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Los resultados de las investigaciones: cómo elaborarlos

Marta Núñez Sarmiento*

XLI

Repasemos la novena sugerencia que suelo emplear cuando redacto el informe final de las pesquisas. Ella consiste en pronosticar cómo se desarrollarán en el futuro los fenómenos que estudiamos.

Cuando vaticinemos cómo se comportarán los eventos a partir del período que analizamos, tenemos que basarnos en las explicaciones que elaboramos a los largo de nuestro estudio. Les propongo que escriban estas predicciones dentro del texto de la investigación y que no esperen a llegar a las conclusiones para incluirlas en ellas. Por ejemplo, en la indagación sobre las características genéricas de los emigrados cubanos recientes que he utilizado en los últimos artículos, yo me atreví a pronosticar cómo seguiría el proceder de este fenómeno a medida que escribía cada una de las particularidades que descubría.

Presento dos muestras de cómo lo hice.

Dediqué una gran parte del informe a conocer cuáles eran las condiciones socioeconómicas en Cuba durante la crisis de la década de 1990 que provocaron un descenso brusco en la calidad de vida de la población. Muchos hombres y mujeres jóvenes que habían experimentado en sus familias una movilidad social ascendente hasta ese año, habían egresado de las universidades y comenzaban sus vidas laborales obteniendo ingresos que no alcanzaban a satisfacer sus necesidades, reconociendo que imperaba una carencia de viviendas y, sobre todo, una enorme inseguridad para saber cuándo mejorarían las condiciones del país, decidieron emigrar para convertir en realidad sus proyectos personales de vida. El trabajo de campo lo llevé a cabo desde el 2003 hasta el 2008. A medida que analizaba y sintetizaba las informaciones desde este último año hasta 2010 sucedieron en el país reformas radicales en el modelo económico: de una economía altamente centralizada en manos estatales, el gobierno legalizó una ampliación de los pequeños empleos privados, conocidos en Cuba como “cuenta propismo”. Además, se comenzó a desgajar tierras de las grandes e ineficientes granjas estatales para distribuirlas entre los ciudadanos que estuvieran dispuestos a trabajarla como “usufructuarios” o en otras formas de propiedad no estatal. Estas medidas pretendían crear nuevos empleos para quienes estaban desempleados, al igual que para quienes laboraban en puestos de trabajo burocráticos de los sectores públicos, desmotivados por estar percibiendo salarios reducidos y también para aumentar los servicios a la población. Los científicos sociales cubanos comenzamos a percibir que las personas se interesaban por enrolarse en estas novedosas modalidades de empleos privados porque les promovían nuevas esperanzas de elevar sus fuentes de ingreso y de convertirse en “sus propios jefes”.

En mi caso, presagié que poco a poco los jóvenes que ingresaran al mercado laboral podrían elegir involucrarse en las distintas opciones de los empleos privados para labrarse sus proyectos personales porque percibirían ingresos más elevados que los del sector público. La emigración podría dejar de ser la única opción para crear sus estrategias de vida. Sin embargo, aquellos que ya habían optado por emigrar, continuarían con este empeño. Mi predicción se tornó más realista cuando en 2013 se abrió para todos los cubanos la posibilidad de viajar al exterior sin los requisitos que hasta el momento prevalecían. Se inició un proceso de migración circular, es decir, aquella en que los cubanos residentes en la Isla viajaban al exterior y retornaban en el período previsto legalmente. Lo hacían para visitar familiares y amigo, así como para comprar mercancías en otros países que vendían en las nuevas modalidades del mercado privado cubano.

Otro pronóstico en esa investigación consistía en afirmar que las jóvenes que decidieran emigrar no iban a tener hijos en Cuba, sino en el país de destino. Esto lo podían llevar a cabo porque tenían la posibilidad legal y gratuita de interrumpir sus embarazos en las instalaciones de la salud pública y a no llegar a ellos porque podían usar métodos anticonceptivos que les permitían disfrutar de relaciones sexuales sin salir embarazadas. Explicaba en mi trabajo que este control sobre sus cuerpos que ejercen las cubanas no comenzó con la crisis de los “noventa”, sino más bien desde que a fines de los “setenta” formaban una parte importante en la fuerza laboral del país, especialmente entre los profesionales. Por tanto, esto de controlar sus embarazos se había convertido en una parte importante de la cultura de género de las cubanas y no solamente de aquellas que aspiraban a emigrar.

La décima indicación que uso en mis trabajos radica en redactar sugerencias para intentar enmendar los conflictos que saqué a la luz en ellos. Ya hablé sobre esto en mis primeros artículos, aquellos en los que explicaba cómo diseñaba mis indagaciones. Estimo que seríamos irrespetuosos con las personas que nos han confiado sus dilemas si nos detenemos solamente en comunicar a nuestros lectores cuáles son los conflictos y sus causas, sin que adelantemos qué se podría hacer para solucionarlos.

En esta investigación de los emigrados cubanos recientes, sugerí eliminar al máximo las restricciones migratorias para que los ciudadanos cubanos viajaran al exterior, de manera que todos pudiéramos visitar libremente otros países y, entre otras cosas, pudiéramos contrastar las ventajas y los sinsabores de emigrar a otros lugares. Esto, por supuesto, no dependía de mí ni de otros colegas que pensábamos igual, pero lo planteábamos a las instancias de dirección del país para que vieran los beneficios de tomar estas medidas, que entraron en vigor en enero de 2013.

Propuse otro asunto más al alcance de los investigadores: que los académicos cubanos que estudiaban los procesos migratorios emplearan un enfoque de género para profundizar en sus indagaciones.

La decimoprimera propuesta se refiere a cómo escribir las conclusiones. Para ello no hay reglas fijas y, cuando existen, las encuentro muy dogmáticas, como las que requieren ciertos ejercicios académicos. Intento siempre resumir en las conclusiones mis hallazgos más relevantes para recordarles a mis lectores qué perseguía cuando inicié el largo proceso de investigar, para que deseen releer algunas cuestiones que pasaron por alto y que yo considero que son importantes. Ejemplifico con las que escribí en la tan repetida indagación de las características genéricas de los emigrados cubanos.

Que conste, que la he utilizado como un hilo conductor cuasi pedagógico para ejemplificar cómo redactar los resultados de nuestras investigaciones. ¡Aquí van!

Para concluir

Las estructuras sociales cubanas que se fueron transformando a medida que evolucionaban las estrategias de desarrollo socialistas en el último medio siglo influyeron las vidas de todos los cubanos y las cubanas, tanto de quienes decidieron emigrar como de quienes optaron por permanecer en el país. Los estudios sobre migraciones externas cubanas tienen que reflexionar sobre los efectos que causó en toda la población la crisis de los noventa –de la que aún no se ha salido– y que implicó someter a la sociedad a enormes carencias en los últimos veinte años.

Los análisis de las relaciones de género en los procesos migratorios externos cubanos deben comparar las diferentes oleadas migratorias teniendo en cuenta los ciclos de vida que las personas experimentaron en Cuba al momento de emigrar.

Al comparar las características genéricas de las migraciones externas cubanas y las de países del Caribe y de América Latina en los últimos veinte años debe considerarse que las migrantes cubanas partieron con una ideología de género avanzada y con habilidades para actuar con independencia posiblemente en mayor medida que los hombres. Unas y otros emigraron para convertir en realidad en otro país sus aspiraciones a continuar avanzando en la movilidad social ascendente que vieron truncada con la crisis, movilidad que sí experimentaron sus padres y madres en el transcurso de una generación.

Las académicas y los académicos que analicen los procesos cubanos de migraciones externas deben incluir un enfoque de género y deben prestar atención a las relaciones de género para enriquecer la comprensión de estos eventos altamente complejos y para contribuir a construir conocimientos desde “el sur” sin visiones androcéntricas”.

 

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