
El caso del sistema Va y Ven debe analizarse desde múltiples dos ejes, situación actual y futuro; y clasificación de tópicos; técnicos, operativos y financieros. De todos ellos, sólo el futuro ofrece una ventana de esperanza, ya que los otros se encuentran seriamente comprometidos. Hoy enfrentamos una crisis sistémica que sólo puede abordarse con un cambio profundo de estructura que garantice viabilidad y sostenibilidad en el corto y mediano plazo.
La importancia política del transporte público
En la teoría de políticas públicas, hay tres rubros donde el subsidio está plenamente justificado: salud, educación y transporte público. Este último es subsidiado en todo el mundo, porque su impacto directo en el ingreso disponible de las familias trabajadoras lo convierte en un servicio esencial. Además, en años recientes ha ganado relevancia ecológica: fomentar su uso reduce la huella ambiental de nuestras ciudades.
Pongamos un ejemplo claro: si una persona gana el salario mínimo y tiene dos hijos que debe llevar a la escuela, eso representa al menos dos viajes diarios. Si además su pareja trabaja o estudia, se duplican los trayectos. Con tarifas actuales, el gasto mensual en transporte puede representar entre el 15% y 30% del ingreso familiar, afectando directamente su calidad de vida. Por eso, el transporte público no es sólo un tema técnico: es un tema de justicia social.
Diagnóstico: cómo llegamos hasta aquí
Por línea de tiempo
1. Problemas del presente
Los contratos de operación actuales presentan falta de objetivos medibles, ausencia de penalizaciones, e incentivos mal diseñados. El esquema de pago por kilómetro, sin considerar la ocupación real, promueve recorridos vacíos. A esto se suman fallas en geolocalización, cobros imprecisos con tarjeta y nula optimización de rutas, lo que ha derivado en un colapso operativo y financiero.
2) Futuro, lo expondremos en decisiones críticas y estructurales expuestas posteriormente.
Por tópicos
Problemas técnicos, financieros y operativos
• Técnicos: Equipos inestables dentro de los autobuses impiden la transmisión de datos, generando pérdidas en ingresos y falta de información para tomar decisiones.
• Financieros: Menores ingresos por fallos técnicos, rutas sin eficiencia y licencias de software pagadas con sobreprecio.
• Operativos: El personal capacitado inicial ha renunciado, se presume por estar implicados en los problemas actuales, las empresas contratadas carecen de experiencia y no enfrentan sanciones por sus fallos. El pago por kilómetro, sin evaluar utilidad pública, daña al estado y a los concesionarios por igual, con pagos en exceso y costos de operación.
Hacia el futuro: soluciones urgentes y estructurales
Soluciones críticas
• Sustituir los equipos actuales por dispositivos más robustos, con geolocalización incluida especiales para transporte público con antenas externas para evitar interrupciones. Esto permitirá reactivar los módulos de inteligencia para optimizar rutas con base en datos reales y aumentará la recaudación.
Soluciones estructurales
• Replantear el esquema de pagos: Pasar del modelo de pago por kilómetro al modelo, pago por kilómetro por pasajero transportado, como ya se implementó en Nuevo León en 2023. Este cambio alinea los incentivos públicos y privados, mejora la eficiencia de rutas y favorece al usuario.
• Revisar y renegociar contratos de arrendamiento y software, incorporando cláusulas de utilidad mínima, garantía de servicio y sanciones por fallos más puntuales.
Estas medidas implican retos económicos y negociaciones políticas complejas, pero su ejecución es indispensable si se quiere rescatar un sistema que impacta directamente a cientos de miles de ciudadanos.
¿Cuánto debe costar un sistema de transporte estatal?
Una revisión comparativa con estados como Querétaro, Hidalgo, Ciudad de México y Oaxaca indica que el gasto en transporte público representa entre el 2% y el 5% del presupuesto estatal, dependiendo de la calidad de la flota y las tarifas. Yucatán debe estar dentro de ese rango para sostener un sistema eficaz y justo.
El gobernador Joaquín Díaz Mena ha recibido una auténtica bomba de tiempo, un sistema plagado de errores heredados y decisiones opacas. Pero ha demostrado voluntad de enfrentar esta crisis con prudencia, justicia y equilibrio para todos los involucrados. La transformación del Va y Ven es posible si se actúa con visión, compromiso y conciencia social. El futuro del transporte público en Yucatán puede y debe ser digno, eficiente y humano. Con esperanza y optimismo, vamos hacia esa meta.