Quintana Roo

Cientos de personas visitan los cementerios

Por Eva Murillo

 

Alta afluencia de personas registraron los dos panteones ubicados en la Región 99, familias completas compuestas por varias generaciones dedicaron el día a estar con sus familiares que descansan en las tumbas de los camposantos.

El panteón público Los Olivos se vistió de colores con las flores artificiales y naturales que adornaron las tumbas, además de que los deudos pintaron las fosas en tonos chillantes, que desde lejos podían distinguirse.

En la entrada al lugar un grupo de policías revisaron las mochilas o bolsas que llevaban cargando las personas, pues no estuvo permitido el ingreso de bebidas alcohólicas, sustancias prohibidas o artefactos que pudieran servir como armas.

En el cementerio privado, Jardines de Paz, los familiares aprovecharon a lo máximo el poco espacio que tienen para acomodar flores o artículos que les agradaban a sus familiares.

Era como ver una especie de día de campo en un terreno lleno de pasto, en donde acomodaron enormes y multicolores sombrillas que usualmente son para la playa, para resguardarse del sol mientras permanecían sentados, pegaditos a la tumba.

Raspar, lavar, barrer, limpiar, pintar, sacudir, quitar, poner, adornar, fueron sólo algunas de las actividades que hombres, mujeres y niños se repartieron este sábado mientras estuvieron de visita en las tumbas de sus familiares.

Si alguno se cansaba otro continuaba con la tarea, los más fuertes fueron los encargados de acarrear agua para lavar las lápidas o de renovar con pintura las paredes de la tumba, mientras que las mujeres ubicaban en lugares estratégicos y con sumo cuidado las flores.

Por todos lados pudo observarse nutridos grupos de personas recordando anécdotas de la persona que ya se fue de este mundo, mientras arreglaban la tumba, pero hubo quienes solitarios, trataban de contener el llanto sin aun entender porqué su familiar tuvo que irse.

Ese fue el caso del señor José Urieta, que aún tiene el dolor a flor de piel por la muerte de su hijo, ocurrida hace apenas tres meses.

“Tenía 20 minutos que habíamos hablado por teléfono, él me llamó, pero tuvo que colgar porque me dijo que venía manejando, pero que cuando llegara a su casa me iba a hablar”. Esa llamada ya nunca fue hecha.

Al pasar el tiempo su hijo le dijo que le marcaría, don José fue quien le llamó, pero lo que escuchó fue la voz de su nuera dándole la fatal noticia: un infartó le arrancó la vida a su hijo.

En un pequeño, muy pequeño espacio, Don José acomoda con mucho cuidado una veladora y flores. Era el único hijo que le quedaba vivo luego de perder a su hija años atrás.

Hubiera querido llevárselo a su tierra, a Tlalixcoyan, Veracruz, pero él ya era de otra familia, la que formó en el tiempo que vivió en Cancún, y no tuvo el valor de darle otro dolor a su pequeño nieto, alejándolo de los restos de su padre.

Y mientras don José intentaba no doblarse ante la tumba de su hijo, a unos metros de él una familia lloraba desconsolada frente a la tumba de su ser querido, mientras escuchaba la canción Amor Eterno que los mariachis cantaban para el difunto.

En una zona más alejada de donde estaba don José, un grupo de hombres llegaron de avanzada para pintar las tumbas de sus más de cuatro familiares ubicados en distintos puntos del camposanto, pues las mujeres llegaron más tarde con las flores y veladoras para hacer los correspondientes rezos.

 

Vendimia

Afuera del camposanto se armó un tianguis, en el que fueron ofrecidos desde cazuelas, brochetas de camarón hasta barbacoa, sin faltar los ramos de flores, calabaza en dulce, churros, antojitos de la región y bebidas refrescantes.

Las ventas de este día para los comerciantes estuvieron mejor que las del pasado viernes, pues la cantidad de personas que acudieron fue casi el triple, aunque el cobro de los inspectores de Comercio en la Vía Pública aminoraron las ganancias, pues estos pusieron tarifas que oscilaron en 750 pesos por día a los comerciantes.