Por Yolanda Gutiérrez
Cada vez son más las rocas que afloran en el balneario público Gaviota Azul en temporada de “nortes”, cuando la fuerza de los vientos y el oleaje provocan la erosión en las playas. Lo curioso es que generalmente al concluir la época de frentes fríos, los roquedales suelen quedar cubiertos bajo el agua, situación que no se registró el pasado año.
Según prestadores de servicios y guardavidas, las rocas aparecen y desaparecen de manera cíclica, según la dirección de los vientos y generalmente desde junio hasta septiembre suelen quedar cubiertas por el mar casi al cien por ciento, pero el 2018 quedó marcado porque estas rocas permanecieron a la vista prácticamente durante todo el año.
Y mientras en algunos tramos del litoral se han perdido entre uno y cinco metros de arena, en otros el mar retrocedió y formó más playa, en lo que puede calificarse como una costa llena de contrastes.
Elementos de Protección Civil que se encontraban en distintos balnearios públicos del destino coincidieron en manifestar que el programa de recuperación de playas, que tanto piden los hoteleros y el sector empresarial, no debería aplicarse, al menos por el momento.
“Es ocioso invertir tantos millones de pesos para nada, ya quedó demostrado después del huracán Wilma, cuando se dragaron millones de metros cúbicos de arena de los fondos marinos, efectivamente se logró tener playas pero a la larga la erosión sigue afectando, es cíclica. En realidad la única manera de frenarla sería tumbar todas las construcciones que se levantaron sobre la duna costera”, manifestó uno de los elementos del Grupo de Rescate Acuático, quien agregó que tal parece que el cambio climático también empieza a afectar las costas, en el sentido de que durante los meses en que soplaron los vientos del sur, que es precisamente cuando las costas se recuperan y las rocas quedan sumergidas, fueron pocas las que ocultó el mar e incluso empezaron a aflorar más, de manera paulatina, antes de comenzar los “nortes”.
Se pudo observar en Gaviota Azul que una buena parte de rocas, que por lo general se encuentran ocultas bajo el agua, quedaron a la vista; repletas de resbaloso limo y manojos de algas que semejan a cabelleras de distintos tonos verdosos, y se convierten en un riesgo para los bañistas que caminan a lo largo de la costa, precisamente por su propia naturaleza.
Escalones de arena, que en algunos puntos alcanzan casi los dos metros de altura, se alternan con otros mucho más pequeños e incluso en algunos puntos las pendientes se suavizaron lo suficiente como para permitir el paso sin problema alguno.
“Gracias a los escarpes se ha perdido menos arena que otros años. Recuerdo aún cuando se hicieron tan altos que el gobierno del estado metió máquinas para emparejarlos, desde entonces no se han hecho tan altos pero la ventaja es que los mismos escalones actúan como barrera natural e impiden que las olas se lleven la arena cuando golpean duro”, manifestó uno de los prestadores de servicios que labora en Gaviota Azul.