Quintana Roo

Iconos de la sociedad lazarocardense

Por Luis Enrique Cauich

 

KANTUNILKIN, LAZARO CARDENAS, 20 de octubre.- Entre las dos han atendido a cientos de embarazadas de Kantunilkín y sus alrededores e incluso de otros municipios del estado y del vecino estado de Yucatán, son las hermanas Trinidad y Margarita Canul Baas, ambas mujeres por sus conocimientos tradicionales heredados de sus ancestros, han sido galardonadas con la medalla al Mérito Ciudadano Terencio Tah Quetzal que se entrega en el marco del aniversario de Kantunilkín que se celebra el 10 de octubre de cada año.

Las hermanas Canul Baas son las primeras de una misma familia que han logrado ser acreedoras a la medalla al Mérito Ciudadano, pero la menor Trinidad es la que recibió primeramente esta presea en el 2016 por su trabajo de partera, en cuyas manos nacieron más de millar y medio de bebés, que actualmente son padres de familia o reconocidos profesionistas.

Los propios habitantes la consideran todo un icono de esta ciudad, por su experiencia, ya que tenía más de 40 años dedicados al trabajo de partera (cuando fue galardonada), y vio nacer en sus manos a muchos quienes ahora son maestros, ingenieros, arquitectos y hasta reconocidos políticos.

En ese entonces, afirmaba, que nadie le enseñó el oficio, fue producto de un sueño donde Dios le dictó la forma de cómo atender a las mujeres para dar a luz a sus bebés. “En un principio me daba vergüenza, me enfermaba en ocasiones y tuve que acudir a consultar con personas que ya tenían más conocimiento como parteras y me dijeron que tenía que superar todo”, afirmaba la madre de 10 hijos, dos de ellos fallecidos.

Agregaba que, “en realidad en el hospital las enfermeras llevan el registro de cuántos niños traemos las parteras al mundo, pero en mi caso calculo que más de mil 500. De hecho, yo misma he atendido a mis nueras sin mayores complicaciones”.

Pero el trabajo que ella realiza es con mucho profesionalismo, pues conforme fueron pasando los años se vio en la necesidad de tomar cursos del sector salud para alcanzar la certificación necesaria.

“Tengo tomado cursos para este trabajo, pero ahora a mi edad de 81 años (señalaba el año pasado), ya voy para los 82, ya no me siento con fuerzas para poder seguir. En el hospital los doctores me alientan a seguir, pero siento que ya no tengo las fuerzas suficientes”, externaba en el 2016 cuando fue homenajeada con la medalla al Mérito Ciudadano.

En esta ciudad es común que cada mes las parteras soben a las mujeres embarazadas. Durante estos encuentros –que se realizan en casa de una u otra– la mujer y la partera dialogan en torno al parto y la vida reproductiva en general. Se trata de momentos totalmente femeninos en los cuales se transmiten saberes tradicionales y se reelaboran nuevos conocimientos proporcionados por la biomedicina.

A partir del tercer mes de embarazo las mujeres acuden una vez al mes a la partera para asegurarse que su bebé se encuentre en la posición correcta, es decir, con orientación cefálica. Para diagnosticar su posición, las parteras presionan el vientre de la mujer y detectan la cabecita.

El reposicionamiento se produce a través de la manipulación y arrastre del bebé, y puede durar cuarenta, cincuenta minutos, o más. La sesión incluye también masajes en otras zonas: piernas, brazos y espalda.

Someterse a la sobada regularmente ayuda a prevenir una mala posición del bebé disminuyendo el riesgo de una cesárea. También se afirma que la sobada brinda otras ventajas a la mujer como partos rápidos y menos dolorosos, evitando que la salida de la placenta se demore o “se pegue” a cualquier otro órgano o parte del cuerpo, poniendo en peligro la vida de la mujer.

A diferencia de su hermana, doña Margarita no es partera, solamente es sobadora de mujeres embarazadas y soba por igual a mujeres y hombres que han tenido algún tipo de lesión, que amerite ese masaje para poder sanar, sus conocimientos también fueron adquiridos de forma empírica.

Doña Margarita (al igual que su hermana), recibió este 10 de octubre la medalla Terencio Tah Quetzal, que se entrega a reconocidas personas por su mérito ciudadano, siendo las primeras personas de una sola familia que son galardonadas con importante presea en el marco del aniversario de la fundación de Kantunilkín.

Comenzó atendiendo a sus hijas, luego de que un doctor dijera que el bebé que esperaba venía en mala posición, por lo que decidió sobarle el vientre, buscando componer su posición y ahora lleva 25 años “tallando” a mujeres embarazadas, sostiene doña Margarita Canul Baas, habitante de la colonia Miguel Borge Martín.

Le ha seguido los pasos a su hermana Trinidad, sobando mujeres embarazadas que acuden una vez al mes a ser “talladas” para asegurarse que su bebé se encuentre en la posición correcta, es decir, con orientación cefálica. Para diagnosticar su posición, las parteras presionan el vientre de la mujer y detectan la cabecita.

Sin embargo, doña Margarita dijo que no se atrevió a ser partera y solamente se dedicó a las actividades de sobadora y a sus 86 años aún atiende a mujeres jóvenes o mayores que esperan el nacimiento de su bebé, y que llegan de diversas colonias de Kantunilkín o comunidades del municipio, incluso ha atendido a mujeres de Cancún o Playa del Carmen, ya que buscan a “la sobadora de vientres”.

Señala que a los 61 años inició esta actividad, las primeras embarazadas que atendió fueron sus hijas, ya que el médico había dado a conocer que uno de sus nietos venía en mala posición, así que decidió tallarle el vientre, y con sus propias manos corregir ese problema, para que el bebé pudiera nacer sin problema.

Ella sólo realiza “talladas de vientre” para ayudar a corregir la mala postura en la que están algunos bebés y llevar el parto al buen término. Su domicilio ubicado en la calle Álvaro Obregón esquina con Lázaro Cárdenas es visitado hasta por cuatro o cinco mujeres al día, para corregir la postura de sus bebés, pero ahora, por su avanzada edad y debido a que vive sola, únicamente atiende por las mañanas y por las tardes, ya que entrando la noche cierra su casa para irse a dormir en casa de su hijo.

Comentó que atendió a sus hijas, aprendió a “tallar” a las mujeres embarazadas y su labor se fue conociendo poco a poco entre los vecinos y en estas dos décadas y media, ha atendido a mujeres del municipio y de otras partes del estado que llegan solicitando sus servicios.

Se podría pensar que es un trabajo para ella, pero básicamente le gusta ayudar a las madres jóvenes, primerizas o mujeres que van por su segundo o tercer hijo, a que lleguen al parto con bien, corrigiendo la postura del bebé si éste viene atravesado.

La hermanas que han recibido la presea del Mérito Ciudadano, por su destacada labor, esperan que alguna de sus hijas, o nietas, puedan seguir con el legado, pero parece difícil, ya que con los avances tecnológicos, ahora existen las cesáreas y el servicio de las parteras o sobadoras se va relegando.