Jesús Peraza Menéndez
AMLO debate en cada punto con los neoliberales vencidos en las elecciones por la presidencia, el tema ahora es la felicidad, ese estado de plenitud de biológico-cociente-intelectual en la humanidad en la que cada uno es intelectual creador de su vida con otras y otros.
Tiene razón el presidente liberal en su acepción de la felicidad, él es feliz porque resolvió su proyecto de vida con sus compañera, me parece a mí que lo hace muy feliz, de hecho creo que hay “mañaneras” -en el buen sentido- dedicadas a ella, le muestra a su bella dama su virtud para responder complejas interrogantes del fondo a la derecha de medios como Reforma o Milenio, El Universal.
El plural de “los mexicanos” son felices creo que es otra verdad, hace tiempo no escuchaba o experimentaba la espontánea defensa del señor presidente. AMLO es un personaje que bajo las peores condiciones de boicot, de trampas leguleyas, de sistemáticos ataques en la sincronía de 9 partidos empresa-televisoras-prensa impresa y campaña en medios electrónicos derrotó electoralmente al neoliberalismo, a la maquinaria del fraude prinopanista. Esto provocó la felicidad de millones de mujeres y hombres, los que vivían la impotencia cotidiana frente a la ostentación del saqueo, el despilfarro de lo público, el racismo con discriminación explícita e implícita, los crímenes políticos y gubernamental-empresariales, los partidos corruptos del mercado negro de intereses inconfesables que signaron el largo período salinista que se resiste a morir.
Nadie es más conocido que el presidente de la República ni más escuchado, se puede o no estar de acuerdo, pero en política se llama consenso o, mejor aún, consentimiento que evidentemente no explica circunstancias sino la suma de voluntades individuales que coinciden en conceder su apoyo a este proceso político, lo hace legítimo como ningún otro en 40 años y es legal, venció al fraude electoral en el ámbito de la reformas y la revolución burguesa inconclusa con AMLO toma sentido de conciliación: perdonar, bajarle a la violencia, no robar, es un culto a relaciones de tránsito, que por otro lado organiza la Guardia Nacional, prepara un plan de terrorismo fiscal estilo medieval, pero reconoce que los billonarios no pagan impuestos y se embolsan la riqueza del país como Carlos Slim; la pérdida de su esposa Soumaya lo hizó bastante infeliz, ni la fortuna cura este dolor. Hay otros dolores pero no son infelices y me refiero a millones de trabajadores y trabajadoras en el día a día librando cercos, asfixiantes medidas que reducen sus ingresos económicos o que trabajan y no tienen ingresos económicos, pero en sus microcosmos se procuran ternuras con solidaridades para no morir de pena, no es que renuncien a demandas y necesidades sino que luchan contentos, es mejor así no se desgastan en odiar o en joder a otros.
Los más infelices son los neoliberales, sobre todo los empleados gerenciales, las altas burocracias que perdieron el carro blindado, que ya no pueden llenar su tanque con gasolina del huachicol, ni el huachicol va por las redes de PEMEX a los Estados Unidos, o el gas negociado por el líder petrolero y socios de la alcurnia especuladora financiera de los hombres de negocios de México que han tenido que declarar propiedades que ocultaban o cuentas o dinero guardado en casa que les perdonaban los gobiernos neoliberales. Han perdido privilegios, les ofende el tú a tú de los “proletarios” clasemedieros, sus empleados públicos que gobiernan por elección o por designación y ya no hacen reverencias cortesanas. Es liberalismo, apenas y ya se habla de la felicidad en circunstancias críticas con otras potenciales causas que van aflorar más temprano que tarde, nadie come felicidad.