Ariel Avilés Marín
Existen ciudades que son verdaderamente emblemáticas y fascinantes, la ciudad de Nueva York es una de ellas, por tanto, no es de extrañar que la Orquesta Sinfónica de Yucatán la hubiera tomado como eje temático, alrededor del cual giró su segundo programa de conciertos. Un concierto con ambiente neoyorquino por varias razones. Aaron Copland, nació en un barrio de esta ciudad; Lowell Liebermann, autor del concierto para flauta, segundo número del concierto, también; Megan Maiorana, la flautista concertista, también; Antonín Dvorak, escribe en esta ciudad su Sinfonía No. 9, con la que la orquesta cerró programa; así que, New York, fue una constante que iluminó el programa del segundo concierto de esta XXXI temporada de nuestra orquesta.
Aaron Copland, es un compositor de los que podemos llamar contemporáneos del S. XX, sin embargo, su obra se aleja de los estilos característicos de esa llamada vanguardia, este autor encamina su estilo por caminos más simples y toca la punta de sus dedos con corrientes populares como el jazz y otros estilos de este orden. Abre programa su Obertura Exterior. La inicia el tutti con brillo y en seguida, suenan soberbios los cornos y entran las cuerdas con alegría, canta la voz de la trompeta y desarrolla cálido tema con las cuerdas en pizzicato, dialogan las maderas entre sí y entran las cuerdas con el fuerte acento de los trombones, el xilófono aborda el tema también y le responden los metales y las cuerdas cantan el tema asimismo; canta el pícolo y le responde el tutti con fuerza y alegría, de nuevo los metales toman el tema y los timbales marcan y el tutti sube con fuerza, hay un abrupto silencio y van entrando las secciones de instrumentos, los chelos cantan suavemente y se unen flauta y fagot y en seguida el clarinete; el fagot canta dulcemente con las cuerdas y los metales, con los fagotes, marcan un cambio para que entre el xilófono y los cornos y se van incorporando el clarinete, la flauta y entran las cuerdas y luego la trompeta y los cornos y el tutti, en pleno, aborda el tema también, suenan los platillos y se cambia a otro tema suave y entrecortado que se desarrolla con gran dulzura; trompetas y trombones cambian a un nuevo tema y la flauta hace trinos, suena la trompeta y entra el tutti con fuerza y alegría y va subiendo, el piano marca unos acordes y el tutti responde brillante y va subiendo con más y más fuerza para llevarnos al brillante final de la obra. La primera ovación es larga y sonora.
Inmediatamente pasamos al Concierto para Flauta Op. 39, de Lowell Libermann, compositor actual que se ubica en la corriente de quienes han retomado las tonalidades tradicionales. Esta es una obra reciente, se estrena en 1992 y tiene exigencias técnicas que ponen de relieve el dominio del concertista sobre su instrumento. Megan Maiorana fue la virtuosa intérprete de esta obra, y en su ejecución dejó constancia de su buena e impecable técnica en la transversa, y su magnífica embocadura le permitió obtener notas y tonos que despejaron cualquier duda sobre su nivel y excelente calidad. El primer movimiento, Moderato, lo inicia suavemente la trompeta con sordina y los violines en pizzicato, entra la concertista dulce y armónica y hace cantar a su flauta con gran calidez, responden los violines, las violas y los chelos en pizzicato; canta la flauta con gran dulzura y aborda notas agudas y delicadas con un suave tema que responde el tutti con ligera disonancia; la solista aborda ágiles pasajes de gran dificultad técnica por los que corre airosa, ejecuta notas entrecortadas y rápidas y aborda cambios en los que juega con gran destreza por las escalas; entran las cuerdas con profunda pasión; la concertista ejecuta notas muy agudas y de difícil ejecución que ponen de relieve su dominio del instrumento y canta con gran agilidad con los acentos de la trompeta y el corno, la concertista continúa con intrincadas notas y ágiles escalas con una claridad diáfana, cantan a dúo las trompetas con los cornos y la concertista aborda un dulce pasaje dialogando con el clarinete, la delicadeza de la flauta es verdaderamente aterciopelada; los cornos marcan un compás que da entrada a un pasaje de gran agilidad para la flauta a la que las cuerdas le responden y ejecuta en seguida rápidas y ágiles escalas con los acentos de fagot y el contrafagot; la concertista ejecuta nuevas escalas en las que pone en juego todo su dominio del instrumento, hace difíciles juegos armónicos para dar entrada al tutti que lo hace con gran pasión, las escalas de la solista continúan y hace difíciles trinos que nos dan noticia de su dominio de la embocadura al abordar las, cadencias que son muy complicadas y rápidas, con notas brillantes ágiles y de gran velocidad, las cuerdas entran y la concertista hace breves escalas dulces y va subiendo la tonalidad, dialoga con las cuerdas y canta dulcemente con ellas, el pasaje tiene ligeras disonancias y termina con una larga nota aguda que pone fin al movimiento.
El segundo movimiento, Molto adagio, lo inicia la concertista con gran suavidad con el corno inglés poniendo los acentos, canta con notas largas y dulces, dialoga con la flauta principal de la orquesta en un sentido pasaje y entra el oboe y las cuerdas con gran delicadeza, continúa el diálogo con la flauta principal con acentos del pícolo y entran los chelos y contrabajos con gran sonoridad con lo que va subiendo la emoción, la concertista canta con notas agudas y luego con gran dulzura para ir desarrollando sentido tema y dialoga ahora con el violín concertino y suena el corno inglés y el arpa pone acentos; la concertista canta dulce y emotivamente con profundo sentimiento que nos da noticia no sólo de su técnica, sino de la pasión que pone en su ejecución y que se va desbordando con la entrada de las cuerdas, los timbales marcan y la emoción sube, redoblan los timbales y la concertista aborda un nuevo pasaje muy sentido, suave y delicado con el corno inglés mientras la flauta principal hace un delicado contrapunto y dialoga con el oboe y suavemente ejecuta nuevo y sentido pasaje con ligeros del xilófono y una larga y dulce nota marca el final del movimiento.
El tercer movimiento, Presto, lo inician las notas de los timbales y arranca la concertista con gran agilidad con las cuerdas en stacatto, la concertista juega con ágiles escalas, la trompeta canta con brillo y la concertista responde con fuerza y agilidad y ejecuta verdaderas acrobacias sonoras que los metales acentúan y la concertista juega con destreza y agilidad magistrales con el acompañamiento de fagot y contrafagot, la concertista ejecuta rápidos pasajes en los que llega a notas muy agudas mientras el pícolo canta al fondo y la trompeta pone acentos; la concertista ejecuta rápidas escalas que el tutti remarca y se aborda un rápido, ágil y difícil pasaje, suenan los cornos y la concertista canta con notas entrecortadas y el pícolo pone fuertes acentos, la concertista aborda ágiles y rápidos pasajes en los que ejecuta verdaderas acrobacias sonoras que nos muestran el dominio de su embocadura, y sube y baja y arranca un pasaje de gran velocidad con los cornos para llevarnos a brillante y sonoro final del movimiento y la obra. Larga, sonora y tremenda ovación premia la sobresaliente actuación de Megan Maiorana.
Al volver del intermedio, el programa reanuda con la Sinfonía No. 9 “Desde el Nuevo Mundo” de Antonín Dvorak. Esta obra, Dvorak la escribe durante su estancia en Nueva York, pero la mirada del compositor no se constriñe a la gran urbe, se tiende hasta las verdes praderas en donde aún corren libres las grandes manadas de búfalos y los nativos pieles rojas tras ellas. Todo esto lo retrata el autor describiéndolo con una música sonora y emotiva. El romanticismo gustaba mucho de la música descriptiva, y Dvorak es un romántico rematado. El primer movimiento, Adagio-Allegro molto, lo inician los chelos, las violas y los bajos con grave nota y el corno de una larga nota que da entrada a la flauta y el oboe y se aborda un fuerte compás con redoble de timbales que sirve de entrada a un pasaje suave y lento que cambia con fuertes notas y se inicia un tema que canta el corno y repite el oboe para que entre con fuerza el tutti y desarrolla el tema que se retoma con gran fuerza brillante y sonora, el oboe canta con gran delicadeza y las cuerdas replican su canto y la emoción va subiendo con alegría, hay un redoble de timbales que da paso al canto de la flauta que el tutti repite, las cuerdas retoman el tema y con sonoridad y fuerza entra el tutti con el mismo tema y el corno lo canta también y la flauta lo repite, la trompeta lo canta también con los trombones y las cuerdas, entra el tutti con fuerza y lo desarrolla; el oboe marca un dulce cambio que replican la flauta y el corno, de nuevo el oboe y la flauta lo retoman y el tutti entra con fuerza; la flauta canta el tema que repite la segunda flauta y dialogan entre sí y con el clarinete con gran alegría, la segunda flauta vuelve a cantar con las cuerdas y los metales en pleno lo replican y lo retoma el tutti con fuerza y la emotividad va subiendo para llevarnos a sonoro final del movimiento.
El segundo movimiento, Largo; es una canción de amor de los pieles rojas que es un verdadero poema delicado y emotivo, es un movimiento sublime en medio de esta obra emotiva y sonora. Lo inician los metales suave y soberbio, con grandísima dulzura y luego fuerte, los timbales hacen un redoble que da entrada a las cuerdas con suavidad, el corno inglés canta el tema principal de la bellísima canción de amor india, dulce y sentido canto que las cuerdas acompañan con mucha suavidad, el corno inglés repite el canto y lo desarrolla y clarinete y fagot lo siguen, los chelos y la flauta marcan un cambio y las flautas con el fagot dialogan con un acento del tutti que da paso a un delicado pasaje de las cuerdas, suave y sentido, el corno inglés retoma el tema de la canción de amor y canta con las cuerdas y los acentos que pone el clarinete, los cornos replican el tema suavemente y la flauta marca el inicio de un nuevo tema con las cuerdas vibrantes y los contrabajos en pizzicato, las cuerdas cantan de nuevo suavemente y la flauta canta con ellas y se va desarrollando nuevo y sentido tema; el oboe canta y la flauta responde, el corno inglés retoma el tema de amor y el violín concertino lo canta también con gran suavidad con el resto de las cuerdas y se repite el tema con mucho sentimiento, el oboe alza la voz y canta muy dulce, los cornos y la tuba cantan majestuosos y las cuerdas entran a un desenlace que los chelos rematan para llevarnos al suave y emotivo final del movimiento.
El tercer movimiento, Scherzo, lo inician el tutti alegre con acentos del triángulo y el canto del clarinete, redoble de timbales y entra el corno cantando brillante, suena el triángulo con fuerza y la segunda flauta hace un solo que el tutti y los timbales responden y desarrollan, la flauta principal canta gravemente y luego aguda y los chelos acentúan, las flautas abordan un dúo con el oboe y los chelos cantan también el tema y lo abordan las cuerdas en pleno y va subiendo la fuerza, el tutti estalla con gran alegría con el mismo tema que se repite, violas, chelos y bajos dan paso a un nuevo dúo de las flautas que cantan con gran alegría, dialogan las flautas con las cuerdas alternando y la trompeta pone un suave acento, los chelos marcan un cambio y canta la flauta segunda, un redoble de los timbales marca el arranque de un ágil pasaje que va subiendo con fuerza, cantan fagot y flautas y desarrollan un nuevo tema que los chelos cantan con alegría para retomar el tema principal que va subiendo para dar paso al tutti que va aumentando fuerza y sonoridad para llevarnos al fuerte y brillante final del movimiento.
El cuarto movimiento, Allegro con fuoco, lo inician las cuerdas cantando el tema que es el principal de la obra, entra el tutti brillante y los metales cantan con gran fuerza y brillo este tema esencial de la obra con pasión y mucho brillo, lo canta el tutti con gran alegría, hay un suave sonido de los platillos y el clarinete canta cálido y los chelos le responden y entra el tutti con gran entusiasmo abordando sonoro pasaje, las cuerdas cantan con fuerza y dan paso a la voz del fagot que canta y las cuerdas le responden, violas, chelos y bajos acentúan en pizzicato y entra el tutti; los cornos cantan el tema principal y entran las flautas y los cornos vuelven al tema y las cuerdas responden, cantan los violines con las flautas y se aborda un cambio con una fuerte nota que se repite y los metales marcan y las cuerdas responden, los cornos, con brillo y fuerza retoman el tema principal y el tutti lo repite con gran fuerza y luego con suavidad; se aborda un dulce pasaje que cantan los chelos y las flautas responden, las cuerdas cantan con gran pasión y nos van llevando de nuevo hacia el tema principal que canta el corno y entra el tutti con fuerza y brillo y retoma el tema que sube y sube más y la sonoridad se desborda para sonoro y tremendo final del movimiento y la obra. El coliseo en pleno, que por cierto está lleno totalmente, estalla de pie como un solo hombre, en una cerrada, sonora, larga ovación, con gritos de bravo que obliga al director a salir repetidas veces al escenario. ¡Apoteósico final del segundo concierto!
Hay que hacer una mención especial del joven Daniel Martínez, flauta coprincipal de la OSY, quien en los solos que le correspondieron, cumplió a cabalidad sus partes. Felicidades al joven Martínez y a su maestro Joaquín Melo.
Salimos del Peón Contreras, con el tema de “New York, New York” resonando en la imaginación.