Opinión

Claudia Sheinbaum: un primer año de resultados y una diplomacia sin tutelajes

Durante este primer año, su administración ha mantenido y ampliado programas sociales, incrementado el salario mínimo y defendido la rectoría del Estado en sectores estratégicos.

Claudia Sheinbaum: un primer año de resultados y una diplomacia sin tutelajes
Claudia Sheinbaum: un primer año de resultados y una diplomacia sin tutelajes

El mandato de Sheinbaum arrancó con una base sólida: el respaldo popular a sus políticas sociales, el respeto ganado en diversos escenarios internacionales y una visión de México como actor soberano, dialogante y comprometido con su desarrollo y con la justicia internacional. A un año y dos meses de haber asumido la Presidencia de la República, Claudia Sheinbaum ha comenzado a delinear un perfil propio: el de una mandataria que combina la continuidad del proyecto social iniciado en 2018 con una mayor precisión técnica en la gestión interna y una política exterior que no acepta subordinaciones, aun cuando dialoga con las principales potencias de América del Norte, como se vió este año tanto en las buenas como en las malas. En medio de esto , ha optado por consolidar lo construido, defender la soberanía nacional y reafirmar la tradición diplomática mexicana frente a Cuba y Venezuela, en un contexto regional marcado por presiones, sanciones y discursos u acciones de fuerza como el ataque a lanchas de pescadores venezolanos o colombianos con el pretexto de atacar al narcotráfico sin pruebas o previa verificación.

En el terreno interno, Sheinbaum ha insistido en que su gobierno no representa una ruptura sino una profundización del modelo social que prioriza el bienestar colectivo. En La Mañanera, la presidenta ha insistido: “No llegamos para empezar de cero, llegamos para consolidar derechos. El bienestar no es un programa, es una política de Estado”, afirmó al presentar la ampliación de los apoyos sociales.

Durante este primer año, su administración ha mantenido y ampliado programas sociales, incrementado el salario mínimo y defendido la rectoría del Estado en sectores estratégicos. En varias ocasiones, Sheinbaum ha subrayado que el crecimiento económico no puede desligarse de la justicia social: “No puede haber estabilidad económica con desigualdad. Eso ya se probó durante décadas y fracasó”.

Este enfoque ha sido acompañado por una narrativa menos confrontativa en lo interno, pero no menos firme frente a los intentos de deslegitimar el proyecto de transformación desde sectores empresariales y políticos que apostaron al regreso del viejo modelo neoliberal. En octubre, justo un año de haber asumido el poder la economía creció y mostró signos de resiliencia y recomposición interna a pesar de un entorno internacional marcado por la desaceleración económica y  las tensiones geopolíticas.

Desmontando los discursos que insisten en una narrativa de estancamiento o recesión, las  cifras desestacionalizadas del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE), publicadas por el INEGI, muestran que la actividad económica creció 1.6% a tasa anual y 1.0% -respecto al mes previo durante octubre de 2025. No se trata de un rebote aislado, sino de un avance con bases sectoriales diferenciadas y lectura estructural. Ese informe muestra no solo un crecimiento mensual sino una inflación a la baja, cerrando el año en torno al 3.7%. “La estabilidad económica no se logra recortando derechos, sino fortaleciendo el mercado interno”, afirmó la presidenta desde Palacio Nacional.

Y este discurso no es retórico: se sostiene en aumentos salariales, control de precios y una política fiscal que evita trasladar el costo del ajuste a la población.

Gobernar desde el territorio y no desde el escritorio

Uno de los rasgos centrales de este primer año ha sido la presencia territorial permanente. Muchos se preguntan de dónde proviene esa energía que no la hace parar y siempre anda visitando los estados.  En la Mañanera del Pueblo del martes 23 de diciembre, la presidenta informó que recorrió más de 104 mil kilómetros en 2025, visitando las 32 entidades federativas, una cifra que contrasta con el modelo de gobierno de escritorio que caracterizó a administraciones anteriores. “Gobernar es estar en el territorio, escuchar, caminar con la gente y resolver desde abajo”, ha reiterado Sheinbaum en diversas conferencias. Esta presencia no es solo simbólica: se traduce en supervisión directa de obras, fortalecimiento de servicios públicos y seguimiento puntual de programas sociales, particularmente en estados históricamente marginados.

Política social y salud pública: datos contra prejuicios

El balance interno se apoya en datos duros. La ENCODAT 2025 confirmó una reducción significativa en el consumo experimental de drogas, así como una prevalencia mínima del fentanilo (0.2%). En la Mañanera, Sheinbaum fue enfática al vincular estos resultados con la política de prevención: “La prevención sí funciona. No es discurso: son datos. Llegamos a escuelas, comunidades y familias”. Y nótese que ha habido una expansión real de la infraestructura sanitaria y les doy ejemplos irrefutables: nuevas salas de hemodinamia en el IMSS, fortalecimiento de la atención primaria del ISSSTE y avances estructurales en el programa de cáncer infantil, con protocolos nacionales, abasto garantizado y un registro nacional que rompe con décadas de desorden institucional. Todos datos que usted como ciudadano puede comprobar.

Hablando claro:

El primer año de Claudia Sheinbaum confirma que su gobierno no busca agradar a los centros de poder, sino ejercer el poder desde el Estado mexicano. Con un estilo menos estridente pero igual de firme, la presidenta ha dejado claro que la soberanía no se proclama: se practica, se defiende y se sostiene con política pública, datos y presencia territorial.

En un continente nuevamente bajo presión, México ha optado por una presidenta que dialoga sin arrodillarse, coopera sin obedecer y gobierna con memoria histórica.

En el plano internacional, Sheinbaum ha sido consistente: cooperación sí, injerencia no. En la relación con Estados Unidos, ha insistido públicamente en que México es un socio estratégico, no un subordinado.“México es un país libre, soberano e independiente. Dialogamos con todos, pero decidimos nosotros”. Con Canadá, la relación se mantiene estable dentro del T-MEC, priorizando integración económica sin renunciar a la rectoría del Estado en sectores estratégicos. En ambos casos, la presidenta ha evitado el tono confrontativo, pero también ha cerrado la puerta a cualquier intento de condicionamiento político. Y así es como recibió en Palacio Nacional al primer Ministro de Canadá y así es como se volvió a ver con el en Washington al lado de un Donald Trump arropado de lo que significa la segunda vuelta al poder en la Casa Blanca.

Cuba y Venezuela: soberanía como principio, no consigna

Donde la presidenta ha sido más clara —y tal vez más incómoda para Washington— es en su postura frente a Cuba y Venezuela. En la Mañanera, Sheinbaum zanjó el tema sin ambigüedades: “La relación de México con Cuba es una decisión soberana. No se negocia con nadie”. Sobre Venezuela, reiteró el rechazo a bloqueos, sanciones y amenazas militares. Ha dicho una y otra vez: “México no apoya intervenciones. Apostamos por el diálogo y la solución pacífica de los conflictos”.

Vale aclarar que No se está descubriendo el hilo negro . Son principios históricos de la política exterior mexicana: la no intervención, la autodeterminación de los pueblos y la solución pacífica de las controversias. Es la línea en que se mueve México para defender su propia soberanía.