SAN FRANCISCO KOBEN, Cam., 27 de agosto.- Aunque la tromba que cayera la tarde del lunes ocasionó daños mínimos a la Escuela Primaria “Francisco I. Madero” de esta localidad, su paso sólo empeoró las precarias condiciones de este plantel que alberga a unos 180 alumnos de seis grupos de primero a sexto grado.
Martha Marlene Yah Pantí, presidenta del Comité de Participación Social de la escuela, reveló que desde hace varios años han estado insistiendo ante las autoridades, tanto de la Secretaría de Educación como las municipales, para que sea atendido el plantel, pero no han hecho caso a sus peticiones.
“No entendemos por qué en la ciudad de Campeche desbaratan escuelas en buen estado y luego las vuelven a construir, mientras que ésta ni siquiera la consideran para reparación”, dijo señalando algunos salones que están en mal estado.
Explicó que la escuela “Francisco I. Madero” consta de seis salones, dos de ellos pequeños y con techos de láminas, en donde los alumnos, un promedio de 30 por aula, reciben clases hacinados y soportando el intenso calor, pues los ventiladores sólo hacen circular aire caliente.
Agregó que la misma situación se vive en los demás salones, que ya requieren atención, pues lucen deteriorados, al igual que los anexos, como los baños, que están en pésimas condiciones, pero dijo que de nada les sirve insistir porque las autoridades ni se preocupan por mejorar los servicios educativos.
En este sentido, hizo hincapié en que desde hace casi tres ciclos la Secretaría de Educación de Campeche (Seduc) no ha mandado un maestro fijo para el tercer grado, y desde que se fue el que era titular han estado enviando maestros que al parecer cubren licencias de meses, porque en un año ese grupo ha tenido hasta cuatro maestros, lo que afecta a los niños.
Reconoció que en esta ocasión, luego de la tromba, llegaron hoy a la escuela militares que se hicieron cargo de desgajar árboles afectados por el viento y que representaban peligro para los alumnos, mismos que se encontraban tomando clases normalmente, a pesar de que un salón perdió una lámina, pero de las autoridades educativas ni sus luces.
(Texto y fotos: Martín Rivero Padilla)