Eliseo Martín Burgos
El orador griego Isócrates daba clases de oratoria y un día se le presentó un ciudadano solicitando que se le admitiese como discípulo, con una interminable palabrería. Isócrates le dijo que sí y le dijo el precio. El ciudadano que ya estaba informado sobre los pagos protestó:
-Me pides el doble que a los demás. ¿Es que me consideras más torpe?
-No; es que mi enseñanza, para que te aproveche, ha de ser doble. Primero te enseñaré a callar; después, a hablar.
Antología del Chascarrillo
Segunda Epoca