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Turismo ajedrecístico en Mérida

Juan Diego

Casanova Medina

Pocos lugares son tan idóneos como el Palacio de la Música para sede del Torneo Internacional de Ajedrez “Carlos Torre Repetto In Memoriam”.

La céntrica ubicación del sitio, a poco más de 100 metros del Zócalo de Mérida, permite al medio millar de combatientes de Caissa y a sus acompañantes tiempo suficiente para recorrer los numerosos atractivos, restaurantes y comercios de la ciudad.

Jugadores, entrenadores, padres de familia, árbitros, dirigentes, organizadores, vendedores de juegos de ajedrez venidos de la capital de país y hasta simples aficionados están de plácemes por la decisión de realizar la competencia en el mencionado sitio.

Uno de jugadores que está participando en la categoría Magistral, el Maestro FIDE Jorge Martín del Campo Cárdenas, quien en su momento fue presidente de la Federación Nacional de Ajedrez de México (Fenamac), expresó su complacencia por la celebración del torneo en dicho lugar que también es sede del Festival de la Trova.

Música y ajedrez, una combinación mágica que hizo las delicias no sólo para los discípulos de Caissa sino para propios y extraños.

Mientras en los principales salones se desarrollan los juegos en las diferentes categorías, la explanada del Palacio de la Música sirve también de campo de batalla, en donde los acompañantes de los jugadores participantes realizan su tertulia mientras los niños también ejercitan sus neuronas y no pierden la oportunidad de sostener emotivos, interesantes encuentros.

Todos ahorran tiempo para diversas actividades, lo que fomenta como pocas veces el turismo ajedrecístico.

Igualmente, uno de los sitios más concurridos es la “Casa del Ajedrez”, como se le llama también a un centro comercial en contra esquina de la Plaza Grande, donde tiene su sede el club “Bobby Fischer”, que funciona como gigantesca sala de análisis a los instructores y participantes del evento decembrino.

Una conocida tienda especializada en artículos del juego ciencia también tiene ahí su sede, lo que sirve de imán de taquilla para los adeptos a la milenaria disciplina.

En la planta alta del edificio, donde está el “Bobby”, con sus piezas de ajedrez gigantes y policromos tableros murales y cuadros al óleo con motivos ajedrecísticos, que enmarcan las interminables batallas sobre las palestras cuadriculadas, el ir y venir de los aficionados es incesante, antes, durante y después del “Carlos Torre”.

Durante la casi obligada visita al lugar, el reportero del Diario de la Dignidad, Identidad y Soberania se topó el domingo pasado con decenas de jugadores extranjeros y del interior de la República, sin faltar los asiduos concurrentes locales. Los comentarios y anécdotas sobre el evento eran incontables.

Si hubiera un termómetro para medir la fiebre ajedrecística, seguramente ahí no bajaría de los 40 grados. Por ejemplo, un grupo de veteranos competidores del centro del país comentaba con entusiasmo los detalles de todo un tesoro: un par de monedas de plata conmemorativas del centenario del nacimiento del Gran Maestro Carlos Torre.

Las monedas, con la efigie del genio peninsular en una cara y el escudo de la ciudad de Mérida en la otra, se hicieron en el 2004 y la mayoría se entregó como premio en el torneo. Ahora son de colección y se exhiben en las vitrinas de uno de los comercios en la “Casa del Ajedrez”.

Los hermanos húngaros Adam y David Kramar, quienes juegan bajo la bandera de Costa Rica y son de los favoritos en Sub-8 y Sub-12, respectivamente, comentaban entre risas las incidencias de sus combates matinales y repasaban variantes de apertura con miras a sus próximos compromisos.

Cinco niños tabasqueños, integrantes de dos familias que llegaron para el “Torre”, también analizaban con su entrenador en el “Bobby Fischer” las variantes no jugadas en sus partidas. Miguel Octavio Jiménez Chan, instructor de todos ellos en el club “Reyes del Tablero”, en Villahermosa, concretaba acuerdos interclubes.

Otro aficionado de hueso colorado, el michoacano Jerson Omar González Hernández, a quien le fascinó el diseño de las playeras que se les entregaron a los participantes, no dejaba de presumir la suya. De hecho, adquirió un guardapiezas ajedrezado de tela con la figura de una torre para que hiciera juego con su vestimenta.

Rondas cargadas de emociones nos esperan en la recta final del “Carlos Torre” en donde la corona del campeón defensor, el Gran Maestro peruano Emilio Córdova Daza se tambalea y el título podría viajar a la Mayor de las Antillas como ha sucedido en seis ocasiones de los últimos siete torneos disputados.

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