Opinión

La doble moral de Justin Trudeau

Jorge Lara Rivera

A juzgar por lo que POR ESTO! hizo de conocimiento público en la semana mediante diversos artículos, Justin Trudeau pertenece por derecho propio al cartel de farsantes y evasores fiscales con integrantes tan connotados como el estadounidense Donald Trump, pero igualmente los Claudio Xavier González (Laporte y Guajardo) y los Reyes Heroles González Garza (Federico y Jesús) que en México encabezan influyentes membretes de “la sociedad civil organizada” los cuales resultan paradójicos por la ironía de sus supuestas metas sociales y sus praxis viciosas personales. En apariencia adscrito y continuador de la tradición política de izquierda de su padre, el célebre y respetado Pierre Trudeau; e instalado en el poder abanderando al progresismo canadiense, Justin se ha revelado como todo un despreciable y avaricioso ‘yuppie’ cuya voracidad lo ha llevado a desarrollar una política intervencionista contra América Latina como nunca antes en la historia de sus relaciones.

Liado al Canadá francés con algunos de sus traspiés internacionales, como su apoyo al paneuropeísmo independiente promovido por Emmanuel Macron, a su personal historial criminal, Justin Trudeau quien fue inesperadamente enlistado entre las celebridades internacionales del deporte, la farándula, la política y las finanzas mega evasoras fiscales que colocaron sus fondos en países de laxa legislación sobre el origen de éstos en el Caribe y Asia, exhibidas por “Papeles del Paraíso” sobre el affaire “Panama Papers”; y dócilmente se prestó a hacer el trabajo sucio de su vecino Estados Unidos con la irregular aplicación extraterritorial de la Ley, ignorando la soberanía de los países, en el caso de la detención de la milmillonaria Wanzhou Meng, directora financiera de Huawei, gigante de la electrónica china, arrestada en Canadá y en polémico proceso de extradición allí a solicitud de Estados Unidos por “violar las sanciones que se impuso a Irán”; añade ahora la obstrucción de la justicia por la cual evitó sancionar a la empresa constructora SNC-Lavallin domiciliada en Montreal, Quebec, relacionada con la minería, la metalurgia y la energía, con una nómina de 50 mil empleados en 50 países, operaciones facturadas en 2017 por 6 mil 932 millones de dólares estadounidenses con 160 países.

Y fue para impedir que se la sancionara ante la evidencia de que ésa sobornó a funcionarios libios de la era de Khadafi, según reveló Jody Wilson-Rayboult ex procuradora, degradada por rechazar las presiones veladas del gobernante para dejar de lado la investigación del caso, que Trudeau se ensució las manos buscando encubrir el desaseo de esas prácticas empresariales pretextando inescrupuloso y cínico “cuidar empleos” e “inversiones” de su país, de modo muy semejante a D. Trump en el caso del asesinato exprés en un consulado de Oriente contra el periodista saudí árabe Jamal Khashoggi en Estambul, Turquía, refugiado en Estados Unidos y el cual se involucró al reino wahabí de Arabia Saudita y obstruyendo investigaciones del “Rusiagate” que lo llevó al poder. Coincidentemente su régimen se ha comportado en el caso Venezuela a la que ha intentado despojar del control de sus empresas, como agente de las mineras canadienses con intereses internacionales bajo la mascarada de promover la democracia y defender derechos humanos que Canadá viola en sus civiles perteneciente a las primeras naciones de ese país y haciendo mancuerna con el injerencismo de Washington en América Latina. Y aunque critica en otros aferrarse al poder, Justin Trudeau se niega a renunciar, como le exigen, por violar la ley.

La buena noticia para Venezuela es que si resiste, en los próximos comicios de otoño, Trudeau podría perder la reelección y la dupla injerencista norteamericana quedar coja de una pata.