Cultura

Hablar con el vientre, con el corazón, sin dejar de hacerlo

Por Víctor Salas

Entrevista con Tania Pérez-Salas

Con ella reencontré que el espacio de la memoria es un espacio que pertenece también al tiempo y que, aun en límites geográficos distintos, el tiempo une cada una de aquellas piezas, haciendo que nuestras biografías sean vasos comunicantes en el ritmo celeste del agua, celeste del cielo, del círculo terráqueo.

Su memoria fue, en el tiempo de nuestra platica meridana, un maestro que incide en nosotros heredándonos una profesión imbuida de una amplia gama de sentimientos: Xavier Francis, quien fue en vida un gran mentor e igualmente mayúsculo coreógrafo de danza contemporánea, estuvo en Mérida, en tres ocasiones, impartiendo clases que fueron tomadas por Sergio Núñez, Titi Cervera, Logia Aguilar, Rafael Chalé y un gran etcétera de danzarines locales. Francis –como hasta hoy se le nombra–, fue uno de los más altos representantes de la época de oro de la danza moderna mexicana. La calidad magisterial de Xavier Francis la comprobamos en la narración apasionada de la bailarina y coreógrafa Tanía Pérez-Salas.

Si tuviéramos que enumerar a los alumnos muy importantes de Xavier, tendríamos que realizar un extenso índice, pues sus enseñanzas fueron desde Guillermina Bravo y llegaron –como he dicho–, hasta Tania Pérez-Salas, a quien entrevisté a propósito de la visita que hizo a nuestra ciudad, por la invitación que recibiera del Mérida-Fest 2019.

¿Por qué iniciar la entrevista a la joven coreógrafa Tania Pérez-Salas, hablando de un artista ya viajado al espacio sideral?

La dimensión de su narración nos explica los porqués.

“Para que me diera clases, fui su chofer tres años. Tuve que conseguir, en la Casa de la Cultura de Tlalpan, el permiso para utilizar un salón de danza. Luego, tener que ir a buscarlo, ¡todos los días!, a su casa ubicada en San Pedro de los Pinos, Estado de México. Yo invertía dos horas para ir a buscarlo y otras dos para devolverlo a su casa. Imagínate eso con el tráfico, la distancia y el estrés producto de todo lo anterior. Pero viajar con él era hacerlo con el conocimiento de la técnica del movimiento corporal, tema que era la cosa más interesante cuando él la narraba, la aplicaba y supervisaba que fuera correctamente asimilada. Me decía que ‘con la técnica a tus pies, puedes hacer lo que quieras’. En una ocasión, nos dejamos de hablar más tres meses, por el nombre de un músculo que yo decía que se llamaba de una manera y él de otra. ¡Dos horas encerrados en mi carro, sin musitar una sola palabra! ¡Así era el maestro!

”Aprendí mucho del maestro Francis, aunque en mis obras no aplico nada de sus conceptos creativos, pero si recuerdo, por ejemplo, algunas sentencias suyas: ‘la danza es como un argot, como pensar o escribir, solo así puedes buscar otra manera de hacer la danza.

”Recuerdo que en mis inicios, después de una función, llegó Marco Antonio Silva y me obsequio un sombrero. ¡Vaya regalo!, pensé. Pero me dijo: Bienvenida al gremio, esto te lo pones cuando llueva, porque te va a llover. ¡Y, sí que me llovió y me ha llovido!

”En 1997 estuve en Mérida y creo que debería de regresar más a menudo, este lugar me encanta, sus calles, parques, atrios, su aire sin contaminación, luminoso y su gente tan entusiasta, deseosa de aprender. Ojalá Irving Berlin, nos invite a dar talleres en el Centro Municipal de Danza, tan bello y extraordinario. Es fundamental estar en todo el país para que muchos públicos conozcan nuestras obras, tenemos un repertorio amplio y contrastante que no hemos compartido con los mexicanos y tengo deseos de hacerlo. Imagínate, yo lloré cuando estuve la primera vez aquí, en el teatro Peón Contreras, con la gente de pie y gritando bravos. Esto me recuerda algo similar pero paradójico. En el Palacio de Bellas Artes, el público aullaba y aplaudía enjundiosamente y mientras esto acontecía mi realidad era que no tenía ni un peso en la bolsa, que había llegado hasta allá por mis propios medios, con el apoyo de mi madre, a la que tuve que convertir en mi ayudante porque no había de otra manera. Esa es nuestra realidad. Hacemos de todo y además tenemos que dar clases para poder comer, vivir y continuar en la danza. Al parecer tenemos que seguir luchando mucho más por este tema económico, por más apoyo y más continuidad. ¿Qué es México sin su cultura… ¡sin cultura!? En ese sentido, se ha pasado por alto, que en este país, de enorme corrupción, en la cultura es donde menos se dan los hechos de corrupción. Los de cultura no son tan corruptos. Eso es un hecho.

”Soy, a fin de cuentas, una trabajadora social. Hago proyectos, solicito becas y apoyo a mi compañía. Hablo desde el corazón… desde el vientre. Y quiero seguir hablando y hacerlo siempre, mientras viva”.