Cultura

Ecos de mi tierra

Luis Carlos Coto Mederos

José Fornaris (Tercera Parte)560Tu jardín

En tu jardín, jardinera,

se llena de aroma el aire

cuando con gracia y donaire

vienes con la regadera.

Luce aquí la cambustera,

crecen vicarias sencillas,

nacen rosas amarillas,

que son gala del estío,

y tiemblan entre el roció

olorosas maravillas.

Miro aquí las esponjadas

magnolias frescas y erguidas,

y amapolas encendidas

entre perlas engastadas.

¡Cuántas flores adoradas

abren sus corolas bellas!

¡lindas flores como estrellas!

mas ninguna me provoca

como la flor de tu boca

más linda que todas ellas.

El clavel fresco y rosado

me dijo que se extasiaba,

cuando su olor derramaba

en tu cabello enredado.

El jazmín enamorado

bebe tus dulces sonrisas,

y te ama como a las brisas

porque siempre lo embelesas,

si lo miras, si lo besas,

o si orgullosa lo pisas.

Se eleva la tuberosa,

y la azucena resalta,

pero advierte que te falta

la flor del mirto preciosa.

Sin ella jamás dichosa

sentirás tierna emoción…

siémbrala con profusión

entre tantas florecillas,

que yo te daré semillas

de aquí, de mi corazón.

561Al Cucalambé

Es Cuba alcázar de flores

en medio del mar Caribe

que la luz del sol recibe

en torrentes de esplendores,

todo es perfumes, colores,

cielo azul, vivos paisajes,

de los floridos boscajes

salen corriendo en bandadas,

tojosas de las cañadas,

sinsontes de los follajes.

No ostentó como el peruano

templos al astro del día,

ni el valor y la energía

del indómito araucano.

No mostró del mexicano

la gala y riqueza suma,

No reinó aquí Moctezuma;

pero encierran un tesoro

el sol en sus rayos de oro,

el mar en su blanca espuma.

Bello el campo en Cuba esplende

y luz y esencias emana:

Flora todo lo engalana,

y Febo todo lo enciende.

Si un soplo de vida asciende,

otro baja a las praderas;

son su gala las palmeras;

y, corriendo en giros vagos,

flamencos van por sus lagos

y garzas por sus riberas.

Canta lleno de terneza

cuanto a tu numen inspira;

canta con sonora lira

tan rica naturaleza.

Y en pago de la belleza

de tus cantos tropicales,

no laureles inmortales

tendrás, más sí perfumados

aguinaldos matizados

de tus orillas natales.

Juan Cristóbal Nápoles y Fajardo

IEl criollismo, como escuela literaria en Cuba, nace con Pobeda, pero halló su más alto vuelo con “El Cucalambé”. Tuvo además muchos detractores, pero hoy no nos interesan. Su exégeta, que es además nuestro decimista mayor, fue Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí).En el prólogo a las Poesías Completas de Juan Cristóbal Nápoles y Fajardo, dice Naborí: “El criollismo es una corriente poética que empezó a manifestarse en Cuba en 1608, con la publicación de nuestro primer libro “Espejo de Paciencia”, de Silvestre de Balboa; línea que se continúa progresivamente en Zequeira, Rubalcaba, Delio, Pobeda, Domingo del Monte, Véliz Herrera, Fornaris, Juan Cristóbal y otros.Todos contribuyeron extraordinariamente al nacimiento y desarrollo del patriotismo, esencial elemento de la conciencia nacional, fenómeno histórico que engendrado por condiciones económicas y sociales determinadas, varía según las épocas, y adquiere particular importancia en los tiempos que las nacionalidades empiezan a formarse.En ese trabajo de formar una conciencia de territorio y destino, los poetas criollistas han contribuido notablemente; pero ningún otro se identifica tanto con la idiosincrasia de nuestro pueblo, con la psicología de nuestros campesinos, como “El Cucalambé”’.Por otro lado, y muy certeramente, apunta Regino E. Botti: “El Cucalambé” tomó el criollismo y el siboneísmo para expresar lo mambí, que entonces era perseguido con la prisión y la muerte”.562Trovas

Constantemente te llamo

prenda que adoro y venero;

no desprecies al montero

de los montes de Bayamo.

Cuando dejo mi bohío

cavilando en mis amores,

recojo fragantes flores

de las riberas del río.

Con ellas formo, bien mío,

para tus sienes un ramo;

lágrimas dulces derramo,

porque la calma me robas,

y al son de sencillas trovas

constantemente te llamo.

Por eso en mil ocasiones

cuando reúno mis perros,

y me voy hacia los cerros

en pos de los cimarrones,

en mis rústicas canciones

te pinto mi amor sincero,

y un porvenir lisonjero

mi corazón imagina,

porque eres tú la divina

prenda que adoro y venero.

Tú, más suave que el anón,

más airosa que la palma,

tienes dulzura en el alma

y fuego en el corazón.

Conmuévete al triste son

de mi canto lastimero,

premia el amor verdadero

de tu más rendido amante,

y con esquivo semblante

no desprecies al montero.

Yo te idolatro, mi vida,

y entusiasmado te adoro,

como adora el tocororo

al árbol donde se anida.

Nunca, mi prenda querida,

te hagas sorda a mi reclamo;

tú eres la bella que amo

y tu faz me regocija,

porque te basta ser hija

de los montes de Bayamo.

Juan Cristóbal Nápoles y Fajardo