Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Es tanto lo que hay que hacer en México para encauzar cambios de fondo en favor de la sociedad en su conjunto que es preciso fijar prioridades. Entre ellas ocupa un primerísimo lugar la lucha contra la pobreza, fenómeno que crece de manera acelerada desde hace 36 años. Sin embargo, no se vislumbra aún una estrategia para revertir este flagelo que forma un círculo vicioso cada vez más amplio.
El turismo es una industria que podría ser un motor eficaz para combatir la pobreza endémica, pero por lo visto en la Secretaría de Hacienda no tienen esta percepción. Así lo patentiza la desaparición del Consejo de Promoción Turística de México, organismo que debió mantenerse pero de manera que sirva eficazmente al objetivo para el que fue creado, con la rectoría del Estado.
Con el afán de consumar la política de austeridad al máximo, se está cayendo en excesos antieconómicos, tal como se está observando en los meses que lleva la actual administración federal. En el turismo nuestro país tiene un gran futuro, pero es preciso que el gobierno trabaje con visión estratégica para lograr economías de escala en las entidades con vocación turística. Y lo principal, tomar las riendas de los mecanismos económicos que se necesitan para integrar a las poblaciones al sector.
La austeridad llevada al extremo es un modo eficaz para deprimir social y económicamente a una nación. Las clases mayoritarias son las que llevan la carga de tan infausta estrategia. No hay que olvidar que éstas tienen más de tres décadas de caer en más dramáticos niveles de pobreza año tras año. El cambio tan prometido debe verse en los bolsillos de los trabajadores. Está muy bien que se haya roto la barrera de un dígito del salario mínimo, pero de nada va a servir si los nuevos salarios se los traga la inflación y el estancamiento.
Es hora ya de tomar acciones encaminadas a que el sector público tenga más presencia en la economía en su conjunto. Que sean los hechos lo que demuestre que se están combatiendo los abusos del neoliberalismo. Por lo pronto, es claro que este año todo seguirá igual en cuanto al modo de distribuir el presupuesto de egresos, en beneficio de los pocos empresarios y financieros de siempre, lo cual es muy preocupante. Es entendible que el presidente Andrés Manuel López Obrador quiera ganar tiempo para enderezar un barco que se estaba yendo a pique. Pero sin la tripulación (el pueblo) no será posible evitar que se hunda.
Luego de casi cuatro décadas de la venta de garaje que representó el neoliberalismo en México, es hora de que el gobierno asuma su compromiso de poner en marcha una economía mixta que compita con los grandes intereses globales y nacionales que con tremenda voracidad se llevaron la gran tajada de la riqueza del país. El turismo es una industria en la que la rectoría del Estado debe ser asumida con responsabilidad y firmeza.
La nación espera ver con hechos que hay voluntad de cambios reales, en beneficio de las clases mayoritarias. Es ahora o nunca. Sería fatal que todo siga igual que antes, como lo evidencian diversas acciones. Hasta la maestra Elba Esther Gordillo ya busca regresar a la dirigencia del magisterio.