
El sol abrasante de la tarde se desvanecía lentamente en el horizonte, pero en las aguas de Punta San Julián, la tragedia se desató en un instante. Un menor de edad se encontraba al borde de la muerte, víctima de un ahogamiento, mientras las olas chocaban contra las rocas de la costa, ignorantes del drama que se vivía.
Fue entonces cuando la sinergia de esfuerzos entre los elementos de Protección Civil y la Dirección de Seguridad Pública de la ciudad se puso a prueba. En un acto de extraordinaria coordinación, lograron salvarle la vida a un niño que, de no haber sido por su intervención, hubiera quedado atrapado en la fría mortalidad del mar.

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El rescate comenzó cuando un grupo de turistas, al percatarse de la situación, se lanzó al agua para sacar al menor, que ya había tragado grandes cantidades de agua. Con sus fuerzas al límite, lo llevaron a tierra firme, pero la situación era grave. El niño cayó en un estado de inconsciencia, su respiración se detuvo y su vida pendía de un hilo.
La rapidez fue crucial. Los paramédicos de Protección Civil a bordo de la unidad 22 llegaron con la urgencia del momento, pero también con la pericia que solo los más entrenados pueden ofrecer. Con maniobras de reanimación cardiopulmonar y oxígeno, lograron devolverle la vida, trayéndolo de regreso del abismo que lo había absorbido. En cuestión de minutos, el menor fue colocado en una unidad de urgencias, y la Dirección de Seguridad Pública asumió su rol protector, escoltando la ambulancia a través de las calles de la Isla, de extremo a extremo, en un trayecto frenético hacia el hospital Bienestar, en la Colonia Petrolera.

La adrenalina marcaba el pulso de todos los involucrados, pero a pesar del esfuerzo, las luces del hospital recibieron al menor con incertidumbre. La incertidumbre de saber si el daño ya estaba hecho. Con oxígeno asistido y un equipo médico de urgencias esperando en la puerta, el niño fue ingresado directamente a la sala de emergencias. El diagnóstico inicial fue claro: había sufrido un paro, pero los paramédicos de Protección Civil hicieron lo que muchos consideraron imposible: le devolvieron la vida.
Aunque su estado de salud sigue siendo incierto, el heroico trabajo en equipo y la rapidez de la intervención fueron clave para salvar una vida. La ciudad entera, al igual que los turistas que sin pensarlo lanzaron su alma al agua para salvar al menor, respiran un poco más tranquilos, conscientes de que no todo está perdido mientras haya manos dispuestas a extenderse en los momentos más oscuros.
JY