La señora, Graciela Canul, vendedora de pan de Pomuch, quien tiene más de 40 años ofreciendo sus panes en el mercado principal, está atenta de los marchantes del mercado “Pedro Sáinz de Baranda”, quienes ya se acercan decididamente a hacerle la compra del pan de Pomuch.
“¡Pan de Pomuch! ¡Pan de Pomuch!”, se puede escuchar cuando ofrece su venta en la central de abasto de la ciudad, porque ya dejó de andar en las calles vendiendo su producto, porque el peso le complica el caminar por las vialidades de la capital.
Recordó para POR ESTO! que durante muchos años estuvo vendiendo el pan, pero que ahora sólo se queda en el “Pedro Sáinz de Baranda” para pregonar desde temprano su producto y sirve para que los ciudadanos lo consuman con su café por las mañanas.
Contó que diariamente trata de acabar con sus productos, porque al llegar la hora de la visita de los inspectores del mercado, la retiran de donde se coloca y no tiene otro lado en el cual ponerse para terminar la venta del tradicional pan de Pomuch.
La comerciante manifestó que lleva 40 años vendiendo sus panes en varios sectores de la ciudad y que de esa forma es como logró sacar adelante a sus 4 hijos, los cuales ahora la ayudan para hacer sus productos y así obtener ingresos de forma honrada.
Apuntó que tiene 67 años, que toda su vida se dedicó a vender pan, por lo que éste ha sido su trabajo de la toda la vida y seguirá hasta que Dios le permita seguir vendiendo, aunque reconoce que las fuerzas de antes por las calles de la ciudad ya no son las mismas de ahora, por lo que prefiere llegar al principal mercado de la ciudad, para que ahí quienes ya la conocen, le compren las variedades que lleva diariamente.
“Ya las ventas son mínimas pero no queda de otra, más que seguir adelante. Aunque sea un poquito, pero que salga. Ahí vamos aunque todos los días tiene que viajar desde Pomuch y regresar con mi caja de panes y a veces lo que me queda se vende en el pueblo, pero bendito sea Dios todo se me vende”, puntualizó.
Afirmó que sus hijos le insisten que ya no siga viajando para vender su pan, pero le gusta la venta, así que mientras pueda seguir haciéndolo, lo hará; principalmente porque le gusta conocer a la gente y que esta conozca su pan, para que le compren unas piezas.
Aseveró que cuando le compran a ella, están comprándole a una familia que se ve beneficiada, dado que hasta sus nietos reciben parte del recurso que junta, para que vayan a la escuela y reciban una buena educación.
“Es agradable que la gente que ya conoce mi pan, venga y pues me compra, así junto mi dinero para comprar las cosas que le hacen falta a mis nietos y darles el gusto para cualquier cosa que necesite. Esto será, hasta que Dios me lo permita en vida”, finalizó.
(Texto y Fotos: Wilgen Lara)