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Remembranza del Capitán de la Ciencia Avanzada del Desarrollo Sostenible en Yucatán: Dr. Luis Capurro Filograsso

 

 

 

 

 

 

 

Antropólogo Jorge Franco Cáceres

El Dr. Luis Capurro Filograsso hablaba siempre de la importancia de la ciencia integrada de la sostenibilidad como algo que mantiene respeto por la naturaleza y cordura ante el medio ambiente, pero que va más allá del activismo sentimental y la militancia colectiva, porque requiere la integración disciplinaria con las ciencias exactas y las ciencias sociales para conseguirlo.

Recordaba al respecto que para la ciencia integrada valía lo que se decía sobre una ciencia o una teoría como una verdadera obra de arte, es decir, que no era exactamente lo mismo decir que una pintura era excelsa o una pieza de música era bella.

Según el Capitán, esa apreciación estética se refería a que la ciencia era algo más próximo a lo que pretende un entrenador de caballos cuando habla de un lindo ejemplar de carreras. Y luego de esta metáfora sobre la formación y la crianza de los sementales, formulaba varias preguntas: ¿Qué es el arte de la ciencia integrada o, mejor dicho, que hace que una teoría científica sea una obra de arte? ¿Cuáles son las características que hacen artística a la ciencia más allá de los tiempos y los espacios?

Luis Capurro enseñaba que no se puede definir qué es o cómo es un arte integrado que solo se conoce cuando se siente desde el ejercicio profesional. Recordaba que la simplicidad era parte de este arte, pero la simplicidad de las ideas y no la simplicidad de sus símbolos o ecuaciones. Ejemplificaba la cuestión señalando que las teorías de gravedad de Newton y Einstein involucraban ecuaciones que nos decían sobre las fuerzas gravitacionales producidas por una cantidad de materia.

Destacaba el Capitán que en la teoría de Newton había tres ecuaciones, mientras que en la de Einstein había catorce. Por sí mismo concluía que no se podía ver una ventaja estética en la teoría de Newton sobre la de Einstein, enfatizando que, de hecho, esta última teoría era más bella en parte por la simplicidad de su idea central sobre la equivalencia de gravitación e inercia generada por la deformación de la trama espacio-tiempo.

Hablaba también Luis Capurro de otra cualidad aparte de la simplicidad que hacía a una ciencia o una teoría completamente bella: el sentido de inestabilidad. Y decía al respecto que si se escuchaba una pieza de música que sintiera perfecta, o si se estuviera ante el cuadro de Rafael sobre la Sagrada Familia, podía constatarse que todo era perfecto en ellos. Señalaba que esas obras no admitirían modificaciones, pues se arruinarían por completo.

El caso señalado servía al Capitán para explicar que lo mismo pasaba en ciencia si se intentaba intervenirla de modo arbitrario o utilizarla de modo falaz. Por ejemplo, recordaba que en la teoría general de la relatividad de Einstein había una lógica total. En sus palabras, no existía otra teoría significante de la gravedad que Einstein pudiera haber elaborado porque, si una sola de sus conclusiones estuviera equivocada, se debía abandonar la teoría, ya que se destruiría toda su estructura.

No era el caso de la teoría de Newton, acotaba Luis Capurro, que había supuesto que la fuerza de la gravedad disminuía con el cuadrado de la distancia, pero que nada hubiera pasado si los datos astronómicos hubieran requerido el cubo de la distancia. Finalmente, decía que Einstein no hubiera podido incorporar esta inversa ley cúbica en su teoría sin afectar sus bases conceptuales.

Así, el Dr. Capurro terminaba señalando que las catorce ecuaciones de Einstein tenían una inevitabilidad y, por lo tanto, mucha belleza que no se encontraba en las tres ecuaciones de Newton. Destacaba entonces que la forma que tenía el campo gravitacional en las ecuaciones de Einstein era inevitable, sin relevancia de que nada en la teoría general de la relatividad explicara el porqué de la forma de la materia.

Finalmente, a tres años del deceso del Capitán de la Ciencia Avanzada del Desarrollo Sostenible en Yucatán, recordamos cuando afirmaba que hay otro principio que otorga más belleza a la ciencia integrada: el principio de simetría, no se trataba de “cosas”, sino simetría de “leyes”. Insistía en que una simetría de las leyes de la naturaleza era una afirmación que ante cero cambios era el punto de observación de un fenómeno natural, las leyes de la naturaleza que se descubrían para nunca cambiar, denominado como principio de invariancia.

El Dr. Luis Capurro Filograso concluía este tipo de intercambios sobre la ciencia, recordando para sí mismo y en voz alta: “Me pregunto qué belleza mayor puede existir para un científico en comprender la naturaleza de modo integrado al mundo antropogénico, es decir, el mundo creado por el hombre en el que actualmente se desarrolla nuestra vida. Qué satisfacción más grande puede existir para un ser humano que piensa y que desea incursionar el campo de la ciencia, que el comprender el mundo en que vivimos de modo avanzado, es decir, desde el arte de la ciencia integrada de la sostenibilidad. El apreciar el calor de este sentir debe ser motivo de un análisis profundo por el incipiente científico, ya que ello considera los futuros logros de desarrollo en la comunidad científica. No se necesita talento especial para ser un científico avanzado, sino una vocación verdadera por la ciencia, que es la mejor garantía del éxito. Debo aclararles que este aspecto es el que más valoro cuando debo entrevistar candidatos que desean continuar con estudios científicos”.