Quintana Roo

Se perdió el paradisiaco Cancún

Por Yolanda Gutiérrez

Mucho ha cambiado la zona hotelera desde sus comienzos hasta finales de este 2018, cuando prácticamente no queda una sola ventana al mar debido a la construcción de grandes centros de hospedaje y plazas comerciales que tapan la magnífica vista del mar Caribe y del mismo Sistema Lagunar Nichupté.

A finales del año 1976, cuando la población de Cancún se contabilizaba en 31 mil 408 habitantes, la zona hotelera apenas comenzaba a despuntar con unos pocos centros de hospedaje, específicamente Aristos, Presidente, Camino Real, Playa Blanca (hoy Temptation) y, junto a este último, el hotel Bojórquez.

El turismo que llegaba a Cancún en esos momentos podía disfrutar en la zona hotelera de hermosos paisajes de las playas y palmas de coco que proliferaban entonces, al ser pocos los inmuebles que tapaban la vista, contrario a lo que sucede en la actualidad, cuando el visitante sólo observa moles de concreto a diestra y siniestra.

También se levantaron en aquellos entonces los primeros edificios de condominios, Playa Sol, donde actualmente se ubican Carisa, Palma y Salvia; en el año 1976 las playas aún eran terrenos vírgenes repletos de palmas de coco en los que proliferaba la vegetación, idílicos paisajes que captaban prontamente la atención de los turistas que en aquellos entonces se aventuraban en lo que se conocía como Isla de Cancún.

De Cancún a la zona hotelera no había carpeta asfáltica, aunque se estaba trabajando en ello y lo único que existía eran caminos rurales.

Y también había muy pocos restaurantes, entre ellos el Mediterráneo, delante de Punta Nizuc, así como el Mauna Loa, cuyo propietario abrió más tarde en el segundo piso una discoteca denominada Krakatoa.

Posteriormente empezaron a abrir nuevas discotecas y antros; una de las primeras de aquella época fue La Boom, que ya despareció, opacada por los centros nocturnos que se levantaron en el área de Punta Cancún, donde actualmente se concentra en mayor número de centros nocturnos.

Hoy en día La Boom es uno de los elefantes blancos que duermen el sueño de los justos y afectan negativamente la imagen del bulevar Kukulcán, al presentar unas terribles condiciones pese a que prácticamente es la fachada de la marina Capitán Dulché, que se construyó aprovechando el espacio que ocupaba la discoteca.

La primera plaza comercial en la zona hotelera fue Nautilus, en la que había, además de muchos locales que ofrecían artesanías y otros productos, un restaurante que como tantos ya desapareció.

Según mencionan hoteleros radicados en Cancún desde sus comienzos, las autoridades en turno cambiaron conceptos y densidades, hasta el punto de que en el lado del mar había muchas ventanas que permitían a los ocupantes de los vehículos contemplar la belleza del Caribe, mientras que ahora prácticamente no queda nada y la zona hotelera quedó convertida en una plancha de cemento, con arenales en los que difícilmente se encuentran matas de coco, con excepción de Coral.