Desde su asalto a la dirigencia del PRI nacional, “Alito” no ha tenido un día afortunado. El lanzamiento del promocional ¡Échenle la culpa al PRI! Que sirvió como música de fondo para la detención del destacado priista Emilio Lozoya Austin, alumno brillante de la nueva generación del tricolor que tanto presumió el nefasto Enrique Peña Nieto, se convirtió en un acto suicida para el ex gobernador de Campeche y hundió más al partido que en la entidad se desplomara.
El gran día del desplome político del priismo, para gracia de sus opositores, se dio con el lanzamiento del nuevo promocional, adhoc para el encarcelamiento de uno de sus militantes más destacados, como lo es el exdirector de PEMEX Emilio Lozoya, hoy negado como Pedro negó a Cristo.
Un guión protagonizado y supuestamente escrito por el mismo exgobernador de Campeche, con tal profesionalismo que puede hacerse acreedor a un óscar en el espectáculo político, sin que el actor de parásitos le haga sombra.
“Alito”, acto estelar del promocional en el que ironiza sobre los pecados y actos de corrupción que el pueblo mexicano le adjudica a su partido. Como que se siente orgulloso del negro pasado del partido que asaltó cuando repite: “¡Échenle la culpa al PRI!”.
Un promocional muy ilustrativo que nos recuerda los grandes fracasos del sistema neoliberal del que se alimentó el priismo. Sin duda que hace referencia a los cleptómanos emanados del PRI que hicieron del sector Salud, Educación, PEMEX, fundamentalmente su botín preferido de donde surgieron los nuevos millonarios del viejo régimen, representados dignamente por el priismo acendrado de Emilio Lozoya amigo de “Alito”, destacado militante del rancio priismo corruptible.
“Alito” estelariza un promocional suicida por las razones que se resaltan: obviamente lo aportado por los gobiernos prianistas se diluye cuando se analiza a la luz de la verdad, y destacan los escandalosos actos de corrupción como el ADN del viejo sistema. Casas blancas y Lomas del Castillo son monumentos a la corrupción en Campeche, es una réplica de la vieja residencia de Los Pinos, es su equivalente aquí en Campeche, residencia oficial de los saqueadores del erario público.
Se vuelve nada cuando se compara en forma paralela con las impactantes expresiones de corrupción institucional, y se coteja con la enorme ambición ilimitada de los presidentes tricolores.
Nadie se salva, casi todos los funcionarios hundieron al país en la quiebra financiera, y sentenciaron a las generaciones de mexicanos a una vida paupérrima de pobreza, angustia y desesperanza, en tanto las cuentas bancarias de Fox, Calderón, Zedillo, Peña Nieto, Rosario Robles, Emilio Lozoya, Luis Videgaray, Osorio Chong, los del Mazo, Duarte, Yunes, Beltrones, etc. toda la familia revolucionaria se incrementaban en forma alarmante, ante la pobreza extrema del pueblo.
Hay que aclarar que lo aportado en los años de la definición de la estructura oficial de los gobiernos postrevolucionarios, es resultado de un sistema en formación, no de un partido. Con el paso de los años el PRI no fue más que una dependencia del gobierno federal emanado del mismo.
Y eso sí, nadie le quita el mérito a la última generación priista que nos mal gobernó, ni que decir de la última generación del PRI a la que pertenece “Alito” Moreno. Ellos acabaron de destruir con el saqueo inmisericorde, lo poco que sus mayores instauraron, porque si hablamos de la salud tendremos que remitirnos al agua azucarada en lugar de quimios para niños con cáncer, al saqueo inmoral del presupuesto del extinto seguro popular.
La fallida reforma educativa
En cuanto a la educación pasamos de la Gordillo a una fallida reforma educativa como medio de represión magisterial, pero también hay que echarle la culpa al PRI de otros atropellos, como el empeño, venta, saqueo, corrupción, de lo que quedaba de la patria para satisfacer sus ambiciones personales, de grupo y de partido.
La gran aportación del PRI son los fraudes electorales que sofisticaron con gran profesionalismo, ante el repudio y hartazgo del pueblo, instaurándola oficialmente para perpetuarse en el poder para seguir saqueando el erario público y para entronizarse en las casas blancas, que son verdaderos monumentos, homenajes a las expresiones de corrupción.
Así el desafortunado promocional provocó reacciones adversas al disparate de su incongruente contenido: Alito destapó la cloaca del PRI y lo convirtió en una fosa séptica que se volvió viral en las redes sociales, y cuando creían que no les podía ir peor, una mala jugada del destino le asestó un golpe definitivo, y de este golpe ya no van a levantarse.
Después del estreno de gala del desafortunado promocional, ese mismo día trascendió que el exdirector de PEMEX Emilio Lozoya Austin priista de rancio abolengo, exccordinador de campaña de Peña Nieto había sido detenido, y el promocional le sirvió de marco para recordarnos parte de los cuantiosos actos de corrupción que se dieron bajo las siglas del PRI.
El exdirector y saqueador de Pemex y una de las figuras prominentes de ese Nuevo PRI que fue el último episodio de una tragedia de época para México. El timing del azar fue tan preciso que el eslogan del promocional sirvió como marco descriptivo de la captura de un ícono de la corrupción que caracterizó a los gobiernos prianistas.
Ante la desgracia de Lozoya, sus cómplices actuaron bajo el estigma de la traición, se deslindaron terminantemente del tal Emilio al que nadie conoció nunca, “Alito” clamó que no se le atribuyan a su partido los escándalos de corrupción de muchos de sus militantes destacados por su opulencia y riqueza. Y por si alguna vez ese Lozoya fue priista, Alito y sus cómplices lanzaron un razonamiento angustioso: “El partido es inocente, son las personas las que fallan”. En resumen: el PRI no posee casas blancas, y menos en lomas del castillo, donde cree que no lo alcanzara la acción de la justicia.