En Campeche, el cierre del año no solo se marca con cenas familiares, también se vive con una mezcla de creencias, costumbres y gestos simbólicos que, entre lo espiritual y lo divertido, buscan atraer lo bueno para el 2026.
Desde días antes del 31 de diciembre, los mercados se llenan de veladoras doradas, sahumerios, semillas de la abundancia, lentejas y ropa interior de colores, mientras las familias campechanas se preparan para despedir el Año Viejo con rituales que combinan tradición, esperanza y un toque de picardía.
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Carteristas y agresiones preocupan en el mercado principal de Campeche
La escena se repite en barrios como Santa Lucía, Lerma, Samulá y San José El Alto, donde las casas se limpian a fondo “para sacar la mala vibra”, como dicen las abuelas, y se barre de adentro hacia afuera para que todo lo negativo se quede fuera. En los patios, se colocan figuras de borreguitos en las puertas, mientras los más creyentes guardan un billete de dólar en la cartera o se colocan una moneda en el zapato justo antes de la medianoche, convencidos de que así llegará la abundancia.
La cena también se vuelve ritual. En muchas mesas campechanas no falta el cerdo, símbolo de prosperidad, ni las lentejas, que se sirven en pequeñas porciones o se colocan en bolsitas para atraer dinero, estabilidad y prosperidad. Las 12 uvas, una por cada campanada, se comen con deseos susurrados, mientras el vino espumoso burbujea en las copas como promesa de felicidad.
Pero lo más pintoresco ocurre en las calles. En algunos barrios, todavía hay quienes dan la vuelta a la manzana con una maleta, deseando viajes y nuevas oportunidades. Otros se sientan y se levantan con cada campanada, esperando que el amor toque a su puerta. Y no falta quien, entre risas, estrena ropa interior roja para atraer el romance, o amarilla para que el dinero no falte.
En el mercado principal Pedro Sáinz de Baranda, los comerciantes ofrecen paquetes de rituales desde 50 pesos, con velas, semillas, lentejas y perfumes para limpias que prometen abrir caminos. “Lo importante es la intención”, dice doña Roxana, vendedora de esoterismo, mientras acomoda sus sahumerios de canela y sándalo. “Aunque sea una velita, si lo haces con fe, funciona”.
El Baile de Fin de Año que se realizará en el malecón de la ciudad está programado a las 11 de la noche y se venderán mesas y sillas a beneficio de los programas asistenciales del DIF Municipal Campeche.
Así, entre rituales heredados, gestos comunitarios y una buena dosis de humor campechano, el Año Viejo se despide con respeto y el 2026 se recibe con los brazos abiertos. Porque en Campeche, la esperanza también se celebra.