Yucatán

Rolando deja Yucatán con un mejor ánimo social

La profesora Ofelia Bello Paredes no apartó la mirada de su hijo ni por un segundo. Durante la hora con 15 minutos que el Gobernador Rolando Zapata Bello leyó el mensaje político, la “disciplinada maestra de secundaria”, como la llamó su propio hijo, no mostró emoción alguna, se mantuvo seria, firme. Y sólo al final, cuando los presentes brindaron un espontáneo aplauso a su vástago, se llevó las manos a los ojos y, discreta, se secó un par de lágrimas.

—No tengo duda, no tengan ustedes duda, que este Yucatán del 2018 es mejor que el Yucatán del 2012 —afirmó el mandatario al dar lectura a su mensaje desde el vestíbulo del nuevo Hospital Materno Infantil acompañado por su familia, su esposa Sarita y sus hijos Montserrat y Rolando, personal del nosocomio, técnicos del Canal 13, los Secretarios de Gobierno y de Salud y la prensa.

No hubo invitados especiales ni vallas metálicas. Nadie tuvo que pasar por los a veces incómodos arcos detectores de metales ni aquellas revisiones de seguridad. Y mientras Rolando hablaba, el hospital daba servicio.

—¿Viste? Del sábado que nació el primero hasta hoy, ahora que terminé de hablar, ya nacieron 15 chamacos, ¿lo viste? —dijo, sonriente, como un niño haciendo travesuras, el Gobernador al cronista.

—Fueron ocho niños y siete niñas —apostilló mirando con el rabillo del ojo al Secretario de Salud, el doctor Jorge Mendoza Mézquita, a quien, por cierto, el cronista notó triste y con un nudo en la garganta cuando su jefe leía los últimos párrafos.

—Eso, precisamente eso, es lo que me exigió hacer la sagrada confianza ciudadana y esa es la meta que, juntos, hemos cumplido, y ahora, yo deseo con todo aplomo y con toda claridad política y humana, que el Yucatán del 2024 sea mejor que el Yucatán del 2018, porque el legado patriótico y trascendental es aquel que permite seguir avanzando, seguir construyendo —dijo Zapata Bello.

Fueron 75 minutos frente al telepronter. Rolando leía sin tropiezos. Alzaba las manos cuando quería recalcar algo y no volteaba a ver a nadie más. Cualquiera que lo hubiera visto habría dicho que luego de dejar la chamba de Gobernador bien podría dedicarse a ser presentador de noticias.

Amar y honrar a Yucatán

—Eso es, verdaderamente, amar y honrar a Yucatán: honrar a este Estado, como yo lo honro cada día, como mis padres, mis amigos y la gente a la que serví me han enseñado, es hacer lo que nos toca para que avancemos juntos siempre; amar a Yucatán es desear que todo el que se esfuerce por el bien de este gran Estado tenga éxito, y mantenga los rumbos claros y la armonía social —dijo el referirse al más alto cargo que puede aspirar un yucateco.

—Esa enorme tarea, en unas cuantas semanas, recaerá en los hombros del licenciado Mauricio Vila Dosal. Por eso, le deseo a nuestro próximo gobernador todo género de éxitos en su gestión; le deseo que conduzca con claridad en el rumbo, firmeza y convicción, desde el Poder Ejecutivo, este gran Estado y a su gente —expresó.

Dijo que Yucatán es un gran pueblo, que yo sé muy bien que se levanta temprano, que trabaja duro, que está seguro de sus valores, orgulloso de su identidad, y quiere ser referente del bienestar de una democracia que sí funcione y que sí siga dando resultados.

El Tren Maya —En la misma tesitura, le deseo todo el éxito en su gestión a nuestro próximo Presidente de la República, licenciado Andrés Manuel López Obrador, quien ya ha comenzado a demostrar su gran aprecio y afecto por Yucatán, aún antes de tomar posesión, al incluir a nuestro Estado en la ruta del gran Tren Maya.

Rolando no sólo tuvo esos deseos, también se expresó como el hombre que es y que ha sido o que al menos es el que se ve. “Soy un hombre leal y congruente; por ello, hoy quiero expresar mi más amplio respeto y agradecimiento al Presidente de la República, a Enrique Peña Nieto, por los apoyos institucionales y de gestión que nos dio en todo momento para la realización de obras, acciones y programas indispensables para Yucatán. Tengo la convicción y la claridad de que, gracias a él, mi gobierno pudo hacer más y pudo llegar más lejos”.

—Como político, como Gobernador, como yucateco, le agradezco y le estaré siempre agradecido al Gobierno de la República, y también a mi partido, el Revolucionario Institucional, del que soy y seré orgulloso militante, orgulloso de su gente, orgulloso de sus bases.

Fue entonces que el discurso se volvió más íntimo, más personal, mucho más en el ámbito de lo que en política, al menos en la tradicional, nunca se dice ni mucho menos se escribe en la prensa.

Dar las gracias —Por otra parte, como yucateco, para mí ahora, lo más importante es dar las gracias, es hacer patente mi agradecimiento total a mi comunidad y mi Yucatán. Tengo que decirlo, es muy importante hacerlo: gracias a este gran Estado, que me hizo nacer en una familia modesta y que me apoyó para estudiar en una gran universidad, la UADY, una universidad pública.

—Gracias a este gran Estado, que le permitió al hijo de una disciplinada maestra de secundaria llegar a ser Gobernador; gracias a esta tierra que le permitió al hijo de un maestro de educación física tomar las decisiones para que llegáramos a ser hoy la cuarta potencia deportiva nacional. Di lo mejor de mí, sin miedo y sin imprudencias, trabajando y escuchando, apurando y también corrigiendo.

—No tuve ningún otro norte que tratar de imitar a las grandes figuras cívicas que nos enseñaron de honestidad, entrega y dedicación; siempre seguí el ejemplo de hombres y mujeres que, para mí, son de otra dimensión: Elvia Carrillo Puerto, Salvador Alvarado, Felipe Carrillo Puerto y Víctor Cervera Pacheco, hombres y mujeres con quienes puede compartir el honor de trabajar en oficinas que fueron suyas, en sus mismos espacios cívicos, tal vez con dilemas similares.

Agradeció a los yucatecos “que me dieron esta enorme oportunidad. Gracias a mi familia, a mi esposa Sarita, a mis hijos Montse y Rolo; hoy, les quiero decir que les quiero y los admiro más. Gracias a todo mi gran equipo de gobierno, a los funcionarios de mi gabinete y a los mandos medios, pero particularmente gracias a toda la base trabajadora del Gobierno del Estado: ustedes son el alma del servicio público estatal, siéntanse satisfechos por la labor cumplida y reciban mi gratitud duradera”.

—Amigas y amigos, yucatecas y yucatecos, mujeres, hombres, jóvenes, adultos mayores, niñas y niños, dueños del presente y del futuro de Yucatán, ciudadanos a los que he tenido el enorme honor de servir, son muchas las cosas que hemos logrado en estos seis años, acciones y decisiones que cambiaron y mejoraron vidas.

Dijo que, sin duda, las obras perdurarán en el concreto y el acero; los programas sociales trascenderán en las oportunidades que abrieron a cientos de miles, que ahora tendrán mejores horizontes de vida, y el nuevo modelo económico marcará el rumbo en el inicio de nuevos ciclos para el empleo y bienestar.

Principal legado —Sin embargo, creo que el principal legado de este gobierno es, al mismo tiempo, más intangible y más profundo. Viéndolos de frente, hablándoles de viva voz, yo considero, con absoluta humildad, que el principal legado de estos seis años es un nuevo estado de ánimo social, una renacida confianza de todos los yucatecos, un optimismo sensato que nos da la seguridad que, ahora sí, el ideal de lo posible, ese concepto del que nos habló Canek, está al alcance de nuestras manos.

Entonces aseguró que él tiene la convicción que ese nuevo optimismo y esa nueva confianza nacen, en gran parte, de la fuerza de las instituciones y del respeto que a nuestras instituciones han dado todos, y debemos darles, especialmente quienes las encabezan, porque yo creo que el primero que debe respetar la dignidad de la investidura de Gobernador es, precisamente, el Gobernador mismo; la debe de respetar siendo sobrio en su conducta, en su aspecto y en su modo de vida; la debe respetar siendo responsable y puntual, lo mismo en la entrega de apoyos y proyectos que en su asistencia a los eventos donde lo esperan sus ciudadanos invitados.

Pero también admitió algo, no todo está bien. “Sé y lo siento, lo sentimos todos, que si bien, en Yucatán, las cosas no son perfectas, sí estamos mejorando cada día, y esa tranquilidad y certeza hablan de una sociedad y gobierno que han sabido trabajar juntos. Por eso, el mayor legado de estos seis años, un legado que todos, porque absolutamente todos lo hemos construido, es saber que una vida mejor para los yucatecos ya no es una utopía: el Yucatán exitoso y de éxitos duraderos, que tanto hemos anhelado, ya no es una quimera, sino algo para lo que hoy dejamos cimientos muy sólidos”.

Asimismo dio gracias a todos los integrantes del Poder Judicial; gracias a las magistradas y magistrados, consejeros de la Judicatura, y a los miembros de la LX y LXI Legislaturas del Honorable Congreso del Estado; también expresó su respeto y reconocimiento a las y los diputados de la LXII Legislatura, quienes legítimamente expresan hoy la pluralidad de la voz del pueblo de Yucatán.

Invaluable labor

Y entonces fue que volteó a su derecha, donde detrás de una cinta negra estaban sentados los reporteros. “Gracias a los medios de comunicación, y a las compañeras y compañeros periodistas, por su invaluable labor de informar a los ciudadanos de Yucatán en estos seis años; gracias a quienes me ayudaron; gracias a quienes me apoyaron con sus reflexiones y consejos, y por supuesto, con valor democrático, les doy las gracias también a mis críticos, porque un gobierno con buenos críticos siempre verá, a través de una óptica divergente, oportunidades para esforzarse más y ser un mejor gobierno”.

Y fue entonces que, con las manos en el atril, sin mover los dedos índices, como es su costumbre cuando habla, como una especie de tic, Rolando pidió que le permitan decir “las cosas que a veces no se dicen, pero que son las más importantes: mi ciclo como Gobernador está por terminar y vendrá el juicio de la historia para mi gobierno, un juicio que, mientras más transcurra el tiempo, será más sobrio, desapasionado y objetivo”.

—Pero para mí, el juicio más importante, como lo dije cuando empezamos esta ruta, hace seis años, se significará con el poder salir a la calle el lunes 1 de octubre y saludar a mi vecino, saludar a la gente que me encuentre en la Plaza Grande o en cualquier espacio público, y hacerlo con la dignidad y con la satisfacción de un hombre que, si bien no hizo las cosas perfectas, sí hizo lo mejor que pudo; un hombre que, por mucho, demostró con hechos su amor por esta tierra, y sí logró cambios permanentes y rutas nuevas por las que transitarán nuevas y mejores generaciones.

Expresó que “caminar como un ciudadano común, con la frente en alto y con la cara al sol, es lo único que quiero para mí, porque todo, todo lo demás, toda la grandeza, toda la prosperidad, todo el bienestar, todo el mañana, lo quiero y lo seguiré queriendo siempre para Yucatán. ¡Que Viva Yucatán! Muchas gracias”.

Calor familiar

Se bajó de la tarima y se dirigió a su familia. Su madre lo abrazó como si él tuviera cinco años. Lo apretó en su regazo y le acarició la nuca. Algo le dijo, pero nadie lo escuchó. Luego abrazó a su esposa. La besó en la mejilla y abrazó a sus hijos. Alzó la mano derecha en señal de victoria y se volteó para agradecer al cuerpo técnico que transmitió el mensaje en redes sociales y en radio y televisión.

Y luego Rolando se acercó con los periodistas.

—¡Una selfie! ¡Una selfie! ¡¿Quién la va a tomar?!

Enrique Osorno, su fotógrafo oficial, se subió a las escaleras para tomar la fotografía y el cronista a una silla para hacer la selfie con su celular. “Esta es a colores”, bromeó.

En un par de minutos la sala se desalojó, el Gobernador salió al estacionamiento donde dio las gracias a un grupo de policías, se tomó otras fotos y luego abordó su camioneta. El sol de la una de la tarde ardía en la mollera del cronista.

(Rafael Gómez Chi)