su autonomía, comenzó oficialmente la última campaña militar en su contra. Esta habría de culminar el 3 de mayo de 1901, cuando el general Ignacio A. Bravo y su ejército tomaron la plaza de Santa Cruz X-Baalam Naj encontrándola desierta.

Habían sido varios los intentos del ejército mexicano para llegar a Santa Cruz con el objetivo de lograr la pacificación de los rebeldes. Los oligarcas querían explotar las grandes riquezas naturales de esta porción de la Península de Yucatán y el Congreso yucateco autorizó el 2 de febrero de 1900 un empréstito por 300 mil pesos para financiar dicha campaña contra los indígenas.

De esta manera, luego de casi dos años y medio de iniciada dicha campaña, el ejército tomó la capital maya, como señalamos, en mayo de 1901, y de inmediato comenzaron los estudios para establecer un ferrocarril militar. En diciembre de 1901 se contrató en Nueva Orleáns el material para instalar el ferrocarril que consistía en 60 kilómetros de vía férrea de 60 centímetros de ancho, diez carros furgones de 6 toneladas, catorce carros plataforma de 3 toneladas y tres locomotoras de 40 HP. El costo total fue de 239 mil 967.59 dólares, a lo que se sumó la cantidad de 8 mil 622 dólares para herramientas, construcción de plataforma y arreglo de la vía.

La construcción de la vía cubrió el trayecto de casi 57 kilómetros entre Vigía Chico y Santa Cruz de Bravo, así se llamó en ese entonces esta ciudad en homenaje al general wach exterminador implacable de mayas, y como parte del funcionamiento del tren se construyó también un sistema telegráfico. Al mismo tiempo la acción militar contra los mayas fue brutal, genocida. De ahí su reacción mediante guerrillas saboteadoras.

Fue hasta el 1 de junio de 1904 que se dio por terminada oficialmente la campaña contra los mayas. El 6 de diciembre de ese mismo año el congreso de la Unión otorgó al general Porfirio Díaz la condecoración del Gran Cordón del Mérito Militar por haber logrado con “la conquista de los mayas rebeldes de Quintana Roo la unión de la patria”.

Los trabajos para la construcción de la vía del tren militar concluyeron a fines de 1904, pero su inauguración oficial fue hasta el 4 de septiembre de 1905. Esta obra estaba vinculada con la campaña de exterminio contra los mayas cruzo’ob porque posibilitó el aprovisionamiento de las tropas federales, por ello también durante siete años los mayas realizaron hostigamientos y ataques constantes al tren militar.

En 1915, luego de que el gobierno revolucionario devolvió Santa Cruz a los líderes mayas, estos decidieron destruir lo que quedaba del ferrocarril militar y el sistema telegráfico, así como de todo aquello que les recordara la etapa de persecución implacable que realizó contra los mayas el general Bravo y sus tropas. Entre 1905 y 1912 los mayas realizaban constantes hostigamientos y ataques al tren militar y cuando el general Bravo fue expulsado de Santa Cruz comenzaron a destruirlo. En 1913 el gobernador del territorio, el general Arturo Gracilazo Juárez ordenó su reconstrucción. En 1915, luego de la devolución de Santa Cruz a los líderes mayas estos decidieron destruir lo que quedaba del ferrocarril. En 1918 el general Venustiano Carranza otorgó una concesión al líder maya Francisco May para el uso de lo que quedaba de la vía del tren en la transportación del chicle durante el auge en la explotación de este látex. El 1 de febrero de 1927 el presidente de la república otorgó un contrato para reconstruir y explotar el ex ferrocarril militar a Miguel Ángel Ramoneda y se lo entregó en concesión por 50 años provocando con esta medida el declive del cacicazgo del general May. En agosto de 1929 May solicitó nuevamente la concesión del ex tren militar lo que aprobó el gobierno cancelando la concesión que había otorgado a Ramoneda. En 1932, cuando la producción de chicle llegó a su nivel más bajo, el uso de las vías también dejó de ser importante.

El ya fallecido historiador de Quintana Roo, Francisco Bautista Pérez, mencionó que después de permanecer en el olvido por casi 35 años, el 11 de febrero de 1967 fue retomado el tema de incorporar el territorio federal de Quintana Roo a la red nacional de ferrocarriles. En una ponencia el ingeniero Ramón López Peraza planteó que el ensanchamiento de una parte de la vía ferroviaria Mérida-Peto y su prolongación hasta Quintana Roo con 325 km de nueva vía tendría un costo en ese año de 141.8 millones de pesos. Este cálculo fue parte de su ponencia presentada durante un seminario nacional sobre ferrocarriles celebrado en la Ciudad de México. No sucedió nada.

Ahora, cincuenta y un años después escuchamos de nuevo que un tren pasará por Carrillo Puerto, corazón de la Zona Maya, todos los que tienen acceso a redes sociales pueden encontrar abundante información al respecto, a favor y en contra. Repito, todos los que tienen acceso a internet. Mientras tanto, en las comunidades mayas donde viven los descendientes de los que una vez y hace tiempo ejercieron su autonomía, nada o poco saben al respecto, me refiero al Tren Maya. Chen lelo’

Fuentes

Nelson Red: La Guerra de Castas de Yucatán, ed. Era, 1971; Juana María Rangel Vargas: “Un ferrocarril militar en la selva quintanarroense. La vía decauville de Vigía Chico a Santa Cruz de Bravo. 1901-1939”, tesis de licenciatura, UNAM, 2005, y Francisco Bautista Pérez: Efemérides quintanarroense, tomo I.

*Cronista de Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo.