 
        Durante las celebraciones del Día de Muertos o Hanal Pixán, los hogares campechanos se llenan de aromas, colores y recuerdos. Uno de los elementos más esperados en las ofrendas es el pibipollo, un platillo ancestral que representa el vínculo entre los vivos y los difuntos, y que forma parte esencial de la gastronomía ritual en la región.
 
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El pibipollo, también conocido como mucbipollo en Yucatán, es una especie de tamal grande elaborado con masa de maíz, pollo guisado con achiote, epazote, jitomate, chile habanero y otros condimentos. Se envuelve en hojas de plátano y se cocina en un horno de tierra llamado pib, lo que le da su característico sabor ahumado y textura firme.
¿Pibipollo o mucbipollo? Campeche preserva su nombre y su ritual
Aunque ambos nombres se refieren a preparaciones similares, en Campeche se le llama pibipollo, diferenciándose del término yucateco mucbipollo, que significa “pollo enterrado” en lengua maya. Este platillo no solo se sirve en familia, sino que se coloca en los altares como ofrenda para las ánimas, acompañado de atole, chocolate, frutas, veladoras y fotografías.
 
        
            La preparación del pibipollo comienza días antes del 1 y 2 de noviembre. Las familias acuden a los mercados locales para conseguir los ingredientes frescos, y muchas veces se reúnen en patios o solares para encender el horno de tierra, compartir recetas y recordar a sus seres queridos. En comunidades como Pomuch, esta tradición se complementa con el ritual de limpieza de huesos, reforzando el sentido espiritual del Hanal Pixán.
Además de su valor simbólico, el pibipollo representa una forma de preservar la identidad campechana, transmitiendo conocimientos culinarios y valores familiares de generación en generación. Las autoridades culturales y turísticas del estado han promovido su elaboración como parte de los festivales del Día de Muertos, reconociendo su importancia como patrimonio intangible.
En Campeche, el Hanal Pixán no solo se celebra con flores y rezos, sino también con el sabor profundo del pibipollo, que une a vivos y muertos en una mesa compartida por la memoria.
 
			 
        