Yucatán

El fanatismo

Pilar Faller Menéndez

En estos tiempos que vivimos puede distinguirse a un “fan” el cual es un término que deriva del fanatismo, pero que en realidad hace alusión a una persona que es más bien entusiasta a otra persona o cosa en particular, lo cual puede revelar sus gustos o preferencias.

La persona fanática tiene como característica el seguimiento vehemente de una persona, religión o doctrina de una forma extremadamente pasional, lo cual le hace perder cualquier sentido crítico sobre aquello en lo que cree.

El fanatismo, que puede llegar a tener graves consecuencias, tiene como característica la vehemencia y discurso (generalmente violento) para defender y exacerbar la posición del fanático contra cualquier opinión contraria a la suya, lo cual actualmente es mal visto socialmente, por ir en contra de los valores democráticos que se dan en el diálogo, así como en la tolerancia.

El fanatismo requiere de una institución o doctrina con la cual la persona se sienta plenamente identificada, que trascienda el plano individual y sea parte fundamental de su esencia y su vida gire en torno a ella. Para describir esta característica existe una expresión clásica de filosofía que puede describir su sentimiento: “Es como si fuera dueño de la llave del mundo”. Generalmente el fanatismo suele darse principalmente en los ámbitos religiosos y políticos.

Para poder describir más ampliamente este concepto, podría decirse que el fanatismo posee una filiación incondicional a una causa, de allí el requisito de la identificación a una institución o doctrina, que le produce una ceguera y apasionamiento, y hace que en ocasiones su comportamiento sea violento e irracional, convencido de que posee la mejor idea y la única que es válida, menospreciando las opiniones ajenas.

Puede identificarse este comportamiento con cinco características principales: el querer imponer sus propias ideas, el despreciar a quienes son diferentes, mantener como premisas ideas que son incuestionables, mantener una visión “cuadrada” sobre las cosas las cuales son blanco o negro, sin matiz alguno, y la última es una falta total de sentido crítico.

Esta falta de racionalidad puede llevar a extremos, que por el fanatismo una persona asesine a otra, en el medio político, desarrolla un sistema que le permite la imposición de sus creencias, so pena de castigar a quien se oponga con la cárcel o incluso la muerte.

Como se ha mencionado anteriormente, también puede darse en la religión, en la que existe una intolerancia y persecución a quienes profesan otra fe, ya que consideran que sus creencias son las únicas válidas, llegando algunas veces al extremo de castigar y perseguir a quienes no comparten la misma religión.

A lo largo de la historia, el fanatismo religioso es el que más daño ha ocasionado a la humanidad, ya que ha dado lugar a muchas guerras, holocaustos así como actos de terrorismo y asesinatos. Un ejemplo de estos extremos fue la creación de la Santa Inquisición durante la Edad Media, cuya misión era terminar con la herejía, para lo cual establecía tribunales en todo el mundo para someter a juicio a quienes eran considerados brujos, ateos, o adoradores del demonio, lo cual inculpó a muchos inocentes que murieron quemados o sufrieron de abominables torturas.

En la actualidad ha surgido otro tipo de fanatismo religioso dentro de la religión islámica, en donde existen grupos que cometen cualquier clase de actos delictivos y terroristas contra quienes no profesan su religión o no piensan como ellos. Un claro ejemplo fue el ataque a las Torres gemelas en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001.

La psicología afirma que el fanatismo surge a partir de la necesidad de seguridad que experimentan las personas que son inseguras, con el fin de tener una especie de compensación frente al sentimiento de inferioridad que sienten.

La persona fanática vive en un constante proselitismo, cuyo objetivo es sumar adeptos a su causa, y divide a las personas en categorías opuestas: aliadas y enemigas, sin posibilidad de conciliación alguna, a menos de que la persona acepte la causa del fanático.