Yucatán

Las lagartijas en Yucatán

Felipe Juárez Silva *

Crónica

Aproximadamente por la década de 1980, en plática con unos amigos de Mérida, comentaron que unos alemanes preguntaban si conocían y sabían dónde ubicar una lagartija (iguanito) que por los datos descritos, llegaron a la conclusión que se trataba del que muchos conocen, y otros sólo han escuchado hablar. El “chopito”, un iguanito que se encuentra en el agujero de alguna piedra de una albarrada.

Hay quienes decían que eran los conocidos como “cebritas” o los “cirhuos”, a partir de esos datos me iba a los planteles que estaban cercados por albarradas, unas en buenas condiciones y otras descuidadas, como por esos años era común ver a varios campesinos o trabajadores del campo en montes o planteles, y la mayor parte de ellos conocidos, aprovechaba para preguntar si conocían al “chopito”, muchos decían que sí, otros me indicaban por cuál plantel los habían visto.

Así pasaron los meses que se volvieron años y nunca los encontré, durante ese tiempo muchos amigos ya se habían enterado de mi interés por el “chopito”. Conforme pasaron los años me enteré de otros iguanitos, algunos que ya conocía y otros era difícil encontrarlos.

Entre los datos que iba obteniendo unos me dijeron que el “chopito”, había quien los cazaba para comer, que eran pequeños, no pasan de los 20 centímetros con todo y cola. Son gorditos y con buena carne, otros los cazaban porque los asaban, para darlo de comer a los niños que padecían asma. Otros señalaron que a los niños que les daba sarampión y perdían el apetito se los asaban y se los daban a comer, y eso les ayudaba.

Por mucho tiempo no volví a intentar encontrar al “chopito”, pero sí me enteraba, por ejemplo de una lagartija por muchos conocido como el “tolok con corona”, que entre las ramas es de color verde. De éste contaba que en el monte, si uno queda debajo del árbol dónde está, su sombra hace que uno se pierda. Que al querer buscar el camino o vereda para regresar, no se encuentra. Al alejarse del árbol, luego de un buen tiempo y ya desesperado pasa el efecto y se encuentra el camino. Su cuerpo mide unos 15 centímetros y su cola hasta 40.

De éste tolok de corona cuando tuve la suerte de encontrarlo habiendo caído de un árbol, lo empecé a filmar a unos 20 metros de distancia, con el zoom de la filmadora, conforme lo filmaba lo acercaba lentamente. Ya estando a unos 10 metros de él, corrió y se fue a una rama, seguí acercándome y logrando algo para no creer; logré acercarme a menos de un metro de distancia, con la emoción de tal hazaña, para no abusar de tanta suerte, fui acercando la cámara a escasos 15 centímetros, logrando unas imágenes, nítidas, claras y con todos los detalles de piel, color, así como también sus ojos.

Otra lagartija de la que me platicaron, por unos conocida como “cancalás”, otros como “carach” y algunos como “merex”. Ésta lagartija siempre anda arrastrándose en el suelo, por lo general entre la hojarasca, siempre está en movimiento, su tamaño es de unos 25 centímetros, con unas franjas anaranjadas fuertes.

Varios amigos contaban que al pasar cerca de ellos, que si picaban o mordían la sombra, le daba calentura, que la forma de combatirla sería bañándose con el agua de hojas sancochadas del Kanán o de hojas del Sipché.

El “chookán” es otra lagartija de la cual dicen que su mordedura es mortal. Su tamaño será unos 15 centímetros con todo y cola, su aspecto no es muy agradable; por lo general se les ubica en lugares húmedos, su cabeza es semejante al de una culebra, hay quien dice que pica con la cola. Cuando logré atraparla para filmar y obtener la foto, no le encontré nada extraño en su cola. Hay otra lagartija a la que también le dicen “chookán”, ésta es pequeña de no más de unos ocho centímetros, con la diferencia de que la cola es rojiza, también de ésta algunos dicen que pica con la cola.

Regresando con los datos del “chopito”, ya varios amigos sabían de mi interés dicha lagartija, de lo cual ya llevaba varios años; aclarando que no le daba mucha dedicación, solo cuando se daba la ocasión en plática con los amigos, se me acordaba nuevamente.

Como señalé antes, pasaron muchos años, hasta que el sábado 2 de septiembre del 2006 un amigo que se enteró de mi búsqueda, atrapó al chopito y me lo regaló en una bolsa, por fin iba conocer y poder documentarlo. Pasaron más de 20 años hasta que gracias a ese amigo, ya tenía al “chopito” en mis manos. Lo gratifiqué con 30 pesos y quedó más que satisfecho. Como ya era tarde, lo aseguré en otra bolsa, para que al día siguiente lo pudiera filmar y tomarle fotos a mi gusto.

El domingo 3 de septiembre (al día siguiente), pasado el mediodía, equipado con cámaras y el “chopito”, fui un terreno a las afueras del pueblo, que por unos 14 años lo tuve como observatorio de pájaros, flores y diversos animalitos del monte, logré filmarlo y tomar fotos.

Para filmar en un ambiente casi al natural, en un fondo de refrigerador que me servía para poner agua, le retiré ésta. Puse unas ramitas en el fondo y con mucho cuidado solté al “chopito” adentro, esperé un buen rato hasta que se mantuvo un poco quieto, y procedí a filmarlo en distintos ángulos, con sus movimientos acercando la cámara, para tratar de obtener las mejores imágenes. Luego de filmarlo durante varios minutos, procedí a soltarlo en un área dónde había varias piedras. Después de esa fecha, a veces le pregunto a algún amigo sí en que van al campo han visto al “chopito”, la mayoría me dicen que no lo conocen y otros que solo ven a las cebritas, al cirhuó, al cancalás o merex, al tolok e iguanas, pero al chopito no.

También filmé y tomé fotos a otras lagartijas pequeñas, como a las cebritas, a la cirhuó, a unas negritas brillosas, a otras conocidas como verdines, al tolok amarillo con negro etc.

Para complementar la información comparto las fotos de las lagartijas mencionadas.

 

* Escritor Comunitario y Cronista de Tixkokob