Tres añejos hechos transcribo a continuación: Antonia Jiménez Trava, refería “Recuerdo que me quisieron sacar. El primer día de clases no me dejaron entrar [los estudiantes] porque era mujer, entonces se lo dije a las autoridades y me respondieron ‘ve cómo lo sorteas porque aquí no se les puede sancionar’. Este asunto lo resolví entrando y saliendo del salón con el profesor en turno”. Así me llevé el primer año hasta que se cansaron”.
Una noticia signada por Arturo Menéndez Paz en su ensayo La vida universitaria de Yucatán desde 1922, decía a la letra: “Preparado por la Organización de Prensa Universitaria, se realiza el Primer Seminario Estudiantil de Periodismo, en el auditorio de la U. de Y. del 21 de noviembre al 2 de diciembre de 1966, teniendo a su cargo las conferencias de orientación, los Sres. Abog. Jaime Orosa Díaz, Secretario General de la Universidad; Abog. Jorge Medina Alonzo, Director de Novedades de Yucatán; escritor Renán Irigoyen Rosado, Q.F. Felipe Escalante Ruz, poeta Clemente López Trujillo y abogados Héctor Raúl Osorno Negrín y Jorge H. Aguilar Aguilar.”
En el texto Entre libros y recuerdos encontramos la siguiente nota con motivo del asesinato de Efraín Calderón Lara en 1974 “Los estudiantes paralizaron las actividades universitarias (…) El Edificio central de la Universidad fue baleado por los elementos de seguridad pública, poniendo en peligro la vida de los estudiantes de las escuelas de Psicología, Matemáticas, Comercio y Jurisprudencia, lo que se comprobó por los proyectiles recogidos en las aulas universitarias, y por un ancho boquete producido en la pared interior de un salón de la Escuela de Psicología.”
Lo anterior muestra breve de la abundante y trascendente historia que encierra las paredes del edificio de la Universidad Autónoma de Yucatán. Estas y otras muchas historias yacen en la memoria de miles de habitantes de la península de Yucatán y aún de otras partes de la República Mexicana, que han visto asociadas sus vidas a la institución universitaria, cuántos recuerdan su paso por las aulas en ese edificio, ya fuere como maestro o alumno, cuántos otros escuchan todavía los aplausos de sus logros deportivos, y qué decir de los numerosos artistas que han aprendido y exhibido sus logros en el interior de sus gruesos muros. Cuántos orgullosos padres lo han transitado haciendo gestiones en pro de sus hijos. Mirando atrás no podemos más que apenas ver el anchuroso mar de conferencias, seminarios, congresos, ceremonias académicas, convenios, celebraciones deportivas, sumar miles de horas de labores de empleados universitarios que desde 1922 han tejido su vida alrededor de este edificio.
El recinto universitario está asociado a momentos políticos, donde el estudiantado ha sido actor, donde diversos funcionarios han signado compromisos con los universitarios, donde intelectuales de prosapia han dictado cátedra y construido relaciones que han perdurado en el tiempo, pero su naturaleza ha cambiado y consideramos para bien.
Ha habido, sin duda, momentos coyunturales en la vida de este edificio, ahora es uno de ellos, como lo fue en su momento el abandono de sus aulas por los estudiantes, para trasladarse a nuevos recintos distribuidos por la ciudad; esta nueva coyuntura es producto de que hace unos días se inauguró el Centro Cultural Universitario en el emblemático edificio de la calle 61 por 60 de Mérida, decisión que cambiará la fisonomía de la ciudad de Mérida. Las oficinas administrativas, casi en su totalidad, abandonaron ya el centro de la ciudad, y las instalaciones iniciarán una nueva historia como espacio cultural, en ella se tejerán a partir de los primeros días de septiembre, nuevos vínculos con la sociedad yucateca, donde el arte y la cultura serán protagonistas principales, libros, música, teatro, exposiciones, conferencias, congresos, festivales, y mucho más tendrán un nuevo espacio en el centro de la ciudad.
El rector de nuestra alta Casa de Estudios, el gobierno del estado y el ayuntamiento de la ciudad, han tomado acuerdos para potencializar el uso de este recinto, nuestro bello edificio histórico con antecedentes coloniales ya no será el centro administrativo de la universidad, su arquería interior ya no cubrirá los afanes de trabajadores y directivos, sus tres pisos ya no alojaran archivos y proyectos, todo él pasará a ser referente cultural para la ciudad y sus habitantes. Nuevas historias están por escribirse y la Universidad sigue siendo parte de ellas, como lo ha sido desde 1922.