Quintana Roo

Rezanderos mayas: al borde de la extinción

Por Luis Enrique Cauich

 

KANTUNILKIN, LAZARO CARDENAS, 15 de diciembre.- Por la presencia de nuevas creencias religiosas en la zona, o bien por la falta de interés en la continuidad de su cultura, actualmente los sacerdotes y rezanderos mayas son contados en la cabecera municipal. Estos importantes personajes de la cultura ancestral buscan rehuir a una desaparición anunciada desde hace ya varios años, a la que se suma el desinterés de las nuevas generaciones por conocer y preservar este legado.

Enrique Cauich Tah y Pablo Dzib Bak son los dos últimos rezanderos que quedan en Kantunilkín, los demás de su generación han fallecido o se encuentran ya, por la edad, imposibilitados de realizar estas actividades tradicionales como parte del Consejo Supremo Maya. Y tristemente ven que no hay interés de las actuales y nuevas generaciones por aprender este legado ancestral.

Sostienen que uno de los factores por lo que los sacerdotes, y sobre todo los rezanderos mayas, están desapareciendo, es porque las nuevas generaciones se avergüenzan de esta cultura, de sus raíces y sobre todo de sus tierras, ya que muchas veces las personas ignorantes se burlan de los jóvenes y ellos deciden no aprender.

Los hombres de avanzada edad externan que la transculturización ha llegado y aunque es una actividad tradicional, esta feria ha cambiado, no se nota la devoción, lo religioso, se prefiere lo pagano, los bailes, la cerveza, los caballos y las corridas, pero esto debería de ir de la mano con las actividades que se realizan en esta iglesia maya.

Otro de los factores, y tal vez el más importante, es la aparición de iglesias que van en contra de la creencia maya e imponen sus idearios, además de que tratan siempre de denigrar a los nativos que, a pesar de contar con deidades, rinden honores al mismo Dios.

Añadieron que como miembros del Consejo han buscado inculcar la tradición en sus familias, pero es mucho el desinterés, además de que las autoridades estatales y municipales no han considerado la opción de enseñar lengua maya en las escuelas y promover más las tradiciones locales.

Externaron que los jóvenes salen a estudiar y conocen otras culturas o actividades y a las de sus localidades no le muestran interés, de modo que, el panorama es incierto para los siguientes años, ya que hasta el momento sólo hay una persona que muestra interés por seguir con estas actividades, pero de ahí ningún adulto o joven se acerca para aprender.

Don Pablo Dzib Bak, a sus 98 años, comenta que lleva más de 50 años realizando esta actividad de rezar en el idioma maya en esta feria tradicional, donde entrega los manjares (comidas como la chicharra, el relleno, la cochinita) que los diputados de corridas de toros, gremistas, nohoch cuches, entre otros, entregan a la patrona, la Virgen de la Inmaculada Concepción.

“A los primeros patrones”, menciona al referirse a los rezanderos, no los conoció, pero sí a los segundos, como don Hilario Cocom, don Ramón Pech, don Juan Ek, Anastasio Ek, don Desiderio Aban, quienes al fallecer, dejaron el legado a don Encarnación y a don Máximo, que luego pasaron los conocimientos a don Enrique Dzib (su hermano), quien lo invitó a acompañarlo a realizar los rezos.

Sin saber nada, señala, acompañó a su hermano, quien se encargó de enseñarle a rezar, a contestar los rezos y a entregar la mesa, y una vez ya dominada la actividad, se separaron y cada uno comenzó a hacer su trabajo individualmente. Y ya sea su hermano (fallecido) o él, eran llamados a rezar en esta iglesia en las fiestas patronales.

Don Enrique Cauich Tah tiene ya 95 años, y en su caso, asegura que nunca le enseñaron a rezar en maya, él simplemente aprendió a hacerlo observando a sus mayores, a quienes en ese entonces eran los que entregaban la mesa y hacían los rezos a los santos.

Mientras espera que lleguen las ofrendas del día, platica que conoció a los rezadores como don Hilario Cocom, Gabino Pat, Ramón Pech, Felipe Pech, Anastasio Ek y con el paso de los años, la edad avanzada, las enfermedades y finalmente la muerte de todos ellos, se resintió, quedando únicamente don Enrique y don Pablo Dzib Bak, así como él, quienes se mantuvieron por años haciendo la actividad, pero su tocayo falleció.

Ahora sólo son dos los que quedan, don Pablito y yo, menciona en la plática, y dijo que sólo Fernando Baas es el adulto joven que ha mostrado interés por acercarse a aprender los rezos para hacer la entrega de las ofrendas, y aunque hay más miembros del Consejo, nadie más decide aprender y peor aún, las nuevas generaciones no tienen el mínimo interés.

Don Emilio Dzib también rezaba, pero lo dejó porque perdió la vista y luego falleció y aunque hay adultos jóvenes que están en el Consejo Supremo Maya, sostiene, no van por gusto o porque quieran preservar el legado, sino porque el gobierno les da un apoyo económico y en ocasiones despensas, porque no han querido aprender a realizar los rezos.

Indicó con tristeza que continuarán rezando hasta que Dios los llame, pero externó que el día que mueran se podría acabar este legado porque no hay interés de los jóvenes y con ello, las tradiciones tendrán un cambio, porque nadie intenta preservar los rezos mayas.

Acotó que a Fernando Baas le falta lo principal, sabe las alabanzas, pero aún no sabe entregar la mesa a Dios, sin embargo, aseguró que se trata de una persona que no se avergüenza de sus tradiciones e intenta aprender para preservar años de conocimiento ancestral que están en riesgo de desaparecer en unos años más.