
En Yucatán, donde durante años la tranquilidad ha sido una constante, comienza a colarse una forma de violencia que no deja huellas físicas, pero sí marcas profundas: la extorsión telefónica, especialmente en su modalidad más sofisticada, el secuestro virtual.
Este delito ha ganado terreno de manera sigilosa y se ha convertido en la forma de extorsión más común en el estado. De acuerdo con datos de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), el 43% de las extorsiones registradas en Yucatán corresponden a engaños telefónicos, principalmente simulaciones de secuestro.
El engaño sigue un patrón bien calculado: una llamada desde un número desconocido en la que se asegura que un familiar ha sido secuestrado. A través del miedo, el aislamiento y la manipulación, los delincuentes consiguen que la víctima se aísle y que sus familiares, sin poder contactarla, caigan en la trampa y realice un depósito. La amenaza puede ser real, pero el secuestro no lo es. El daño emocional y económico, sin embargo, sí lo es.
Un problema que crece, aunque no se vea
El inspector Marco Antonio Maya López, coordinador de la Unidad de Análisis Táctico de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) de Yucatán, reconoce que aunque la entidad no está entre las más afectadas por este delito, sí ha registrado un aumento del 14% en fraudes por internet y llamadas durante el último año.
“Ya hay robos hasta por WhatsApp. Con la inteligencia artificial (IA) hasta te roban la imagen y la voz. Hay que estar más xux, como decimos aquí en Yucatán”, advierte. El llamado es claro: alerta, prevención y denuncia.
Maya López también resalta que la participación ciudadana ha sido clave para detectar estos delitos a tiempo. “Gracias a que la gente reporta lo que ve sospechoso, podemos intervenir antes de que se concrete la extorsión”, asegura.
Recomendaciones claves
Ante este panorama, la SSP ha reforzado su campaña de prevención y lanza una serie de recomendaciones puntuales:
Colgar inmediatamente al recibir una llamada sospechosa, no proporcionar ningún dato personal, verificar de inmediato la seguridad del supuesto familiar en riesgo y reportar el número al 911.
Además, se detectó que muchas de estas llamadas provienen de penales de otros estados, y que incluso se utilizan números con lada local o internacionales para confundir a las víctimas.
También se han registrado casos donde se suplanta la identidad de la víctima para obtener acceso a sus cuentas de WhatsApp, desde donde los delincuentes siguen manipulando a sus contactos.
En respuesta a esta problemática, la SSP participará en la campaña “Prevención ante llamadas de extorsión” en diciembre próximo, con el fin de sensibilizar a la población y compartir estrategias de protección.
Reforma nacional
El creciente impacto de la extorsión en el país ha obligado al gobierno federal a actuar. Esta semana, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció una reforma constitucional y una ley general que obligará a todas las entidades federativas a perseguir de oficio este delito, es decir, sin que la víctima tenga que presentar una denuncia formal para que el Estado actúe.
“La víctima es el Estado”, subrayó Sheinbaum. La propuesta busca homologar las penas y fortalecer la capacidad legal para castigar a los extorsionadores, así como incrementar los operativos en cárceles para incautar celulares desde donde se cometen estos crímenes.
La reforma contempla que la extorsión se sume a delitos como el secuestro y la desaparición forzada, con una legislación que establezca sanciones mínimas y procedimientos claros a nivel nacional. Además, se impulsará la creación de un número único para denuncias anónimas y se reforzará la coordinación entre los distintos niveles de gobierno.
Una amenaza contra la seguridad
La Fiscalía General del Estado (FGE) ha alertado también sobre nuevas variantes del engaño, en las que los delincuentes contactan a empleadas domésticas o trabajadores para fingir accidentes de sus patrones y pedir que busquen dinero o empeñen objetos de valor. Se aprovechan de la buena fe, la urgencia emocional y la desinformación.