Opinión

Seguridad colectiva en Europa

"En tiempos de enormes contiendas ideológicas y de profundas enemistades derivadas de la geopolítica y las luchas por la hegemonía mundial, uno de los mayores aportes de la Conferencia de Helsinki fue probar que sin cooperación y buena fe, la seguridad colectiva no es posible" escribe Jorge Gómez Barata.
Seguridad colectiva en Europa
Seguridad colectiva en Europa

Quienes ningunean a Europa deberían saber que el mundo no será seguro mientras Ese bloque de países no lo sea, y que, dondequiera que exista competencia, se requiere de árbitros.

Esa debió ser la función de la ONU, especialmente de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, responsables hasta no hace mucho, de velar por la paz, principalmente entre las grandes potencias y, por ende, de la seguridad colectiva, tema sobre el cual vuelve a discutirse en Europa.

Como la denominación lo indica, la seguridad colectiva, es resultado de acuerdos, difícilmente pueda establecerse por imposiciones y mucho menos mediante la supremacía militar. No por poseer temibles armas nucleares, bases militares y misiles, durante la Guerra Fría, Europa, Estados Unidos y la Unión Soviética no fueron más seguros, sino todo lo contrario. La doctrina de la destrucción mutua nunca significó seguridad, sino que fue su antítesis.

A partir del 1949, cuando la Unión Soviética se hizo con el arma nuclear -y durante la Guerra Fría-, entre Estados Unidos y la URSS existió cierta paridad estratégica, en lo cual la distancia entre ambos ofrecía seguridades mínimas. No ocurría así con Europa que entonces fue rehén de las contradicciones entre las superpotencias.

Aunque económica y militarmente dependiente de Estados Unidos y la Unión Soviética, Europa, hoy ninguneada por los rivales del momento, tuvo líderes con capacidad suficiente para influir positivamente en los acontecimientos mundiales.

Desde los años 50 del siglo pasado el líder soviético Nikita Jrushchov promovió la idea de la coexistencia pacífica que, asumida por los gobernantes estadounidenses, significó una tolerancia política mínima que no logró impedir las grandes crisis políticas de Berlín (1948 y 1961) y Cuba (1962), que estuvieron a punto de desencadenar conflictos nucleares. En los años 70, en Europa, se abrió paso la detente o distensión, una corriente política que procuraba disminuir las tensiones y los peligros de  conflagración en el continente, donde los riesgos eran obviamente mayores.

Billy Brand, canciller de la República Federal de Alemania; Bruno Kreisky, de Austria; Olof Palme, primer ministro de Suecia; Urho Kekkonen, primer ministro y presidente de Finlandia, entre otros, lograron impulsar en los años 70 del pasado siglo la mentalidad de que la seguridad colectiva y la cooperación eran prerrequisitos y garantías para la paz.

Así, en el 1975, fue convocada la Conferencia sobre la Seguridad y la Colaboración en Europa o Conferencia de Helsinki, en la cual se reunieron más de 20 estadistas, entre ellos, de Estados Unidos, Unión Soviética, casi todos los países europeos, Canadá y Turkía. El evento culminó con un Acta Final que, hasta el fin de la Guerra Fría, fue el más trascendental documento asociado a la seguridad colectiva.

Con posterioridad la Conferencia se reunió en Belgrado (1977) Madrid (1980) y Viena (1986). En el 1980, tras la Cumbre de París, dejó de existir.

El Acta Final de la Conferencia de Helsinki tuvo la virtud de, junto con  las cuestiones políticas y militares, reiterar los preceptos de la soberanía nacional, la no intervención, la igualdad soberana de los estados, la renuncia al uso de la fuerza y la intimidación en las relaciones internacionales, la integridad territorial, la inviolabilidad de las fronteras, el arreglo de las controversias por medios pacíficos, incluso el respeto a los derechos humanos.

En tiempos de enormes contiendas ideológicas y de profundas enemistades derivadas de la geopolítica y las luchas por la hegemonía mundial, uno de los mayores aportes de la Conferencia de Helsinki fue probar que sin cooperación y buena fe, la seguridad colectiva no es posible.

Hoy, cuando Alemania está reunificada, no existen estados ni territorios europeos agrupados contra su voluntad, desaparecieron la Guerra Fría y el Tratado de Varsovia; se avanzó en la Unión Europea, a la cual se sumaron varios estados, y la OTAN es un anacronismo, lamentablemente con el agua sucia botaron la criatura y la paz en Europa dejó de ser una conquista para convertirse en un anhelo. Cuando en Europa vuelve a discutirse sobre la seguridad colectiva, es bueno recordar que, sin paz y colaboración, no es posible.