Opinión

Rusia ante un nudo gordiano    

"La lucha armada en Ucrania, iniciada en 2022 como una “Operación especial”, no como una guerra, ha sido más cruenta, costosa y prolongada de lo esperado, ha involucrado a los 30 países de la OTAN, incluidos a los Estados Unidos y generado algunos impactos globales no previstos" escribe Jorge Gómez Barata.
Rusia ante un nudo gordiano
Rusia ante un nudo gordiano

Según una antiquísima anécdota, durante una campaña de conquista en Frigia, (Hoy parte de Turkiye), ante Alejandro Magno se presentó una urdimbre formada por hilos de seda, la cual, según la leyenda, era imposible de desatar, le  llamaban “Nudo Gordiano”. Sin dudar ni argumentar, el conquistador, desenvainó su espada y de un magnífico tajo cortó el nudo y continuó la marcha.

Cierta o no, la anécdota viene al caso. Es lo que Trump intentó hacer en Ucrania cuando dijo que lo resolvería en un día, y es una oportunidad que Putin no debería desperdiciar. Él tiene el poder, la precedencia y la espada. Al final solo se trata de un nudo y no necesita de Trump para deshacerlo.

Alrededor de 2014, cuando se hizo efectiva y probablemente intolerable para los ucranianos el intervencionismo y las conspiraciones de la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia, cuando abierta y violentamente unos querían sumarla a la UE y la OTAN y otros impedirlo y uncirla otra vez al carro ruso, respecto a lo cual existen precedentes históricos obvios. Todos esos elementos, en realidad una suma de legítimas preocupaciones de seguridad por parte de Rusia, mezquinos intereses geopolíticos, proverbial miopía política y falta de visión estratégica de las partes. A ello se sumó la anulación de facto de la ONU y la ausencia de algún elemento imparcial suficientemente influyente que hubiera podido mediar.

La coincidencia de estos y otros elementos históricos y circunstanciales, incluidas manipulaciones respecto a las poblaciones de Crimea y Donbass, todo lo cual condujo a una desafortunada coyuntura y a una crisis múltiple que, a los aspectos políticos y de seguridad, sumó cuestiones étnicas, culturales y rencores históricos, algunos de los cuales datan de siglos, provocando una guerra que, obviamente pudo ser evitada y parece no tener fin.  

La lucha armada en Ucrania, iniciada en 2022 como una “Operación especial”, no como una guerra, ha sido más cruenta, costosa y prolongada de lo esperado, ha involucrado a los 30 países de la OTAN, incluidos a los Estados Unidos y generado algunos impactos globales no previstos.

De no terminar pronto y mediante el diálogo, esta lucha pudiera tener efectos civilizatorios, entre ellos una guerra mundial, algo que seguramente Rusia no buscaba, no desea y que China, su mejor aliado, trata de evitar, sin encontrar cómo.

Hasta ahora, además del millón de muertos, la más grave consecuencia del evento de armas más importante, costoso, voluminoso y duradero en más de 80 años, es el enfrentamiento de Rusia con toda Europa occidental y los Estados Unidos, generando una hostilidad que seguramente durará décadas. Aunque Trump y Putin intercambien gestos, la confrontación entre ambas potencias es un hecho.

Ese evento es extraordinariamente perjudicial para Rusia porque la desvía de sus objetivos estratégicos, entre ellos desarrollarse e integrarse a los circuitos mundiales como un elemento influyente por vía pacífica, además obstaculiza la integración europea y la globalización en su mejor versión, estorba el comercio mundial, el progreso económico y el desarrollo de las potencias emergente y los países periféricos y consiguientemente la lucha contra el hambre, puede aún ser más grave.

China que comprende bien los peligros y las consecuencias de la crisis global derivada de la guerra en Ucrania, trata de desactivarla, del único modo que le es posible. Debido a que políticamente carece de influencias sobre Estados Unidos y Europa, trata de convencer a Rusia con la cual tiene intereses comunes, acceso político e inmejorables relaciones, aunque no ha logrado prácticamente nada.

Nadie tiene mejores posibilidades que Rusia para detener la guerra, ni nadie obtendría con ello mayor capital político. No hay que desatar el nudo, sino cortarlo ¡ya! Allá nos vemos.