Entre cantos, rezos y estandartes que ondeaban bajo el sol de la tarde, cientos de fieles campechanos participaron en la clausura del Año Jubilar de la Esperanza 2025, una jornada marcada por la fe, la unidad y la tradición, con peregrinaciones que partieron de manera simultánea desde los santuarios de San Román y San Francisco, avanzando por calles del Centro Histórico hasta encontrarse en un mismo destino: la Catedral de Campeche.
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Las imágenes de los santos patronos San Román y San Francisco, el primero cuidadosamente adornado con flores blancas y el segundo con sobriedad litúrgica, ambos cargados en hombros por los devotos, encabezaron los contingentes.
A su paso, familias completas, adultos mayores, jóvenes y niños caminaron vestidos en su mayoría de blanco, como signo de renovación espiritual y esperanza compartida. Los estandartes parroquiales, algunos bordados y otros impresos con imágenes marianas y eucarísticas, daban identidad a cada grupo y recordaban la riqueza espiritual de las capillas participantes.
El momento más significativo se vivió cuando ambas peregrinaciones confluyeron en las inmediaciones de la Catedral, en donde ya eran esperadas por el Cristo Negro Señor de San Román.
Ahí, los caminos distintos se hicieron uno solo, en una escena cargada de simbolismo: la fe que une, la esperanza que convoca y la Iglesia que acoge. El ambiente se llenó de aplausos, oraciones y expresiones de emoción.
Durante el recorrido, se respiró un ambiente de alegría. Algunos caminaban cantando; otros elevaban plegarias en silencio, y no faltaron quienes se detenían un momento para persignarse ante las imágenes sagradas.
Con esta manifestación multitudinaria, la comunidad católica campechana cerró el Año Jubilar de la Esperanza, reafirmando su fe y renovando el compromiso de vivirla en lo cotidiano. La fusión de las peregrinaciones no solamente marcó el final de un ciclo litúrgico, sino que dejó una estampa viva de la devoción en Cristo.