Yucatán

Venden antojitos ante la falta de empleo

Venden antojitos ante la falta de empleo

DZUNUNCÁN, comisaría de Mérida, 23 de junio.– Don Buenaventura Canché Pech es leñador, a las 5 de la mañana ya va en camino a los montes para cortar leña y venderla al mejor postor; el problema es que con las lluvias la madera está mojada y nadie la quiere comprar, por lo que junto con su esposa María Lidibertha Mejía Estrada y su hija María Mildred Canché García, han tenido la emergencia de vender empanaditas, salbutes, panuchos y tortas para poder subsistir.

Esta familia integrada por once personas asoman una mesita al exterior de su domicilio en esta comunidad, y gracias a que les queda en un lugar por donde todos los obreros, hombres y mujeres, pasan para dirigirse a sus empleos muy temprano, han tenido éxito, según dijeron al diario POR ESTO!

“Yo apenas dan las 5 y ya voy en camino a los montes a conseguir leña, ahorita con las lluvias no se está vendiendo nada porque está mojada y no se puede usar, pero trato de bajar algo aunque sea para que me paguen poco y traer a mi casa porque no hay trabajo, pero sí tenemos que comer, nadie tiene trabajo y con mi familia decidimos vender lo que sea”, dijo don Buenaventura.

“Mi hija María es la encargada de preparar y atender, y mi esposa es la que cobra; mientras que mi hijo y su esposa venden en la noche también, porque nadie tiene trabajo”, reiteró.

Por su parte, María Mildred dijo que apenas tienen unos días de haber sacado su puesto de empanadas, pero antes lo hacía con frituras, aunque había dejado de hacerlo por el COVID-19.

“Apenas empezamos con este puesto, yo vendía hace un año frituras pero con la pandemia dejé de hacerlo y la semana pasada por necesidad ya que nadie tenemos empleo, mi esposo Luis es albañil pero no se ha acomodado, a veces corta leña, desyerba, lo que caiga, pero no hay nada; por eso salimos a vender otra vez pero ahora son empanaditas, panuchos, salbutes y tortas”, dijo doña María.

Once personas en un cuartito

Para fortuna de esta familia la gente que muy temprano va a sus empleos, lleva sus alimentos que prepara doña María Mildred.

“Aquí pasan los trabajadores y compran para llevar porque no se puede comer aquí por lo mismo de la enfermedad, pero todo es sacrificio, me tengo que levantar a las 5 de la mañana para cortar el repollo, tomate, preparar la masa y a las 6 prendo la candela para empezar a vender”, señaló.

Dijo que en dos cuartitos viven once personas, todos están subsistiendo gracias a la venta de los alimentos, incluso, se turnan unos en la mañana y otros en la noche.

“Aquí vivimos todos, somos once con mi abuelito que tiene 87 años de edad, se llama Manuel Mejía, él es jubilado y pues de esta manera es como tratamos de salir adelante, al menos mientras pasa la enfermedad”, indicó esta humilde mujer, que al igual que sus padres y hermanos, se encuentran desesperados por lo que está sucediendo por todos lados con la contingencia.

(José Luis Díaz Pérez)