Quintana Roo

Lluvias dejaron desolación

* Las endebles viviendas están rodeadas de aguas estancadas * Han perdido enseres domésticos, aparatos y los pocos muebles que tenían * El lodo cubre el suelo de las casas

las casas

Por Luis Enrique Tuz

GRACIANO SÁNCHEZ, BACALAR 18 de junio.- Llueve sobre mojado en Graciano Sánchez (La Pantera), sobre todo a las 20 familias damnificadas, las cuales perdieron parte de sus enceres domésticos, ropa y animales de patio, y aunque tienen alimentos por las despensas que les entregaron, no observan un futuro promisorio al retornar a sus inundados y afectados hogares, porque no cuentan con recursos económicos para reconstruirlos, pero sobre todo, por cómo y con qué sobrevivirán, porque no hay fuentes de empleo, los cultivos de maíz, plátano y piña se encuentran bajo agua y las pérdidas son incuantificables.

Esta comunidad se encuentra en la carretera conocida como la vía corta a Mérida, Yucatán, entre las poblaciones Los Divorciados y Vallehermoso, municipio de Bacalar, cuenta con aproximadamente 900 habitantes, la mayoría se dedica a los cultivos de maíz, plátano, piña, entre otros.

Y es que las inundaciones y escurrimientos que dejaron las tormentas tropicales Amanda y Cristóbal, aunado a las recientes lluvias intensas, tienen a una parte de los habitantes de la comunidad Graciano Sánchez (La Pantera) bajo el agua.

Una semana después de las inundaciones, la señora Amada Dzul Canul visitó su hogar en la parte baja del poblado y aunque ya bajó un poco el nivel de la inundación, sólo encontró soledad, “este es mi hogar, pero no puedo ocuparlo porque está rodeado de agua”.

Exhibe las paredes, mesas y fogón totalmente húmedos, en el patio se observan maderas que trajo el agua que vino desde las montañas del país de Guatemala y el estado de Campeche.

Aseguró que existe preocupación entre los habitantes de las partes bajas, no sólo porque las lluvias continúan, sino por el temor por los lagartos y sanguijuelas que rondan sobre todo por las noches en los alrededores de las viviendas inundadas, ya que la persona que se encontró muerta en el puente de Vallehermoso parcialmente había sido devorada por los saurios.

El temor principal de las personas que tienen su hogar bajo el agua es que su vida no será la misma porque perdieron lo poco que tenían, lo cual era mucho para ellos y no tienen forma de recuperarlo en un corto tiempo.

La señora Geny Lorena Cabrera, quien no puede entrar a su vivienda porque el nivel del agua tiene más de medio metro de altura, recapituló que el pasado jueves a las 12 de la noche escuchó los gritos de sus vecinos de que el agua entraba a sus casas de “sopetón”, y como pudo cargó a sus hijos y buscó refugio en casa de sus familiares, pero la sorpresa que se llevó es que ellos también la estaban pasando peor.

“Toda la noche nos ayudamos unos a otros para sacar los enseres domésticos y llevarlos a las partes más altas, pero no se tuvo ningún tipo de ayuda en ese momento, sino que fue hasta el otro día cuando se pidió el apoyo a las autoridades de la comunidad”, dijo.

Raquel Moreno y Yesenia Moreno Hernández, quienes hasta el momento no pueden entrar a sus hogares elaborados con madera y huanos de la región, pues se encuentran un metro bajo agua, afirman que sus animales de patio huyeron o se los comieron los cocodrilos y que los pocos que encontraron los llevaron a las partes altas para ponerlos a salvo.

No hay fecha para que retornen a sus hogares, porque no se puede llegar ni entrar, mientras tanto siguen en el albergue de la comunidad, en donde les han entregado una colchoneta por familia y despensas. Y están de acuerdo en que no podrán vivir todo el tiempo de la misma manera, ya que tienen que regresar a su hogar, pero no saben en qué fecha.

Por su parte, Abenamar Moreno recapituló que hace ocho días, aproximadamente a las doce de la noche, escuchó que la gente que tiene su vivienda por el campo de futbol llanero empezó a gritar que venía el agua. “Me levanté como pude y observé que efectivamente tenían razón, entonces empezamos a arreglar las cosas para sacarlas, pero sólo algunas recuperamos porque nos ganó la creciente y decidimos salir para sobrevivir.

Nos amaneció trabajando porque la corriente llegó fuerte y al amanecer ya tenía más de un metro de altura, ya sabía que había inundaciones por la zona de Río Verde y Reforma, pero nunca nos imaginamos que llegara con fuerza hasta aquí, porque tienen 23 años que no habíamos visto algo similar”, acotó.

Aseguró que ni la Coordinación Estatal de Protección Civil ni Municipal dio la alerta de emergencia a la población, pese a que le daban seguimiento a los escurrimientos. “Mi hijo me avisó que la corriente venía rompiendo caminos y se dirigía con rumbo a La Pantera, pero nadie se imaginó que sería algo serio.

Al día siguiente fui a despertar al delegado para que nos eche la mano para refugiarnos y nos mandó al Comedor Comunitario, en donde hasta la fecha permanecemos más de 5 familias, pues las otras están refugiadas en las escuelas de la localidad, 20 en total.

Si nos inundamos ni modo, es la voluntad de Dios, porque no se puede hacer nada ni pelear con alguna persona. Lo que se perdió se perdió. Dios proveerá y definirá de donde vendrá el apoyo y la ayuda”, abundó.

El proyecto que tiene para salir adelante es incierto porque no tiene dinero para adquirir un terreno en la parte alta de la comunidad, “lo único que podemos hacer es cuidar nuestra salud, esa es la única esperanza, mientras Dios nos dé vida hay que luchar.

No hay trabajo en la zona conocida como la vía corta a Mérida, por lo que vivimos por milagro de Dios, porque vivimos de lo que nos da la tierra, pero hoy todos los cultivos se encuentran bajo agua y los daños son incuantificables”, acotó.

Lo peor es que faltan por venir los meses de julio, agosto, septiembre y octubre, los cuales son más lluviosos y puede que afecte a todo el pueblo porque la tierra se encuentra saturada de agua.

Albergue y moscos

Ante la imposibilidad de poder retornar a sus hogares, desde la semana pasada viven en tres albergues: El comedor comunitario, la escuela secundaria y las instalaciones de la escuela inicial, aunque en esta última carecían de energía eléctrica, pero se las ingeniaron para conectarse a la red pública.

Raquel Moreno Hernández señaló que si bien los han visitado las autoridades estatales y municipales para darles un techo seco y alimentación, su problema lo tienen solucionado por el momento; sin embargo, consideró que están conscientes de que no toda la vida será así y tendrán que regresar a sus hogares cuando baje el nivel del agua, lo cual no saben con certeza si será dentro de 20 días o un mes, porque las lluvias en la zona continúan y muy fuertes.

El presidente municipal Alexander Zetina Aguiluz les entregó una colchoneta por familia, pero el problema es que algunas son numerosas, de tres o cuatro hijos, por lo que prácticamente duermen en el sueldo acompañados de miles de mosquitos.

Es una tristeza porque hay muchos niños y con todo lo que sucede se enferman y no hay medios económicos para conseguir los medicamentos, menos en estos momentos cuando se convive con la enfermedad del coronavirus COVID-19, ya que en el centro de salud el médico solamente les expide recetas.

Por su parte, Yesenia May, acompañada de sus hijos menores de edad, afirmó que el temor más grande que tienen es que siga lloviendo, porque eso les dificultará regresar en