La ira en sí misma no es negativa; es una emoción adaptativa. El problema surge cuando es intensa, frecuente o descontrolada. Entre las principales causas psicológicas están los cambios biológicos y neuropsicológicos, identidad y autonomía, ambiente familiar, estrés y presión, entre muchos otros motivos que a veces para los adultos pueden parecer insignificantes, pero para el adolescente o el joven es muy importante resolver.
Ariel Villalobos, psicólogo especialista en adolescentes y jóvenes, dijo que el caso reciente de L.O., alumno del Cobay Xoclán de Mérida, que protagonizó una escena en la que ejemplifica claramente cómo se desarrolla la ira en un joven, debe ir más allá de entender la causa del enojo del paciente, es decir, hay que comprender el contexto familiar, social y mental del involucrado. Asimismo, aseveró que es importante que las autoridades pongan atención en estos casos, en una época donde la violencia de género ya es un problema social presente en el día a día.
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El especialista agregó que este caso es una muestra de que durante la adolescencia el cerebro aún está madurando, especialmente la corteza prefrontal, encargada de controlar impulsos, planificar y regular emociones. El sistema límbico (emocional) está más activo, por lo que reaccionan con más intensidad. Sin embargo, cada humano tiene un sistema diferente y único y es ahí en donde resultan los trastornos o padecimientos.
Ariel señaló que las personas de 12 a 18 años, incluso a veces hasta los 20, buscan independencia y pueden sentir frustración cuando no se sienten comprendidas, escuchadas o respetadas. Se dice que la construcción de identidad puede generar conflicto interno y externo. Además, cuando eso sucede –que no se sienten aceptados– los adolescentes y jóvenes suelen buscar modelos de conducta agresivos y la comunicación con los padres, tutores o familiares en general, no es clara y a veces muy escasa, lo que lleva a la represión mental y en el mayor de los casos la agresividad o la ira son los mejores aliados para resolver problemas.
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Según el especialista, algunas recomendaciones para evitar estos comportamientos en adolescentes y jóvenes son: promover hábitos saludables, como dormir mejor, comer bien, hacer deporte o alguna actividad extraescolar, fomentar la autonomía y responsabilidad, crear ambientes seguros y predictibles, como los límites claros, coherentes y explicados.