La insatisfacción personal y la pérdida de propósito son factores que, junto con la falta de apoyo familiar y atención emocional, empujan a muchos adolescentes y jóvenes a pensar que su vida carece de sentido y que el suicidio es su única salida. Jóvenes campechanos coincidieron en que esta problemática ha crecido silenciosamente, alimentada por el estrés, la depresión y la falta de espacios dedicados a la salud mental. Además, llamaron a quienes atraviesan momentos difíciles a buscar ayuda profesional y a no callar por vergüenza o por considerarlo un “tabú”.
Para Rodrigo José Alonso Cervera, el suicidio se ha convertido en un problema alarmante entre los jóvenes campechanos. “Es muy triste saber que las cifras van en aumento. Los jóvenes deberíamos buscar actividades recreativas, acudir con psicólogos o participar en talleres donde podamos hablar de lo que sentimos. Siempre hay una alternativa mejor que pensar en eso”, expresó. El joven consideró urgente que las autoridades estatales impulsen campañas más amplias de concientización sobre salud mental, mediante foros, ferias y actividades abiertas.
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“Deberían organizar eventos donde psicólogos y especialistas orienten a los jóvenes y se difundan números de emergencia o líneas de ayuda”, propuso. Fernando Neftalí Poot Canché explicó que muchas personas, al no alcanzar sus metas o sentirse insatisfechas con su vida, pierden su propósito vital. “Cuando uno deja de tener sueños o siente que fracasó, la vida se vuelve insignificante. Si además no se cuenta con apoyo familiar, la angustia se vuelve insoportable y muchos creen que el suicidio es la única solución”, dijo.
Advirtió también que el uso excesivo del celular y el aislamiento profundizan el problema: “La comparación constante con los demás, la baja autoestima y la falta de comunicación con los padres hacen que muchos se sientan solos. Los papás deben preocuparse no solo por la salud física, sino también por la emocional de sus hijos”. Alejandra Cabrera Castillo subrayó que cada vez disminuye la edad de los jóvenes que se suicidan y que la salud mental continúa sin recibir la atención que merece.
“Ya no se trata solo de problemas de pareja o adicciones; ahora los casos se deben a la depresión o la ansiedad. A veces un problema que parece pequeño, si no se atiende adecuadamente, puede terminar en tragedia”, lamentó. La joven consideró que la raíz del problema muchas veces se encuentra en el hogar: la falta de comunicación, el poco tiempo de convivencia y la indiferencia emocional. “Cuando los padres no escuchan o no están presentes, los jóvenes se sienten sin apoyo. Por eso es vital hablar de salud mental en casa y en las escuelas”, añadió.
Los tres coincidieron en que el suicidio no debe seguir siendo un tema silenciado, sino abordado con empatía y educación. “Hablar salva vidas. Pedir ayuda no es debilidad, es el primer paso para sanar”, concluyeron.