Opinión

El veto a María Corina

¿Por qué ha de extrañar entonces que intelectuales, artistas, escritores y demás integrantes del mundo cultural se nieguen a compartir espacios con María Corina Machado?

El veto a María Corina
El veto a María Corina

Laura Restrepo y Giuseppe Caputo, escritores colombianos, y Mikaelah Druyard, escritora dominicana, se negaron a participar en la próxima edición del Hay Festival que se desarrollará en Cartagena, en protesta porque al evento ha sido invitada la opositora venezolana María Corina Macha do. De inmediato han surgido voces desde el mundo de la cultura y el de la política, en apoyo o rechazo a esa posición. Se ha hablado de que hay que respetar la diversidad de pensamientos y desde la dirección del Hay han respondido que ese es un espacio plural en el que caben distintos puntos de vista como se ha demostrado en todas sus ediciones.

Pero el rechazo de estos escritores a compartir tarima con María Corina no es por su manera de pensar sino por sus acciones concretas de apoyo irrestricto al presidente de Estados Unidos, en momentos en que este ordena bombardear lanchas venezolanas con sus ocupantes civiles y desarmados, con el pretexto de impedir el tráfico de estupefacientes, y sitúa, amenazante, su portaaviones Gerald Ford frente a las costas de ese país.

No ha ahorrado esfuerzos María Corina para hacer manifiesto su apoyo al presidente Donald Trump: le dedicó su premio -que es de paz- a este instigador de la guerra y su salida para ir a recoger el premio, que han relatado como un escape rocambolesco, la hizo bajo su protección. ¿Era eso inevitable? ¿La protección de Estados Unidos era para es capar del presidente Nicolás Ma duro u obedecía al cerco que ese país ha creado frente a Venezuela?

En Latinoamérica hemos visto escapes heroicos de perseguidos políticos que han recorrido medio mundo arrostrando peli gros de muerte para huir de una muerte segura sin tener un para guas tan poderoso, así que no es fácil impresionarnos porque alguien, contando con la protección del poderoso imperio, haya logrado llegar a Europa.

En Noruega fue recibida como una heroína, y su valentía y la persistencia en su campaña opositora en su país, la hacen merecedora a esos elogios. Pero lo cierto es que sus caminos distan mucho de ser de paz: lucha con todo derecho buscando la caída de Maduro pero, al igual que el grueso de la oposición venezolana, su postura es de todo o nada, sin ofrecer ni aceptar caminos para que esa caída no represente más sufrimiento para su pueblo.

Y las conspiraciones no les han sido ajenas. La polarización parece no tener remedio. Desde luego que la terrible situación que vive Venezuela tiene como primer responsable a Maduro, que no se detiene ante nada para conservar el poder.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, que le ha dado muestras de amistad, le exigió, una vez pasadas las elecciones presidenciales, que presen tara las actas de votación, cosa que hasta ahora no ha ocurrido. Igual petición le hizo el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, con idéntico resultado.

Ojalá el peso simbólico que tiene el Premio Nobel de Paz presione a María Corina hacia la búsqueda de caminos de paz para la salida de la dictadura en Venezuela, reconociendo la negativa de Maduro y sus artimañas para quedarse en el poder. Una invasión a Venezuela sería un baño de sangre en el que nadie podría cobrar un triunfo y significaría más dolor para el pueblo de ese país.

Pero hasta ahora esa posibilidad real y dolorosa no ha influido en el camino adoptado por María Corina. Quienes hoy en día se rasgan las vestiduras exigiendo pluralismo ante la negativa de muchos en el mundo cultural a compartir espacios con la reciente No bel de Paz, muy posiblemente no manifestaron su rechazo cuando a Ana Netrebko, la formida ble soprano rusa, le cancelaron presentaciones ya acordadas en el Metropolitan Opera House de Nueva York y en Royal Opera House de Londres y otros escenarios europeos, cuando el presidente de Rusia, Vladimir Putin, invadió Ucrania a pesar de que ella había condenado esa guerra. La toma de posición política en el arte y la cultura no es inusual.

El regreso de la Netrebko a Londres ha estado rodeado de protestas y manifestaciones pro ucranianas y anti rusas. Varios intelectuales, entre ellos el filósofo Bernard Henry Levy, publicaron su rechazo en The Guardian porque consideran que con ello se hace propaganda al régimen de Putin. Y en el Festival de Flandes, en Gante, se impidió la presentación de la Filarmónica de Munich en protesta porque su director es el músico israelí Lahv Shani, cuya posición sobre el genocidio en Gaza “no es suficientemente clara”. ¿Por qué ha de extrañar entonces que intelectuales, artistas, escritores y demás integrantes del mundo cultural se nieguen a compartir espacios con María Corina Machado, que no sólo es ajena a ese mundo, sino que abiertamente ha llamado a que una potencia como Estados Unidos invada su país?