Marta Núñez Sarmiento*
XIII
Sigo con mi osadía de exponer cuán útiles son los estudios de caso para sacar a la luz pensamientos “escondidos” en las letras de esas canciones populares que escuchamos, cantamos y bailamos sin prestarles atención a los mensajes que nos disparan a diestra y siniestra. Como la música es una de las manifestaciones ideológicas que tiene un mayor impacto en los seres humanos dondequiera que vivan, decidí revelar sus contenidos en cuestiones de género para acercarme a comprender cuánto pueden influir en las actitudes genéricas de lo que significa ser mujer, ser hombre y ser una persona de la amplia gama LGBTQ. Les presentaré una muestra pequeña de canciones cubanas porque las he estudiado por décadas. Les apliqué las características del enfoque de género para que me ayudaran a entenderlas mejor y, de paso, para que ustedes y yo las repasemos. A cada uno de estos rasgos le asigné una o dos canciones, que, dicho sea de paso, seleccioné totalmente a voluntad.
Comienzo por la primera característica del enfoque de género que dice: “Hay que acercarse a las realidades sociales comprendiendo que las mujeres, los hombres y las personas LGBTQ no han tenido solo sexos biológicos, sino que han sido encasillados en patrones culturales construidos en sociedades históricamente concretas, que han asignado papeles determinados a lo que significa ser mujer, ser hombre, ser gay, lesbiana, bisexual o transgénero”. Aplicaré estas propuestas analíticas a dos canciones que tratan sobre el llanto de los hombres, que fueron escritas en momentos diferentes de la historia cubana. La primera es Lágrimas negras, escrita por Miguel Matamoros alrededor de 1928, y la segunda se titula Llora si tú quieres, interpretada por la orquesta femenina Anacaona desde 2011. Me concederé la licencia de reproducir los textos de cada una para recordarlos con exactitud y los resumiré para ahorrar espacio. No pretendo convertir Unicornio en un cancionero.
Estimo que el hombre, quien es el actor principal de estas letras, sufre porque la mujer lo abandonó, hasta el punto que ella “mató sus ilusiones”. Él es bueno, ya que no la maldice, todo lo contrario, la “colma de bendiciones”. Pero padece mucho por “el extravío” de la amada, porque le duele su partida y llora en silencio para que nadie sea testigo de su dolor. Lo extremadamente atormentado de este proceder lo exacerba el autor tiñendo sus lágrimas con el negro, color del luto, son “negras, como mi vida”. ¡Imagínense qué estampa tan punzante quiere dibujar Matamoros de la pena que sufre su protagonista que no solo reconoce que rompe en llanto, sino que derrama lágrimas negras! (Quizás él usaba la versión de Maybelline con que en aquellos años las mujeres ennegrecían sus párpados y sus ojeras).
Es la mujer quien decide abandonar al hombre, mientras que este no quiere sufrir. Mas no la maldice, sino la califica como “mi santa”, “mi negra”, “mi paloma” que dejó vacío el cielo y él pide alas para perseguirla en sus sueños.
La letra de Lágrimas negras despliega los contenidos de muchas de las canciones trovadorescas cubanas de las primeras décadas del siglo xx dedicadas al amor ideal, total, puro, que supuestamente el hombre de esa época profesaba a la amada. Esta mujer, a su vez, convierte el amor en algo inalcanzable porque no le corresponde a quien la coloca en un pedestal; ella es la única culpable de las desdichas de él. Sin embargo, la situación real de las mujeres en esos años contradecía estos contenidos, porque ellas eran las discriminadas en todos los ámbitos de la vida.
Veamos ahora otros llantos masculinos casi un siglo después de la canción anterior. Se trata de Llora si tú duele que hace ocho años canta la orquesta de mujeres Anacaona. Verán que los papeles se cambian dramáticamente, porque la trama refleja una sociedad donde la mujer no solo ha alcanzado su independencia, sino que ha sobrepasado a los hombres en cuestiones de relaciones de género.
Llora si te duele
“Wa wa wa, / Llora si te duele. / Yo sé que tú quieres llegar, pero no puedes. (Estribillo)
“¿Qué pasa contigo, si los que vienen allá atrás vienen conmigo? / ¡Bienvenidos, pasen al banquete / Los que estuvieron presentes cuando faltaba billete! / Siéntense, disfruten la cena. / Coman sin pena, que esta no es la última cena. / ¿Ya están todos? / ¡Síííí! / ¿Seguros? /
¡Síííí! / ¡Ciérrame la puerta! ¡Ciérrala ya! / Que ahora el que llegue está de más”.
Como aprecian, los papeles se intercambiaron totalmente. Aunque la mujer es quien vuelve a hacer sufrir al hombre, ella es quien explica las razones para que este sufra por las desdichas que en otros momentos él le provocó a ella. La clave, para mí, está en la idea que él dejó de amarle cuando a ella le “faltaba billete”. Y ahora, que ella es poderosa, él pretende subir hasta su posición, “pero no llega”. Por eso ella le echa en cara que no se crea “que es el único”, eso es, una especie ya perdida de “amante insuperable” y le muestra cuántos pretendientes la desean. Mientras en Lágrimas negras el hombre sufre calladamente, aquí la mujer proclama a viva voz su triunfo sobre aquel que la despechó.
Evidentemente, las identidades de los hombres y de las mujeres cambiaron al transformarse las relaciones de género en Cuba entre 1928 y 2011.
Acudamos a la segunda propuesta del enfoque de género: “Hay que comprender a los protagonistas de nuestros problemas de investigación de manera relacional y descubrir el carácter jerárquico que está presente en esas relaciones. Esta noción se origina cuando comprendemos al género como una categoría relacional que se construye con los atributos culturales que conceden poder a un sexo (el masculino) con respecto al otro. Esta visión ayuda a analizar y comprender la historia de las relaciones de dominación que existen en todos los procesos sociales y no solo en las relaciones de género, tanto a nivel global como individual”.
Me basaré en esta característica para develar el papel poderoso que ejerce la protagonista de la canción La mala, de 2011, que interpreta Haila Mompié, quien atribuyó la letra a su esposo Aned Mota.
La mala
“Dices que soy mala, / Que he hecho de tu vida un puro desastre. / Que no tengo alma, / Que no tengo nada que valga la pena para arrepentirme. / Y decir que yo soy como la mala hierba / Que crece en las piedras / Sin pizca de agua. / Que soy como la lluvia que revuelve el lodo. / Que soy como un tornado / Que acaba con todo. / Dices que soy mala como un ciclón, / Que no tengo perdón. (Estribillo) / Mala, pero no dices que fui yo quien más te amó. / Y te arruiné la vida, / Te la dejé vacía, / Sin ninguna ilusión. / Y ahora te atreves tú / A llamarme mala / Porque tengo un nuevo amor. / Dices que soy mala, / Que solo una escoba me acompañaría / Por bruja y por malvada. / Que no tengo nada. / Mala, pero no dices que fui yo / Quien más te amó. / Y te arruiné la vida, / Te la dejé vacía, / Sin ninguna ilusión. / Y ahora te atreves tú / A llamarme mala / Solo porque tengo un nuevo amor. / ¡¡Mala!! / Espero que te guste, Jenny”.
Esta letra muestra el poder de la mujer sobre el hombre en un trance amoroso. Las condiciones son diferentes a las que manifiesta la letra de Lágrimas negras, porque las condiciones de la sociedad cubana y, sobre todo la de las mujeres, se ha transformado radicalmente. La figura principal aquí es ella mientras que a él corresponde la función de actor contrario. Al igual que en la canción Llora si te duele, la mujer sufrió los maltratos del hombre y, ahora que ella es poderosa, él le lanza epítetos degradantes como cuando la llama “bruja”, “mala”, que “no tiene alma”, que es como “la mala hierba que crece sin agua entre las piedras”. Quizá, pienso yo, el hombre se atribuye la cualidad de ser el agua que ayuda a que crezcan las plantas buenas, esas que dan vida. Pero, a la vez, la compara con la lluvia que lo enfanga todo, con un tornado, con un ciclón. Fíjense cuán caribeña es esta canción que todos son desastres meteorológicos que ocurren en nuestra área subtropical. El hombre responsabiliza a la mujer porque transformó su vida en un desastre, que se la arruinó hasta vaciarla totalmente, que le borró todas sus ilusiones.
Cuando a ella le toca hablar le riposta que la llama mala porque tiene un amor nuevo y no se disculpa por nada.
Para concluir esta coda atrevida al estudio de caso, añadiré que Haila dedica esta canción a la entonces solista de la orquesta Los Van Van, quizá porque pasó por una experiencia similar. Otra cosa, si buscan en YouTube el video de esta canción, comprobarán que sus imágenes contradicen completamente el valor que yo le atribuyo a esta letra. Posiblemente para agradar al mercado, Haila asume la imagen de los hombres violentos, cuestión que no resuelve en absoluto el problema de la violencia hacia la mujer.
Continuaré analizando contenidos de canciones cubanas para extraerles el “jugo” de las esencias de género.
Lágrimas NegrasAunque tú me has echado en el abandono, aunque tú has muerto todas mis ilusiones, en vez de maldecirte con justo encono y en mis sueños te colmo, y en mis sueños te colmo de bendiciones.Sufro la inmensa pena de tu extravío, siento el dolor profundo de tu partida y lloro sin que sepas que el llanto mío tiene lágrimas negras, tiene lágrimas negras como mi vida.Que tú me quieres dejar,yo no quiero sufrir contigo me voy mi santa aunque me cueste morir. (bis)Sé que te vas mañanay para se sincerovoy a perdirle a mi almaque no te vayas lejos.Se marcha la paloma.Solo se queda el cielo.Voy a soñar con alaspara seguirte el vuelo.