Hugo Carbajal Aguilar
Encontramos un texto elaborado por el pueblo maya, texto en el cual exige a todos los gobiernos atención y compromiso. Acusa a estos gobiernos de imponer sus intereses, de sordos, de enemigos de los bienes de la naturaleza, de dividir a los pueblos, de elaborar leyes que convienen a sus propios intereses mezquinos, de querer despojar a los pobres de su territorio. Por eso notifican a todos los gobiernos y se hacen presentes no pidiendo, exigiendo.
¿Cuántos pueblos originarios tenemos? Más de 60. Esta pluriculturalidad es elemento de enriquecimiento nacional. Su organización, su relación con la naturaleza, sus alimentos, sus cosmogonías. Somos una nación afortunada en ese sentido y esto nos obliga a conocernos mejor para preservar lo valioso, enriquecerlo y fortalecerlo.
No se trata de quebrarse el coco, se trata de constatar nuestras evidencias históricas, nuestras tradiciones ancestrales aprendidas de estos nuestros pueblos originarios, de su vida común y sencilla, de su lenguaje pleno de riqueza, contenidos, referencias y significados profundos. Tenemos ejemplos para aventar pa´rriba como se decía, de los nahuas, de los mayas, de los totonacas…purépechas, mixtecos, zapotecos, tlahuicas…
En Xoxocotla, por ejemplo, cuyos pobladores se manejan en náhuatl –a escasos 7 km. de Zacatepec y menos de 30 de Cuernavaca- tenemos muchos ejemplos de organización comunal, de debates serios acerca de problemas colectivos, de decisiones que se respetan. Ya ha sido reconocido como municipio y se apresta ahora a organizarse como sólo ellos –hombres y mujeres- lo sabrán hacer. Sus fiestas populares se caracterizan por la fraternidad, por las ganas de compartir la comida recibiendo amistosamente a los visitantes. Cuentepec, Tetelcingo y Hueyapan son otras comunidades de pueblos originarios. La riqueza cultural es mucha y muy variada.
Este renglón de atención directa a estos pueblos es otra deuda que los gobiernos tienen y deben saldarla. No se trata de asistencias sociales o de actos de caridad o de benevolencias malentendidas. Se trata de escuchar atentamente las demandas urgentes y de resolverlas no en plan paternalista sino derivando la solución expuesta por los mismos pobladores.
Dejemos por hoy la palabra al pueblo maya que en este texto se hace presente y reclama para sí atención y compromiso.
…“Cada pueblo tiene su corazón, su historia y sus ganas de vivir; sabemos que esos son nuestros derechos. Desde hace mucho tiempo nos han lastimado tratando de acabarnos como pueblo. No reconocen a nuestras autoridades y menos nuestro modo de hacer justicia y, como siempre, quieren despojarnos de nuestro territorio.
Ahora no quieren que seamos nosotros los que cuidemos los montes, el aire, el Sol, los animales, las plantas. Acuérdense, lo dijo el Chilam Balam, todas esas cosas tienen que cambiar si queremos seguir viviendo juntos aquí. Ki’ u’uy a u’uye’ex.
…“Ya nos dimos cuenta, que no representan a todo el pueblo… (…) están representando a los partidos políticos y los intereses que no son del pueblo, y ellos dicen que lo único que tenemos que hacer es respetar las leyes, esas que hoy nos están perjudicando y no nos convienen. Para nuestros compañeros y compañeras que no piensan como nosotros y que con su trabajo nos lastiman, les pedimos que se den cuenta que hay tiempo todavía para cambiar las cosas, porque quedan muchas semillas para sembrar y están hondas las raíces que tenemos. No crean que todos ya se rindieron, hay mucho que hacer.
…“Esas sus leyes que hicieron, según su conveniencia, nos han dividido: las del ejido, las de los municipios, las de la justicia y de cómo se gobierna. Mucho tiempo ni siquiera decían que existimos, ahora lo dicen y nos quieren obligar a hacer las cosas a su modo, hasta cómo sacar acuerdo diciendo que nos consultan. Todas las leyes que nos perjudican las hicieron sin nosotros, conocemos que tenemos el derecho de decirlo. ¡Si cuando menos nos preguntaran a nosotros lo que pensamos, sería otra cosa! Nos han dividido los partidos, las iglesias, los programas políticos, las limosnas en las elecciones; todo esto nos duele mucho y no queremos seguir así. Se los estamos diciendo: ya no queremos vivir así. Ki’ u’uy a u’uye’ex.
…“Hemos acordado esto: en Homún no queremos que pongan una granja de cochinos junto a los cenotes; en Kimbilá no queremos que hagan lo que se les antoje como el mercado sobre el campo de fútbol, lo queremos en otro lado; en Kanxoc ya resolvimos unir los ejidos que dividieron; en Copó no queremos un muro como el de la hacienda en medio del pueblo para que vivan adentro los que no son del pueblo; en Chablekal y en Chocholá no queremos que el ejido tome las decisiones sobre los montes y el aire, el Sol y el agua, porque es de toda la gente.
…“No les vamos a entregar nuestras mejores semillas y nos defenderemos cada vez que quieran rociar de veneno la tierra.
…“No vamos a esperar que ustedes hagan sus consultas, nosotros sabemos tomar decisiones. Siempre lo hemos hecho”. ¡Ki’ u’uy a u’uye’ex!”.
Como se advierte, estos párrafos breves nos ilustran. No hay nada nuevo en la búsqueda de mejores formas de organizar la sociedad para convertirla en una auténtica comunidad, para hacer realidad la tarea política entendida como la administración de los bienes comunes que deben ser repartidos con equidad, es decir, dándole más a quien más necesite.
Los gobernadores priístas de Veracruz, Chihuahua, Nayarit, Quintana Roo y hasta los de Morelos y Tabasco -entre otros- nunca entendieron estos planteamientos. Sólo obedecieron a sus insaciables apetitos monetarios.
Aquí en Morelos esperamos que ahora que el Cuau maneja el balón sepa qué hacer con él. O al menos, le caiga el veinte…