Opinión

Tecnológicos, su modelito educativo

Hugo Carbajal Aguilar

I

Muchos problemas tiene que afrontar el Presidente de la República con los pueblos originarios y con las autoridades que portan nombres de ese origen. Con Cuauhtémoc, con Cuitláhuac y con Moctezuma. El gobernador de Morelos, el de Veracruz y el Secretario de Educación respectivamente. Ninguno de los tres está dando resultados concretos.

El primero se distingue porque sencillamente no le interesas gobernar, ha delegado las responsabilidades en sus cuates y se ha dedicado a hacerse el importante. No le importa la inseguridad rampante cuyos criminales se atreven a asesinar a las mismas puertas del Palacio de Gobierno. El otro problema es que no tiene la menor idea de nada y los morelenses ya le ensartan en las redes muy ilustres y célebres calificativos. El segundo está inmovilizado y pasmado por la criminalidad imperante aunque él sí se muestra preocupado y afanoso.

Y el tercero –Moctezuma Barragán– tampoco sabe más que obedecer a su jefe y mostrarse absolutamente obsecuente. Carga la responsabilidad de haber traicionado los Acuerdos de San Andrés cuando fue Secretario de Gobierno con Zedillo a quien jamás le expresó la mínima opinión que contradijera sus ocurrencias o sus dislates privatizadores y sus abusos. ¡Vaya! Ni cuando lo del FOBAPROA, saqueo legalizado de los dineros del pueblo en favor de los Bancos extranjeros. Precisamente la Reforma Educativa se ha discutido a pesar suyo pues según politólogos del Seminario de Perspectivas Críticas en Educación en México y Latinoamérica Esteban Moctezuma comparte las propuestas y planteamientos de Andreas Scheleicher, Director de Educación de la OCDE, y las de la Fundación para la Excelencia en Educación de Jeb Bush, a quienes respaldan otra Fundación, la de Bill y Melinda Gates.

Cuauhtémoc ya ha llenado espacios de crítica permanente. Cuitláhuac necesita ayuda urgente y Esteban Moctezuma bien haría en retirarse con relativa dignidad. Veamos lo de la Reforma educativa.

Se ha generado la discusión sobre excelencia/calidad educativa, aprendizajes y rentabilidad económica. El Banco Mundial insiste en imponer sus criterios mercantiles a la Educación de nuestros países, afirma: “Lo que verdaderamente importa y genera rentabilidad es aprender y adquirir habilidades”. Habilidades que serían necesarias en el mercado de trabajo para cobrar en un OXXO, despachar gasolina, ser mucama o atender al turismo internacional en los grandes hoteles de nuestros sitios paradisíacos. Por supuesto el trabajo dignifica, no estamos denigrando ninguna clase de trabajo. Nos referimos al ninguneo absoluto que nos dan las megaempresas y los emporios internacionales. Ellas quieren generar personas útiles al mercado no benéficas a sus comunidades. Eso es lo que quieren entender e imponer como significado de “aprendizajes”.

El objetivo es generar trabajadores que puedan desarrollarse en contextos laborales precarios y, al mismo tiempo, controlar políticamente a los docentes y a las comunidades educativas. Hablan al respecto de fortalecer una educación con calidad y equidad, ahora le llaman Excelencia. Y muchas instituciones se casaron con voluntad inconsciente con esa idea, como los Tecnológicos del país agrupados ahora en un organismo llamado TecNM.

¿En qué consiste la Calidad aplicada a la Educación? ¿Cómo se define? ¿De dónde tomaron ese concepto los administradores –hombres y mujeres– e ingenier@s actuales que trabajan en estos institutos? ¿Cuál es la idea de Educación que prevalece en esa institución? ¿Tienen alguna?

Muchas preguntas surgen cuando se advierte este modelo impuesto a los Tecnológicos, esquema nunca discutido ni mucho menos analizado. Impuesto por mentalidades un tanto cuanto más acá del agua tibia, mentalidades decimonónicas que creen tener toda la razón pues nadie les dice nada, les opone algún argumento o una sinrazón cualquiera.

¿Qué es calidad? Según la Ley General de Educación es la congruencia entre objetivos, resultados y procesos del sistema educativo. (Art. 8).

Según la Ley del INEE cuyos expertos se encuentran franca y absolutamente enfadados por el rumbo que han tomado las cosas: Es la cualidad de un sistema educativo que integra las dimensiones de relevancia, pertinencia, equidad, eficiencia, impacto y suficiencia. Ahora deben definirse cada uno de estos conceptos para que se comprendan a cabalidad.

Y según el nuevo Art. 3º (II párrafo): es el mejoramiento constante y el máximo logro académico de los educandos. No definen en qué consiste ese máximo logro ni en relación con qué ni con qué elementos… en fin.

Ya hemos dicho en otro lugar y con mayor detenimiento que este concepto ha sido tomado de la jerga empresarial, mercantil, comercial, ingenieril. Casualmente, como llega a pasar en algunas circunstancias, me encontré en un estante de la Biblioteca del Tec (Zacatepec) (por supuesto antes de que el temblor la dañara) un pequeño libro editado por la ANUIES: “Universidades en movimiento. –El debate acerca de la gestión de la calidad y las actitudes del profesorado–.” ¡Vaya! Ya parecía extraño que los universitarios no se manifestaran al respecto, pues este concepto se iba imponiendo sin mayor obstáculo en el discurso de las autoridades e imponiendo también en la conducta de los docentes dándolo por sentado, por obvio porque, ¿quién podría oponerse a la calidad educativa?

Los profesores de los Tecnológicos se apresuraron de inmediato a poner en práctica todo lo que se les indicaba sin cuestionar, sin dudar. Vamos, sin preguntar siquiera. Su obediencia a lo dispuesto por sus directivos siempre ha sido compulsiva con total e incondicional sumisión. Todo lo cual lo han confundido con disciplina, como auténticos militantes priístas, eso precisamente, justamente como lo implantó el partido que fue hegemónico durante tantos años.

La crítica que se ejerce a una institución es un acto que reconoce importancia. Hacerla con conocimiento de causa, con suficiente información es una obligación que deriva en un compromiso. Revisar el modelo educativo nos ofrece la ocasión de someter nuestra labor a una autocrítica que genere acuerdos. El maestro que se encuentra en la dinámica educativa no es, no debería ser, un trabajador a la espera de instrucciones que le digan lo que tiene qué hacer. Por lo específico de su tarea, suponemos que los maestros se deben manejar con iniciativa puesto que conocen sus programas de estudio, conocen a sus estudiantes, aprenden con ellos y propician el aprendizaje colectivo. Los resultados deberían medirse no en escalas numéricas sino en calidades humanas.

Pero ya nos estamos adelantando. Esto da para más.

Lo haremos.