Por Gerardo Reynoso
Más allá de que el proyecto Gran Island en la zona hotelera de Cancún pueda generar un colapso en materia de densidad al principal destino turístico, las preguntas que ahora se presentan dentro del sector empresarial, es cómo se han dado los permisos ambientales en materia federal.
Y es que, en el discurso, se suponía que el cambio de administración del gobierno federal traería consigo una nueva metodología para frenar la saturación y los desastres ambientales que, durante los últimos 30 años, se han avalado en Cancún y en la zona norte de Quintana Roo, a nombre del progreso y crecimiento turístico.
En este punto, el presidente de la Asociación de Hoteles de Cancún y Puerto Morelos, Roberto Cintrón Gómez, dejó claro el pensar de muchos miembros de la iniciativa privada en torno al proyecto Grand Island.
“La verdad que sorprende, es una sorpresa”, explicó Gómez Cintrón, “sorprende mucho el cómo se han dado los permisos en materia ambiental a nivel federal, cuando se suponía que era un proyecto demasiado cuestionado. Eso llama mucho la atención”.
En los cuestionamientos hay que remontarse al 2006, cuando se negó por primera ocasión la autorización de Manifestación de Impacto Ambiental del proyecto Grand Island, y además los desarrolladores fueron objeto de procedimientos administrativos por el desmonte ilegal de manglar derivados de una visita realizada por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente el 4 de febrero del 2006. Los expedientes que se abrieron por este motivo en contra de la empresa son el PFPAP/QROO/57/0128/2006 y el PFPAP/QROO/54/0125/2006.
En aquel momento, se estableció que el proyecto turístico hotelero suponía una sobrecarga en la demanda de agua y demás servicios básicos en una zona hotelera que desde hace 10 años ya presenta síntomas de sobredensificación hotelera.
En torno a esto, el vicepresidente del Consejo Coordinador Empresarial, Miguel Ángel Lemus, consideró que Grand Island Cancún debe ser muy cuidadoso en cumplir todas las limitantes ambientales vigentes, pues de lo contrario le podría suceder lo mismo que al Malecón Tajamar que, aún con los permisos en regla, fue cancelado.
De igual manera destacó que llama la atención que el proyecto sea autorizado en el ámbito federal, no obstante los cuestionamientos que se realizan sobre los problemas de densidad que causaría el desarrollo en la zona hotelera.
Cabe señalar que el proyecto Grand Island Cancún, cuyo monto de inversión asciende a 1,000 millones de dólares, representa una de las más grandes inversiones turísticas que se han hecho en 30 años.
Consiste en la construcción de un hotel en dos etapas principales, la primera consistirá en la construcción y apertura de 2,000 habitaciones con sus respectivas áreas comunes, circulaciones verticales, albercas, amenidades, áreas de servicio y estacionamiento.
La segunda etapa contempla el mismo alcance para 1,000 habitaciones más, que también contará con sus áreas comunes, circulaciones verticales, alberca, amenidades y áreas de servicio. El tiempo estimado de desarrollo de ambas etapas es de 39 meses para la conclusión de la obra.
El área donde se pretende realizar la construcción del hotel se integra por dos lotes, uno de 5,982.111 metros cuadrados y el otro de 217,576.457 metros cuadrados, para un total de 223,558.568 metros; ambos ubicados sobre el bulevar Kukulcán, a la altura del kilómetro 16.5, en la Supermanzana A-2 “A” Segunda Etapa, en la segunda etapa de la zona hotelera de Cancún.
La autorización por parte de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) para la construcción del megahotel Gran Island, de 3 mil habitaciones, en la segunda etapa de la zona hotelera de Cancún, cuya inversión asciende a los 10 mil millones de pesos por parte de la firma BVG World, del empresario Elias Sacal Cababie, extraña por edificarse en un terreno en donde anteriormente se negaron dos proyectos de mucho menor impacto ambiental.
La zona comprende dos lotes, uno de 5 mil 982.111 metros cuadrados (m2) y el otro de 217,576.457 m2, para un total de 223,558.568 m2; ambos ubicados sobre el bulevar Kukulcán, a la altura del kilómetro 16.5, en la Supermanzana A-2 “A” Segunda Etapa, en la segunda etapa de la zona hotelera de Cancún.
En 2005 se solicitó la construcción de un proyecto integrado por 94 casas de tres niveles (town houses), 20 residencias de tres niveles, 189 departamentos distribuidos en 21 edificios de 5 niveles cada uno (villas mediterráneas), y 1,120 departamentos distribuidos en 16 edificios de 20 niveles cada uno, áreas de esparcimientos, albercas, áreas verdes y estacionamiento, que no se realizó.
En 2010 BVG presenta la MIA para realizar el proyecto Grand Island un conjunto condominal con un total de 238 Unidades Privativas destinadas para vivienda unifamiliar, así como áreas comunes y de uso privado, que incluía: Caseta de acceso vehicular y peatonal con vigilancia, cajones de estacionamiento, canchas de tenis, gimnasio y spa, snack, arenero, entre otras amenidades, pero fue rechazado.
Sólo en el rubro de agua potable los 35 mil cuartos de hotel que tiene actualmente el corredor turístico de Cancún demandan al día 52 millones 500 mil litros de agua, partiendo de que cada unidad de hospedaje gasta diariamente mil 500 litros del vital líquido, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
Para poder cubrir la demanda de agua potable a los 6 mil 734 cuartos de hotel (que no cuenta los nuevos 3 mil aprobados), que se tienen proyectados en los próximos tres años, se requieren 11 mil millones 728 mil 500 litros diarios, sin embargo, actualmente la concesionaria del servicio del vital líquido tiene problemas de abastecimiento no sólo del corredor turístico, sino de la ciudad.
En este punto, un estudio elaborado por catedráticos de la Universidad del Caribe, detalla que la zona más vulnerable al darse la carga de densidad, es la laguna Nichupté, la cual es la más dañada por las descargas de los hoteles ya que la capacidad de la planta de tratamiento de la zona hotelera está rebasada, por lo que tanto la planta como la laguna producen olores pestilentes en la zona.
Sin embargo, la edificación que representa casi el 10 por ciento de las habitaciones con que cuenta Cancún fue aceptada por la actual administración federal, en una zona que a decir de la investigación realizada dentro de la Universidad del Caribe, está saturada por lo que este tipo de inmueble no es factible porque causará daños irreversibles en la zona.
La investigación académica advierte que ante los rezagos de drenaje en la ciudad y el incremento demográfico, se pone en peligro este recurso vital en el área, con obvias implicaciones ambientales y sociales, de ahí la importancia de no seguir sobredensificando la zona e impulsar proyectos turísticos sustentables.
Sobre esto, la investigadora y profesora Cristine McCoy realizó en 2016 el estudio “Evaluación de la capacidad de carga turística como elemento de análisis del desempeño de un destino turístico: caso Cancún”, en donde señala que la carga de la laguna está saturada, pero la construcción de 6 mil 734 cuartos de hotel en el corredor turístico de Cancún en 2018 que ya fueron aprobados por la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y que entrará en operaciones en los próximos tres años, no sólo pondrá en jaque la infraestructura urbana de la zona hotelera, sino que mermará en los servicios públicos de la ciudad.
Realizó un diagnóstico del manejo del uso de suelo, principalmente turístico- hotelero (TH), en la zona hotelera de Cancún mediante la revisión de los usos de suelo planteados en el Plan Maestro de Cancún y en los subsiguientes Planes o Programas de Desarrollo Urbano de aproximadamente 99 hoteles fue posible encontrar que: Al momento de contrastar la cantidad de cuartos reportados por los distintos hoteles ubicados en la zona hotelera con la cantidad de cuartos autorizados en el PDU 2014-2030, programa de desarrollo urbano vigente, de acuerdo a los metros de terreno que tienen, un 20% de los establecimientos han construido más cuartos de los permitidos.
“No existe ya la capacidad, no solamente de construcción sino de las personas que demandan servicios, y el impacto ecológico y el impacto vial del bulevar Kukulcán. Pero también debemos de pensar en ¿qué tipo de turista queremos?, porque este es un turismo de alto impacto ecológico, y no es el turista de alto poder adquisitivo que se supone se busca”, detalló.
El suministro de energía eléctrica es otro tema, ya que también se requiere cubrir la demanda de este servicio pues la zona hotelera consume el 50% del total del fluido eléctrico y al ampliarse el número de hoteles la Comisión Federal de Electricidad (CFE) tendrá que reforzar la red del suministro.
Cabe señalar que a raíz de los cuestionamientos sobre el proyecto, este viernes 29 de noviembre se llevará a cabo la cuarta marcha por el ambiente, donde se convoca a la ciudadanía a manifestarse en contra del Grand Island. El punto de reunión será en la glorieta de “El Ceviche” y se llegará hasta el Palacio Municipal.