Opinión

El tren en el Sureste mexicano

Jesús Peraza Menéndez

 

Las comunidades y pueblos indios no solamente deben ser consultados por ley que asegura la integridad de territorio-cultura-sociedad, mayas en la Península de Yucatán, tzentales, tzotziles de Chiapas; chontales -hay una diversidad de otras sociedades todas mayenses-; mixtecos y zapotecos de Oaxaca, para asegurarse de que los trenes sean para ellos, para transportarse y mover su producción, incluso votaron por AMLO-MORENA que en sus reuniones y giras propuso el tren, votaron por el tren, entre otras necesidades.

Los que vivimos el trabajo diario en las comunidades de productores y reservas humanas de mano de obra para los centros urbanos, sabemos de las penurias para mover pasaje y mercancías, malo, inhumano, caro, peligroso.

El transporte en México es un monopolio, un pulpo que controla el tránsito en la carreteras, vías aéreas y marinas y que se embolsa entre el 25 y 30% de los ingresos de los trabajadores, arrebata una parte que debería ser destinada a la salud, la educación, la recreación, restauración de ecosistemas arrasados con la explotación petrolera, las hidroeléctricas, el saqueo forestal, la ganadería extensiva, el despliegue urbano con sus efectos contaminantes, consume ecosistemas y arroja sus desechos, de polímeros en gas, en sólidos y líquidos, las aguas residuales, los detergentes.

El enfoque de los empresarios es reducirlo al negocio turístico DEPREDADOR.

Nuestra lucha es hacer público-social-productivo, el transporte de masas. El tren de la Revolución.

El revolucionario general Salvador Alvarado comprendió esta situación, apoyó el rescate de los ferrocarriles en Yucatán pero organizó con Felipe Carrillo Puerto las Ligas de Resistencia Campesinas, Obreras, de Mujeres, Populares para controlar el transporte. La reflexión colectiva es romántico-ecosocialista, debe atender la producción para la reproducción social, es indispensable como el Metro en la Ciudad de México.