Campeche

Sabores de Navidad: un viaje gastronómico por México y el mundo

La Navidad mexicana se celebra con romeritos, pavo y ponche, mientras el mundo aporta sus propios sabores.

La mesa de Navidad: un mosaico de aromas y memorias
La mesa de Navidad: un mosaico de aromas y memorias / Especial

La Navidad en México no comienza el 24 de diciembre, sino desde las posadas del 16 al 24, donde el ponche de frutas, los tamales y las piñatas marcan el inicio de la fiesta. En cada casa, la cocina se transforma en un taller de aromas: la pierna de cerdo al horno, el bacalao a la vizcaína, los romeritos con mole y camarón seco, y el pavo relleno son protagonistas de la cena. Estos platillos no solo alimentan, también evocan la memoria de generaciones que han compartido la mesa.

Pero la Navidad mexicana también se viste de dulce y color: las buñuelos crujientes con miel de piloncillo, el pan de cazón campechano, y las galletas decoradas que los niños esperan con ilusión. El ponche caliente, con tejocote, guayaba y caña, se convierte en el abrazo líquido que acompaña las noches frías.

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La Navidad en el mundo

Mientras en México la cena se acompaña de mole y tamales, en Italia la mesa se llena de panettone y pasta al horno; en España, el turrón y el cordero asado son infaltables; y en Estados Unidos, el pavo relleno con gravy y puré de papa marca la tradición. Cada país adapta la fiesta a su clima y cultura: en el hemisferio sur, como en Argentina o Chile, la Navidad se celebra bajo el sol, con asados y ensaladas frescas, mientras que en el norte se acompaña de vino caliente y sopas reconfortantes.

Más que comida: identidad y comunidad

La gastronomía navideña es un espejo de la historia. En México, la mezcla de ingredientes indígenas como el maíz y el chile, con recetas españolas como el bacalao y los romeritos, refleja el mestizaje cultural que dio forma a la identidad nacional. Cada platillo es un símbolo de resistencia, unión y celebración.

La mesa navideña no es lineal: es un mosaico de colores, texturas y emociones. El verde del mole, el rojo del ponche, el dorado del pavo y el blanco de las galletas forman un cuadro festivo que se disfruta con la familia, los amigos y hasta con los vecinos que se suman a la posada.

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JY