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¿Cómo ve el Gobierno de México el problema global del cambio climático debido a los impactos industriales y los crecimientos urbanos?

Antropólogo Jorge Franco Cáceres

Los poderes centrales y los gobiernos estatales que desde la perspectiva mercantil de la expoliación transnacional pretenden una relación de sostenibilidad entre la explotación industrial y los patrimonios culturales y naturales no pueden ignorar que en el mundo globalizado ocurre un perturbador fenómeno de corte geopolítico.

Se trata del desplazamiento estratégico de las industrias depredadoras de países industrializados hacia los Estados emergentes como México, empresas que resultan letales por los impactos múltiples de sus huellas carboníferas en las áreas estratégicas y las zonas vulnerables, independientemente de que existan en ellas regulaciones económico-patrimoniales, reglamentaciones medioambientales o defensorías socioculturales.

El desplazamiento estratégico señalado ocurre cual némesis implacable en las regiones mejor aspectadas para el mundo globalizado, debido a que varios Estados emergentes son instrumentados desde los poderes transnacionales como operadores de las tecnologías perjudiciales a nivel planetario, y otros como depositarios de desechos indeseables de los países industrializados, donde sí se toman precauciones económico-patrimoniales, e incluso, son efectivas las regulaciones medioambientales.

No es casual que las entidades insulares y los Estados marginados, que no son considerados idóneos para la expansión mercantil, pero sí los más vulnerables a los efectos del calentamiento global, reclamen en las Conferencias de las Partes de la Organización de Naciones Unidas que se adopten mayores compromisos para lograr acuerdos concretos sobre el cambio climático y se asuman responsabilidades vinculantes en la reducción de sus emisiones de gases con efecto invernadero, y en la implementación de fondos verdes para financiar medidas adaptativas y de mitigación.

A decir verdad, mientras los países industrializados de Europa y Norteamérica, y los Estados emergentes de Asia y América Latina, desplieguen un doble discurso público contradictorio: por un lado, con la retórica de impulsar el desarrollo sustentable para combatir el cambio climático con la reducción de sus emisiones contaminantes y el apoyo al desarrollo de las energías limpias, cuando por otro lado, siguen entregándose al financiamiento transnacional de los proyectos de exploración y explotación de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) en tierras y mares patrimoniales, y también a las acciones de repaisajización de entornos ancestrales y áreas naturales en las zonas marinas y costeras de interés turístico, poco o nada se podrá avanzar contra el calentamiento global. Se observa ya, inclusive, una marcha retrógrada, debido a que Estados Unidos de América ha decidido romper con los acuerdos parisinos para dar nuevos bríos a los proyectos industriales de energías contaminantes.

Viendo cómo van las cosas, lo más preocupante para nosotros es que poco o nada se vaya a lograr a nivel global en materia climática porque, entre otras omisiones estatales y excesos gubernamentales al respecto, prevalecen las legislaciones insuficientes, espurias, y las burocracias deficientes y simuladoras –que acaso existen para intentar paliativos de mitigación o placebos de adaptación, como los del Acuerdo de París–. Y nada de esto ha sido efectivo para enfrentar las causas generadoras –que son realmente estructurales y sistémicas por designios mercantiles– de la destrucción de paisajes culturales, la expoliación de recursos naturales, la degradación de ámbitos marinos y terrestres, y sus graves efectos integrales en las poblaciones humanas ancestrales y tradicionales.

Con el propósito de avanzar entre la multitud de posiciones negacionistas, contra la postura retrógrada destacada y la gama de estrategias sesgadas en torno a las realidades regionales del cambio climático, es necesario que valoremos de forma objetiva los estudios que hasta ahora se proclaman avanzados solo porque sirven a los intereses políticos y financieros de los organismos internacionales. Nos referimos a esos trabajos especializados que se realizan por sugerencias de los Estados incondicionales de la transnacionalización industrial, sobre aspectos específicos (principalmente físicos, químicos o biológicos) de los impactos generados por las actividades urbanas y los proyectos industriales.

Debido a esos estudios especializados, se ignoran las ciencias avanzadas que ponderan los enfoques integrales, los cuales destacan que ante los factores causantes de disturbios tan radicales de las dinámicas de los paisajes culturales, los sistemas naturales y los legados ancestrales, operan aún estrategias de resiliencia (patrimoniales, naturales y sociales), con las que se intenta recuperar la estabilidad integral y mantener el equilibrio dinámico en las regiones gravemente impactadas, como Estados resilientes que han garantizado la sostenibilidad durante milenios.

Señalan también las ciencias avanzadas que siendo múltiples los factores que intervienen en las dinámicas espacio-territoriales, medioambientales y socioculturales –a niveles estructural e histórico–, se producen siempre flujos continuos de entradas y salidas de materia y energía en las áreas estratégicas que son, al mismo tiempo, las zonas vulnerables ante el cambio climático, a manera de impactos que hay que caracterizar y dimensionar con precisión científica y social, es decir, mucho más allá de las simples huellas de carbono o las mermas de las poblaciones vivas.

La Presidencia de la República y el Congreso de la Unión deben saber que tiene que procederse así para que pueda predecirse, controlarse y ajustarse el equilibrio ante los procesos letales, mismo seguimiento de problemas crónicos y sucesos críticos que acreditan para la continua certificación avanzada y la consecuente planificación integral de parte de los expertos en los términos asertivos del desarrollo sostenible. Así, en el indiscriminado discurrir del proceso mercantil continuo de destrucción industrial de regiones catalogadas como estratégicas y vulnerables por el capital especulativo transnacional, deben reconocer que son los factores antropogénicos los que han estado apuntalando los procesos de tensión en sus grados de resiliencia y estabilidad ante el cambio climático.

Conclusiones

He aquí varias de las cuestiones centrales de la estrategia asertiva de reversión radical del cambio climático que desde hace algún tiempo desplegamos desde las páginas de Unicornio, que reitera la controversia mundial vigente sobre los intereses de la economía global y los abusos del crecimiento especulativo, el proceso de acumulación capitalista de las empresas transnacionales a costa de los abusos patrimoniales de los pueblos originarios, y las implicaciones de sus acciones industriales sobre la seguridad nacional, la convivencia social y el desarrollo sostenible.