Cultura

Para escuchar cante 'jondo” flamenco: El Cigala

Tiene todos los atributos y el don de haber nacido con ese sentimiento para cantar flamenco. Nos estamos refiriendo obviamente al gran Diego El Cigala, el más grande “cantaor ”de la historia después de don Antonio Chacón y el Camarón de la Isla.

Para cantar flamenco no hace falta tener una voz determinada, se puede cantar con la voz que uno tenga, como es el caso de El Cigala. Tampoco es necesaria una tesitura específicamente grave o aguda, ni un color de voz claro u oscuro. En las diferentes etapas del flamenco encontramos todos los tipos de voces, desde la más fina hasta la más rota, incluso el falsete, todo dependiendo de factores como el gusto o la moda del momento. La voz es algo exclusivo de cada persona y todas son válidas para cantar flamenco, siempre y cuando se cante sin impostar la voz, como se estila en el canto lírico, y se tengan las facultades mínimas de afinación y tempo, obviamente.

El Cigala posee una bien afinada voz y un sentimiento tan intenso que en ocasiones hace que a las “bailaoras” se le salgan las lágrimas de los ojos.

Como toda música de tradición oral, el cante no está escrito, sino que se aprende por imitación, y él tuvo en este sentido enormes maestros. Junto con la melodía, transmite una serie de recursos vocales que hacen “suene flamenca”. Para ello, es imprescindible estar en contacto con el cante, ya sea con los propio “cantaores” o con las grabaciones. El Cigala cantaba para sí varias horas al día, y de gratis para los amigos, en especial los gitanos de Cádiz, que nacen con una guitarra entre las manos.

Su punto de partida al cantar es el mismo que usa al hablar, y por eso tiene cierta fluidez hablando el idioma en que canta y, por supuesto, entiende lo que está diciendo o cantando. Su especialidad, lo que lo caracteriza en el cante “jondo” es el “quejio” en el que la expresión corporal, sin el artista quererlo o ensayarlo, le nace del alma, ya que es mucho más alto el volumen y más aguda la resonancia, lo que nos lleva algo de una sensación estética inexplicable. Esta es la manera de cantar de El Cigala.

Diego Ramón Jiménez Salazar nació en Madrid en el año 1968. A los veinte años ya trabajaba con grandes “cantaores” como Farruco, Carmen Cortés o Mario Maya. Cantó también para las más grandes “bailaoras” de España.

Diego desde niño ya cantaba en El Rastro. Es sobrino del gran “cantaor” Rafael Farina, pero fue el mismísimo Camarón de la Isla, uno de los más grandes de la historia, quien le puso el apodo de “Dieguito El Cigala”.

Fuera del cerrado y casi familiar entorno del flamenco, es ya reconocido por todo el mundo como un gran artista.

Filma como protagonista del álbum Lágrimas Negras junto a otro grande de la música, el cubano Bebo Valdés. Continúan los éxitos discográficos: Picasso en mis ojos, Dos lágrimas y Cigala y tango, su gran trilogía. Enamorado de América Latina graba Romance de Luna Tucumana, un homenaje al tango.

Pasa a residir en la República Dominicana recibiendo en el año de 2014 la nacionalidad dominicana. Entre giras, conciertos y grabaciones, en el fatídico año de 2015 fallece su esposa de cáncer. Esa noche tenía un concierto en Los Ángeles que no canceló, sino que se lo dedicó a su esposa, con quien vivió durante 25 años. Dos años después se casa con su nueva esposa llamada Dolores, nombre más flamenco no podía haber. Si de flamenco se trata… El Cigala.